lunes, 20 de octubre de 2014

A los siete años de la muerte de Juan Antonio Cebrián

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(Publicado en Infovaticana el 20 de octubre de 2014)

Aún me emociono recordando aquella noche del 20 de octubre de 2007.  Había estado por la tarde en el Cerro de los Ángeles, ya que por entonces acudía al Seminario de Getafe para el curso Introductorio. Cuando estábamos en la explanada, para irnos a casa, alguien gastó una broma que me estremeció, sin conocer el motivo. Este chico le dijo a otro "eres famoso como Jímenez del Oso". Aparentemente no tenía mucho sentido aquella sensación, pero yendo para casa sentía una pesadez interior.
Llegó la noche y hablando por Messenger, precursor de las actuales redes sociales, una amiga me dijo "Se ha muerto Juan Antonio Cebrián". Le dije que si me estaba tomando el pelo pero, por desgracia, esa chica tenía razón, aquella tarde, durante el transcurso de una celebración familiar, había fallecido un gran periodista manchego, a quien había escuchado en la radio desde mi más tierna infancia. En un breve comunicado anunciaron lo ocurrido, diciendo además que no habría esa noche La Rosa de los Vientos. Comencé a llorar como pocas veces he llorado por una persona famosa (la otra fue cuando murió Juan Pablo II) mientras venían a mi cabeza infinidad de recuerdos.

Si traigo bajo la luz de este candil su memoria, la memoria de Cebri, es porque, como he comentado, era mi amigo. No llegué a conocerle en persona, pero fueron tantos años escuchando su voz en la radio que puedo decir le conocía desde mi más tierna infancia. Cuando era pequeño tuve muchísimo insomnio, pasaba largas horas por la noche sin poder dormir, posiblemente debido a la angustia que me produjeron los ocho años de acoso escolar que padecí. Fue en 1992, con diez años, cuando le conocí. Yo ya era aficionado a la radio, especialmente me gustaba escuchar por entonces el Carrusel Deportivo de Manolo Lama y Paco González (a quienes ahora escucho en COPE). Una de aquellas noches de insomnio, quizá también con el miedo de que al día siguiente alguien se metería conmigo en el colegio, me puse a buscar alguna cosa que me resultase interesante, con la que pudiera aprender y que me permitiera, quizá, poder dormir. Escuché, de pronto, una voz, una de las mejores voces radiofónicas que ha tenido este país, hablando sobre los caballeros templarios y su paso por Ponferrada. Pocos meses antes había estado allí, viendo el castillo, con mis padres. Ya por entonces me entusiasmaba la Historia, me gustaba sobre todo leer sobre los romanos y cuando visitaba ruinas de la Antigüedad me sentía muy feliz contemplándolas. Además, siempre me encantó lo que tuviera que ver con las leyendas, la mitología y también siento gran pasión por los misterios de la vida. Continué escuchando a ese señor, a esa voz que de pronto se había convertido en una voz amiga. Creo que al final me quedé dormido y cuando desperté, por primera vez en meses, lo hice feliz, confortado. Durante cinco años seguí escuchando aquel programa, Turno de Noche se llamaba, donde hablaban de Historia, Misterio, Literatura, Ciencia.... ya no eran noches vacias mirando al techo sin poder dormir, sino que eran noches donde aprendía y que me permitían además poder dormir y descansar bien.

No sólo yo comencé a escuchar a Juan Antonio Cebrián, sino que pronto descubrí que también a mi padre le gustaba su programa y recuerdo ir ambos en el coche escuchando inolvidables programas donde hablaban de los templarios, Julio César, la naturaleza, criminología, astronomía, misterios de nuestro país y un sin fin de temas con los que, puedo asegurarlo, aprendía muchísimo más que lo que muchos profesores del colegio me enseñaron. En 1997 Turno de Noche se "transformó" en La Rosa de los Vientos y continué escuchándolo. Era el lugar "Donde la noche se enamora del misterio, y envuelve con su capa a esas almas heridas de soledad, para que no mueran de frío. Donde la noche se transforma en una luz y acuna la imaginación y los sueños de libertad. Donde la esperanza camina de la mano del saber. Donde te espero, en la Rosa de los Vientos", tal cómo decía el lema del programa. En mi caso quizá esta frase era más real, más palpable, pues fueron muchos los momentos de soledad durante aquellos años, ya que mientras por el día sentía constante ansiedad, consciente de que había personas que me hacían bullying, por la noche esas heridas eran sanadas cuando escuchaba el que era mi programa de radio favorito.
Juan Antonio Cebrián no sólo fue un gran periodista, posiblemente uno de los mejores que ha tenido nuestro país. Era también una persona con gran sabiduría y que en sus programas siempre insistía en que se debían recuperar valores como el honor, la lealtad, el sentido de la responsabilidad, la determinación a la hora de conseguir sueños, el juego limpio, el sentido del humor, el compañerismo, la educación y otros valores que, por desgracia, se están perdiendo. Uno de sus lemas, Fuerza y Honor, lo tengo grabado a fuego en el alma. Esa Fuerza que me permitió levantarme tantas veces en mi vida, cuando mis problemas de salud infantiles, cuando el acoso escolar, cuando dejé el Seminario y caí en una tremenda depresión. Ese sentido del Honor, honor por saberme hijo de Dios, por saber que mi vida, aunque muchas veces pensé que no, vale mucho, por saber que tengo una misión que debo desempeñar, por saber que debo ser leal y consecuente conmigo mismo, por saber que en la vida hay que jugar limpio y amar a los demás, aun cuando te hagan jugarretas.

Fue también uno de los mejores divulgadores de la Historia, sino el mejor, que ha tenido España. Sus Pasajes de la Historia fueron realmente memorables. En ellos Narró la vida y obra de grandes personajes históricos como Julio César, Alejandro Magno, el emperador Claudio, San Francisco de Asís, Napoleón Bonaparte. Nos descubrió a personajes que, aunque por entonces habían sido olvidados, habían sido realmente decisivos en nuestra historia, como en el caso de Blas de Lezo. Nos relató batallas importantes como El Levantamiento del 2 de Mayo, las Cruzadas, las Guerras Cántabras. Todo ello demostrando un profundo conocimiento de la historia y también una capacidad de interpretación de los hechos históricos que le ponen, en mi modesta opinión, a la altura de los más grandes historiadores. Todo esto supongo, es de por sí digno de elogio. Además de sus Pasajes de la Historia tenía también los conocidos "Versus" donde contaba la historia de rivalidad de personajes como, por ejemplo, Góngora y Quevedo. O sus Pasajes del Terror, donde relataba los dramáticos crímenes perpetrados por psicokiller como Alexandre Pearce "un caníbal irlandés en Australia" o Jeanne Weber "la estranguladora de París", entre otros.

Cabe decir que hay algo que hizo de Cebri una persona realmente especial, algo por lo que realmente le tengo por uno de los tipos más sabios y luchadores que jamás han existido. Era ciego. Siendo joven se quedó ciego. Cuando otras personas se lo hubieran tomado con rabia, él se lo tomó con filosofía y siguió luchando por su vocación, la vocación de ser periodista, la vocación de ser escritor, la vocación, en definitiva, de contar historias. Una de sus frases favoritas era "Todos los días mueren doce genios, en el anonimato, sin que nos demos cuenta". Con el tiempo vi la gran verdad de esta frase, cuando tras fallecer personas de mi entorno vi la gran genialidad que tenían. En el caso de Juan Antonio Cebrián siempre he dicho que aquel día sólo falleció un genio, él, y no lo hizo precisamente en el anonimato, pues fuimos muchos los que aquella noche lloramos su partida y los que hoy seguimos recordandole con gran cariño. Mientras escribo estas líneas me sigue embargando la emoción y siento que algunas lágrimas quieren salir a flote.

Siete años ya sin el que fue el gran amigo que tuve en mi infancia, alguien que, sin conocerme, me acompañó durante infinidad de noches y alguien con quien tanto aprendí, que tanto me enseñó. Siete años de la muerte de una persona, pero el maestro sigue presente. Como creyente creo en la vida después de esta vida, creo que la muerte no es el final, sino el comienzo de la Eternidad. Por otra parte, sus Pasajes de la Historia, sus programas, las entrevistas que concedió... todo se encuentra en Internet. Por ello, de alguna manera sigue hablando, sigue enseñando, a través de esas grabaciones. No podía ver con los ojos físicos, pero si con los ojos del corazón y, como nos enseñó El Príncipito, lo esencial es invisible a los ojos, sólo puede verse con el corazón. Cebri tuvo un gran corazón, por ello pudo ver, por ello fue un sabio y por ello estará eternamente en la memoria de quienes le conocimos, aunque fuera a través de un transistor. Descansa en paz, maestro, y gracias por tu dedicación durante tantísimos años. Fuerza y Honor.

viernes, 26 de septiembre de 2014

San Elzeario y Beata Delfina, un matrimonio santo

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Santidad en el matrimonio
Traigo a este blog una breve biografía de San Elzeario y la Beata Delfina, su esposa. Se trata de un matrimonio perteneciente a la Tercera Orden Franciscana, la que hoy se conoce como Orden Franciscana Seglar, que vivió entre los siglos XIII y XIV. Delfina de Signe, cuyo nombre significa "Aquella que mata serpientes", nació en torno a 1284 en Puy Michel (Francia) en una familia noble, ya que era hija de los condes de Marsella. Se dijo de ella que tenía "una santidad delicadamente femenina, que se difundió a su alrededor como linfa silenciosa y generosa, para alimentar en el bien a cuantos estuvieron a su alrededor".

Con doce años se comprometió con Elzeario, nacido en el castillo de Ansouis, un pequeño poblado de la Provenza, hacia 1285. Este era hijo de Ermangao de Sabrán, conde de Ariano, en el reino de Nápoles. Su madre, Lauduna d´Albe de Roquemartine, una mujer de gran piedad y caridad, ofreció a su hijo, tras el bautismo, al Señor con el fin de que fuera preservado de todo pecado. Elzeario fue educado por su tío Guillermo de Sabran, abad del monasterio benedictino de San Víctor, donde vivió durante su infancia.
Se casaron en 1299 y decidieron escoger la castidad como medio de perfección espiritual, por lo que se les ha considerado como un "matrimonio blanco", al no tener relaciones conyugales. En un principio vivieron en el castillo de Ansouis, donde escogieron vivir en penitencia y en vida de ascetismo. Posteriormente se trasladarían al castillo de Puy Michel. Fue viviendo allí cuando profesaron en la Tercera Orden Franciscana, lo que daría una nueva dimensión a su vida interio, desarrollada a través de la caridad. 

Ambos habían nacido en el seno de familias ricas, como San Francisco de Asís, y también ellos se hicieron humildes y pobres dedicando su vida al socorro de los pobres y las obras de misericordia, vida de penitencia, oración y mortificación atendiendo, además, a los leprosos. Pasaron, como se dice en la familia franciscana, de la vida al Evangelio y del Evangelio a la vida siguiendo a Jesucristo Pobre y Crucificado, perseverando en su voto de castidad perpetua y rezando el oficio de los terciarios franciscanos. Ambos vestían con una túnica de paño gris ceñida con el cordón a modo de hábito.
Elzeario, a la muerte de su padre, heredó el condado de Ariano Hirpino  (Nápoles), por lo que ambos tuvieron que vivir desde entonces allí. El santo gobernó con bondad y sabiduría. Por otra parte, ambos mantuvieron su actividad benéfica, ejerciendo como embajadores de concordia, caridad y oración en medio de tumultos y rebeliones, aunque consiguiendo conquistar la admiración y el cariño de las gentes, especialmente mediante la defensa de los pobres frente a la opresión de los ricos. Por otra parte, Delfina fue una de las damas de honor de la reina Sancha, esposa del rey Roberto de Anjou, rey de Nápoles, mientras que Elzeario fue tutor de Carlos, el hijo de los monarcas.

Además de su gobierno en el condado, San Elzeario desempeñó misiones a las que le enviaba el rey. Una de las más destacadas aconteció en 1312, cuando el Rey le encomendó acudir en auxilio del Papa Clemente V, pues Roma se encontraba asediada por las tropas del emperador Enrique VII de Luxemburgo. No obstante, el tesón y empeño de Elzeario y sus hombres forzaron a los soldados imperiales a abandonar la ciudad Eterna.

Elzeario falleció en París, en medio de otra misión, el 27 de septiembre de 1323, fruto de una grave enfermedad tras haber recibido confesión general con el sacerdote y teólogo franciscano Francisco Mairone, quien le administró el Viático. Fue canonizado el 5 de abril de 1369. Como curiosidad histórica, cabe destacar que bastantes años antes de todo esto un niño llamado Guillermo de Grimoard, de salud bastante enfermiza, había recuperado la salud gracias a las plegarias que sus padres habían hecho a San Elzeario. Guillermo era sobrino y ahijado del santo y se convertiría, tiempo después y ya con la salud en plena forma, en el enérgico Papa Urbano V, quien firmó el acta de canonización de su tío y padrino.

Tras el fallecimiento de su esposo, la Beata Delfina, que llegó a ver canonizado a su esposo, le honró continuando las buenas obras e imitando las virtudes que ambos habían vivido. La reina Sancha, tras la muerte de su esposo, tomó el hábito de las Clarisas Pobres en un convento de Nápoles decidiendo que, mientras viviera, debía seguir contando con la asistencia de Delfina, quien siguió siendo su consejera y guía en la vida espiritual hasta la muerte de la soberana. Una vez falleció Sancha, la Beata regresó a su Provenza natal, donde viviría recluida, primero en Cabriéres y posteriormente en Apt., distribuyendo sus bienes entre los pobres. Los últimos años de su vida soportó con heroica paciencia una dolorosa enfermedad, falleciendo a los 74 años de edad. Fue sepultada en Apt, junto a su marido y beatificada por el Papa Inocencio XII el 24 de julio de 1694.

Fuentes:
http://assertum.blogspot.com.es/2014/09/san-elzeario-de-sabran-y-la-beata.html
http://es.catholic.net/santoral/articulo.php?id=14101
http://www.franciscanos.net/santoral/diario/09setiembre26.htm
http://www.eltestigofiel.org/lectura/santoral.php?idu=4315
http://vidas-santas.blogspot.com.es/2013/11/beata-delfina-de-signe-viuda.html
http://profesorjuanra.blogspot.com.es/2013/09/elzeario-o-elzearo-santo.html

jueves, 10 de julio de 2014

Las parroquias de verano



He estado unos días en Cádiz, con mi familia, en Chiclana. Siempre, cuando llega el verano, recuerdo una frase que me dijeron hace tiempo y resuena con fuerza en mi corazón: "Dios no se va de vacaciones". Normalmente, durante el periodo estival, las parroquias de las grandes ciudades y sus periferias suelen vaciarse ya que los feligreses marchan a los lugares donde pasarán unos días de descanso, para recargar sus fuerzas tras un intenso año de trabajo. Los grupos parroquiales se despiden hasta septiembre-octubre, salvo excepciones como la de un grupo de oración de la Renovación Carismática al que suelo acudir y que durante el verano sigue "abierto". En estos meses de julio y agosto llega el tiempo de lo que llamo "parroquias de verano". 

Escribo esto tras meditar unas palabras que dijo el sacerdote en la Eucaristía de este pasado domingo 6 de julio mientras saludaba a los feligreses veraniegos. Coincidía el Evangelio con ese "Venid a mí los que estáis cansados y agobiados". Se trata de una frase central en nuestra vida como cristianos, así por lo menos lo creo. El descanso de un cristiano no puede ser el "no hacer nada" de los paganos, sino que es bueno llenar ese ocio con algo más, con algo que ensanche el alma y nos acerque más a Dios. Está muy bien ir a la piscina, a la playa o a la montaña y relajarse, claro que sí. Pero no podemos olvidarnos de que nuestro verdadero descanso está en Dios, como decía San Agustín y también el Salmo 41 (pues nuestra alma no descansa hasta que bebe del Manantial de la vida, siempre tenemos sed de Dios, del Dios vivo). 

El verano es también un tiempo propicio para dar testimonio de nuestra fe, sabiendo ser sobrios al divertirnos (sin caer en gula ni borracheras), manteniendo el pudor y las formas cuando estamos en zonas de baño y descanso (¡¡y cuando asistimos a la Eucaristía!! no toda ropa es valida para entrar a la iglesia, y esto tanto para ellos como para ellas). Pero, sobre todo, es un tiempo de gracia para crecer en el amor a nuestro prójimo. Esto debe tenerse en cuenta a la hora de ir a comprar o al pedir una consumición en el bar, por ejemplo. Debemos tener en cuenta, cuando interactuamos con otras personas, que son seres humanos que nos atienden y no mulas a las que puede dárseles un espuelazo. Cuántos hipócritas he visto tratar con desdén a los camareros y luego darse golpes de pecho (y eso por no hablar de ciertos comportamientos anticristianos que he visto en personas que se autodenominan cristianas, que me daría para multitud de artículos, pero he venido a dar luz y esperanza, no a cargar tintas contra otras personas). En definitiva, debemos tratar al otro tal como nosotros queremos ser tratados. Por cierto, en verano suele suceder que coincidimos con personas que quizá no nos caen bien (la suegra, el cuñado...), en esos casos os pido encarecidamente recordéis el "amad a vuestros enemigos..." pues, si no amáis a quien os cae mal ¿Qué merito tendréis? en definitiva, demos un ejemplar testimonio de vida cristiana también en verano.

No obstante, un pilar fundamental en nuestra vida es la oración, pues sin la ayuda de Dios nada podemos. El Señor, como digo, no se va de vacaciones. Siempre está ahí, en el Sagrario, en la Santa Misa, siempre podemos darle culto y pedirle ayuda. No valen excusas como "es que hoy (Domingo) he estado en la playa" o "en este país no entiendo el idioma" pues aunque sea verano los preceptos de la Iglesia, y nuestro deber de amar a Dios y al prójimo siguen vigentes. Por ello, aunque estemos muy bien en nuestra piscina o en la playa siempre hay un momento para ir a misa o para hacer oración, aunque se trate tan sólo de alzar la mirada al cielo y, levantando los brazos, alabar a Dios. 

Por otra parte, un aspecto donde se hace patente nuestro testimonio cristiano es el de ofrecernos para ayudar en la parroquia de aquel lugar donde veraneamos, especialmente si se trata de nuestro lugar de veraneo habitual. No se trata de hacer cosas extraordinarias sino de que cada uno, poniendo sus dones y talentos al servicio de Dios y de los hermanos, dé gloria a Dios ofreciendo un rato de ese tiempo de ocio, también en verano. En mi caso lo que suelo hacer es ir a una parroquia del lugar donde veraneo y ayudar en la Eucaristía tanto acolitando como dando la Sagrada Comunión (como ministro extraordinario). Por cierto, que allí también va algún sacerdote de mi ciudad a pasar unos días y se acerca a esta iglesia para celebrar misa, algo que me parece precioso pues refleja la gran familia que es la Iglesia. Los católicos, seamos de donde seamos, somos hermanos y ayudamos a los demás allá donde vayamos. No nos limitamos a colaborar en nuestro entorno (nuestra parroquia) sino también en otros lugares, lo cual de alguna forma también supone ser misionero. No hace falta ir a Perú, por ejemplo, como misionero para tener un verano cristiano (aunque es una gran labor, por supuesto), pues podemos ser misioneros en el pueblo o ciudad donde pasamos el verano ¿Te lo habías planteado? 

En fin, queridos lectores, espero que paséis un feliz verano y recordad siempre que Dios no se va de vacaciones. Cuando hagáis las maletas preparad un espacio para Él. 


jueves, 12 de junio de 2014

Verbena de San Antonio de la Florida. Por Ricardo Sepúlveda

El Baile de San Antonio de la Florida. Francisco de Goya
El Baile de San Antonio de la Florida. Francisco de Goya
Hace tiempo cayó en mis manos uno de esos libros que se encuentran a veces casi escondidos en las estanterías de las grandes librerías. Son libros que, pese a no tener la fama del Quijote, creo que merece la pena leerlos, especialmente si se refieren a la historia de la ciudad donde uno ha nacido y crecido. Este libro, en concreto, se llama  Madrid Viejo: crónicas, avisos, costumbres, leyendas y descripciones de la villa y corte en los siglos pasados". Su autor, Ricardo Sepúlveda, fue un escritor nacido en Zaragoza (1846) cuya obra abarcó teatro, historia, libros de viaje y zarzuela. Aunque estudió Derecho, destacó por su faceta literaria escribiendo obras como : El Museo Universal (1857), El Monasterio de San jerónimo el Real de Madrid: estudio histórico-literario (1888), La Casa de las Siete Chimeneas, entre otros. Además del mencionado libro sobre el Madrid Viejo. Fue miembro de la Real Academia de la Historia y de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando. Destacó, se dice, por su gracejo e ingeniosa chispa que le permitieron describir genialmente las cosas de Madrid. Su "Madrid Viejo" le tengo en una edición de 2008, versión facsímil editada por la Editorial Maxtor (de Valladolid), la cual realiza facsímiles de libros antiguos y "de viejo". Ricardo Sepúlveda falleció en 1909.
Me parecía interesante, ahora que se acercan dos festividades de gran tradición en Madrid, traer a la luz de este candil aquello que Ricardo Sepúlveda cuenta sobre ellas. Me refiero a San Antonio de la Florida, que se celebra mañana 13 de junio (San Antonio de Padua) y al Corpus Christi. Pero en este primer artículo me referiré únicamente a la festividad de San Antonio con la cual el verano "toma posesión oficial de la villa del oso". El autor habla de esta verbena en las páginas 38-41 del citado libro. Allá van estas líneas que nos conectan con la historia de la villa y corte madrileña y sus tradiciones. Lo transcribo tal cual lo plasmó su autor, un poco como homenaje a este cronista de Madrid. Hago algunos comentarios personales anexos.

Dice Sepúlveda que "el verano no toma posesión oficial de la villa del oso, hasta que las espigas de rojo pálido de la verbena de San Antonio maduran sobre sus tallos".  De alguna manera, como vemos, sirve San Antonio como preludio a la temporada de verano, aunque aún estemos en Primavera.
san antonio verbenaEs entonces, relata, "en cuanto los verbenarii de los pueblos circunvecinos se presentan en los mercados de la corte, con cestas de cangrejos y de berros, con requesón de Miraflores y con rábanos, llevando en los cuévanos ramitos de verbena, a semejanza de los antiguos heraldos de armas, que se ceñían con ella la cabeza, cuando iban a anunciar la paz o la guerra; en cuanto el calendario de los santos y los astrónomos señala la entrada triunfal del mes de Junio, el Quasimodo de la ermita de San Antonio de la Florida, que pudo ser de mozo sacristán o monaguillo, limpia apresurado el altar del Santo y riega, con agua lustral de flores de verbena, el suelo y las paredes, dentro y fuera del lugar bendito". Realmente impresiona ver como en el transcurso de unos pocos días la ermita se transforma y engalana para la festividad de su Santo Patrón. De esta manera, explica Sepúlveda, "entiende la purificación del templo el ermitaño solitario, que pasa días y meses oyendo el silbido de las locomotoras del Norte (la actual estación de Príncipe Pío), acuarteladas en las praderas de San Antonio". Sorprende leer esto si lo hacemos con nuestra perspectiva histórica, pero en época de su autor es muy probable que el actual barrio ribereño tuviera una fisonomía muy diferente. Muchas veces he recorrido esa histórica estación de Norte, más de una vez trato de imaginarme aquellas locomotoras antiguas, de vapor y con un traqueteo suave, cruzando esas vías por las cuales ahora transcurren los modernos trenes de Cercanías.  A veces, en el silencio de la noche, aún parece que resuenan los ecos de aquellos pitidos a los que hacía alusión Sepúlveda.

¿Cómo se preparaban para la Santa Misa? nos responde Sepúlveda: "Al mismo tiempo que el ermitaño limpia, el capellán prepara su mejor casulla; pasa revista a las albas y sobrepellices, que planchan y encañonan manos castas: se proporciona, si no los tiene, uno o dos libros misales, con broches plateados y atril de nogal bruñido; mira con éxtasis los frescos de Goya (ya no deben estar muy frescos), que para honor del arte pictórico dejó en el cielo sonriente de la ermita, representando ángeles un poco mundanos, el célebre maestro, y recita con voz monótona un párrafo del sermón-panegírico, que, por periodos, va aprendiendo de memoria para predicarlo a los fieles". Se refiere, claro está, a la ermita de San Antonio que conserva los frescos de don Francisco de Goya. Actualmente funciona cómo museo mientras que la Santa Misa se celebra en la réplica, que se construyó al lado, que suele llenarse durante las Eucaristías dominicales e incluso a diario. De hecho por el día está abierta unas cuantas horas, lo cual permite a los madrileños, especialmente a la gente del barrio o a quien pase por allí, ir a rezar. Por otra parte, la visita a la ermita original merece mucho la pena, es impresionante.

Prosigue Ricardo Sepúlveda dándonos detalles sobre las horas previas a la festividad: había "un palio de tisú bordado en seda con varas de pino doradas; una custodia de plata para el tabernáculo; un incensario de metal blanco ennegrecido por el humo, y una cruz del mismo metal para el centro del retablo, contemplan el lujo de la decoración y ornamentos sagrados, con que el capellán titular de la ermita se dispone a solemnizar, todos los años, el día 13 de Junio, las glorias de la verbena de San Antonio de la Florida. Llegado el momento, la campana de la ermita llama con regocijado volteo a los hijos de Madrid, y les incita impacientemente para que vayan "a coger la verbena", caminito abajo de la carretera de Castilla, y lo que queda de prado junto al venerado templo. Madrid no oye la campana, pero la adivina, y en el acto, todos aquellos que guardan en su pecho la tradición de las verbenas, el aniversario de las romerías y el culto de las corridas de toros, van junto a la puerta de San Vicente e inmediaciones de la estación del Norte, a formar, en filas desiguales, el alegre tumulto, que, entre agualojeros, buñoleros, barquilleros, reposteros, avellaneros, naranjeros y tomadores, pasan la noche bostezando y cantando al son de guitarras, bandurrias y panderetas". En pocas líneas explica, con maestría, cómo se va preparando la celebración religiosa, como de diversos puntos de Madrid (que por entonces tendría en la Castellana, antigua carretera de Castilla, una de sus "fronteras", desde ambos lados del río, madrileños que acudían con entusiasmo a las diversas romerías y verbenas que por entonces se celebraban en Madrid (algunas hoy desaparecidas, como la Verbena de Santiago o la de la Virgen del Puerto). Parece, leyendo estas líneas, como si desde una ventana contemplásemos al capellán preparando la Misa de San Antonio, o a las gentes de aquel Madrid celebrando la verbena. Resulta interesante, a ojos de un historiador, ver el tipo de oficios que había alrededor de una verbena, algunos hoy ya desaparecidos. Aún se ven por Madrid algunos barquilleros, aunque han perdido algo del misterio que tenían cuando jugabas a tratar de conseguir dos barquillos y quizá te quedabas sólo con uno, o con ninguno. Hoy simplemente le dices cuantos barquillos quieres y te los vende.

Azulejo que reproduce la Verbena de San Antonio
Azulejo que reproduce la Verbena de San Antonio
El autor, en sus últimas líneas, se refiere más bien a la verbena en sí que a la celebración religiosa, nos cuenta cómo los madrileños de hace más de 150 años vivían este tipo de festividades: "Ríos de mosto en "sangría.... suelta", con limón y sin limón y con azúcar, pasa constantemente por las fauces sedientas de los devotos, que llegan algunas veces a emborracharse, y como la temperatura es, por lo común, tan sofocante que hace cantar a los grillos en los ribazos, y a las chicharras en los árboles de la Casa de Campo y en la Moncloa, la mayor parte de los verbenistas se quedan paseando o bailando para asistir a la primera misa de San Antonio, o bien, soñolientos y descoyuntados, dejan la tela, entre los horrores de una indigestión de masa frita, a la hora en que el mochuelo da su último gañido y la alondra de los trigos alza el vuelo para saludar al sol naciente". Quizá, querido lector, hayas acudido alguna vez a ver la Zarzuela de San Antonio de la Florida. Si es así, posiblemente leyendo estas líneas te hayan venido a la mente algunos de los momentos de dicha zarzuela. Ricardo Sepúlveda muestra, en pocas líneas, una fotografía de aquellas verbenas de San Antonio celebradas al calor de las noches de junio. En cierto modo, no tan diferente de las actuales, pues los verbenistas siguen acudiendo a tomar un vino con los amigos o a tomar algo de "fritanga" en los diversos puestos callejeros, aunque personalmente quien esto escribe sigue prefiriendo tomar un buen chocolate con churros (aunque sea junio, sí). Actualmente, además, hay algunas atracciones para niños, y no tan niños, además de actuaciones musicales (que supongo antiguamente también habría música, aunque fuera de organillo, dulzaina y chotis).

Concluye Ricardo Sepúlveda diciendo que "En este solemne instante (durante el amanecer) es cuando todos se retiran a dormir la mona a sus respectivos alojamientos, hasta que llega la noche y se repite el jaleo verbenil, con más calor si cabe que en la víspera. El ermitaño ha cuidado, durante las últimas horas de la noche, de renovar las flores, para que el aire que se respire en el Santuario tenga el perfume de la azucena, y mientras llega el capellán y empieza la fiesta, entona sotto voce este dulce cantar de Trueba: "Entre flores y ramas tienes tu ermita, Glorioso San Antonio De la Florida". De alguna forma nos trae varias postales antiguas. Por un lado aquellos que han trasnochado y se retiran a sus hogares, por otra parte el ermitaño cuidando el templo y el capellán preparando la Misa de San Antonio. Con maestría sabe unir los tres escenarios para que el lector pueda hacerse una única imagen y comprenda como se vivían por entonces estas verbenas madrileñas. Posteriormente pasa a describir la verbena de San juan Bautista, en el prado de la Toya, o Atocha.

Me ha parecido traer bajo la luz de este candil las palabras con las que glosa Sepúlveda el Madrid de su tiempo durante la festividad de San Antonio de la Florida, que como ya sabéis se celebra mañana aunque tiene su continuación, durante los días de verbenas, a lo largo de la próxima semana. Creo que además de conocer y celebrar nuestras tradiciones, especialmente las festividades religiosas, es bueno saber como se celebraban en el pasado, ya que nos ayuda a conocer nuestro folclore popular y ver que, en el fondo, no somos tan diferentes de nuestros antepasados. También es curioso, en el Madrid del siglo XXI, ver la actual Cuesta de San Vicente e imaginar a aquellos chulapos y chulapas bajando, unos caminando, otros en mulas y carros. Me gusta sentarme en el actual Madrid Río y pensar en aquel Madrid antiguo, en sus gentes, en las cosas que aquí ocurrieron en el pasado y en las personas que pisaron sus calles (entre ellas, mi Santo Patrón: San Francisco de Asís). En Wikipedia hay un buen artículo con más información sobre la Verbena de San Antonio de la Florida, os animo a leerlo, pues hay algunas tradiciones realmente curiosas, como la de los alfileres arrojados a la pila bautismal simulando las arras matrimoniales y la bendición de los panecillos que después los verbenistas guardan durante el año en la creencia de que, mediante el ahorro, serán bendecidos con bienes materiales. También algunos blogs dan más información sobre esta fiesta, por ejemplo este de Caminando por Madrid. Un blog muy bueno sobre curiosidades e historia de Madrid es Secretos de Madrid

Sin más, concluyo invitándoos a acudir mañana a la Eucaristía (habrá diversas horas de celebración durante la mañana) y a la procesión que tendrán lugar mañana en la ermita de San Antonio de la Florida. Se trata, decía Trueba, de "la primera verbena que Dios envía". Con ella, de alguna forma, el verano anuncia que ya está aquí. Según la web de la ermita y parroquia, Mañana día 13 hay misas+procesión+panecillos+veneración reliquia+ verbena+confesiones de 6:30 a 24:00. Las misas serán a las 7, 8, 9, 10, 11 de la mañana y a las 17, 18, 19, 20, 21 de la tarde. La Misa Mayor y Procesión de San Antonio será a las 12 de la mañana.

Termino recomendándoos que compréis el libro, especialmente si sois madrileños, os gustará. Habla de lugares con historia que hoy nos resulta complicado imaginar como eran antiguamente, por ejemplo la Red de San Luis o la Plaza de Santo Domingo, donde se encontraba el antiguo monasterio de Santo Domingo el Real, donde estuvo enterrado Pedro I de Castilla, llamado El Cruel o podremos conocer el por qué de nombres de calles como La Montera, El Bonetillo y ver lo que ocurrió con la Casa del Duende o en las Gradas de San Felipe (el mentidero mayor de la villa).
Para este artículo se han extraído fragmentos del capítulo "Las Verbenas" de Ricardo Sepúlveda en su obra Madrid Viejo, crónicas, avisos, costumbres, leyendas y descripciones de la villa y corte en los siglos pasados", pp. 38-41. Edición facsímil de 2008 editada por la Editorial Maxtor, de Valladolid.

martes, 3 de junio de 2014

El Cielo es Real, la historia de Colton Burpo

Colton Burpo y sus padres

En los próximos días se va a estrenar una película que narra una historia ocurrida en 2003, cuando Colton Burpo, un niño de Nebraska, contó a sus padres una serie de experiencias que tuvo cuando tenía 4 años. Se encontraba, a tan corta edad, en un quirófano ya que iba a ser operado de peritonitis. Debido a la gravedad de su estado, los médicos temían por su vida. Bajo los efectos de la anestesia, según relató a sus padres, vivió una experiencia que, aunque sorprendente, no es el único testimonio al respecto que se conoce. El pequeño Colton estuvo en el Cielo y fue eso lo que contó a Todd Burpo, su padre, un pastor metodista wesleyano (corriente poco dada a visiones y profecías) quien recopiló sus experiencias intentando ver si se ajustaban a lo que conocía de la Biblia.  Una de las primeras cosas que le contó fue "Papá, Jesús usó al doctor OŽHolleran para que le ayudara a repararme. Jesús además me dijo que debía ser bueno". 

Posteriormente, la periodista Lynn Vicent colaboró con Todd para publicar un libro con las experiencias de su hijo. Tan sólo en Estados Unidos se vendieron 8 millones de ejemplares. La película, estrenada con notable éxito en aquel país, está previsto que se estrene en España el 19 de junio.  Uno puede pensar que se trata de una película más o que es una historia bonita pero que no puede ser verdad. Sin embargo ¿Cual es la experiencia que tuvo el pequeño? Yo creo que se trata de una vivencia que muestra la realidad de lo que ocurre cuando abandonamos este mundo, prueba que realmente hay vida más allá de la muerte. Lo cual, creo, puede servir para dar esperanza a tantas personas que lo están pasando mal o por el temor a la muerte o porque se ha muerto un ser querido.  Por ello creo interesante mostrar, a la luz del candil, lo que vivió Colton.

El niño, como he contado, se encontraba en una operación de apendicitis con tan sólo cuatro años, entre la vida y la muerte. Fue entonces cuando estuvo en el Cielo, viviendo lo que se conoce como una experiencia cercana a la muerte. Sin embargo, no sería hasta 2003, durante un viaje familiar, cuando explicó que mientras se encontraba en el quirófano había recibido la visita de unos ángeles. Todd, su padre, aunque no daba crédito a lo que le contaba su hijo, lo animó a seguir. Según relató el niño, mientras lo operaban vio a sus padres, que se encontraban en la sala de espera, desconsolados, con temor a perderle. Posteriormente fue dando más detalles de su breve paso por el Cielo, donde entre otros conoció a su bisabuelo Pop, a quien no había podido conocer por llevar muerto más de treinta años. También conoció a una hermana, a quien su madre había perdido durante el segundo mes de embarazo, Colton lo relató así: "Me achuchaba, me besaba… Yo era pequeño y eso no me hacía gracia, pero bueno… Luego se lo conté a mi madre y se puso a llorar".

Pero no solo vio a familiares sino que, según cuenta el pequeño Colton, llegó a conocer a Jesucristo, quien "Tiene pelo castaño, barba larga, la tez un poco oscura y la mayor sonrisa que jamás he visto" y la sensación que hay en el Cielo "No es de furia, ni tampoco tristeza, solo sensación de felicidad".  También vio al Arcángel San Gabriel, a San Juan Bautista y a la Vírgen María, además de a una multitud de ángeles, relata: "Vi a Jesús, al Espíritu Santo, muchos ángeles… Y los ángeles me cantaban bonitas canciones”; Jesús es “alto, con barba, cabello castaño oscuro y ojos de un azul muy celeste. Su sonrisa es bellísima. Es muy bondadoso, amor puro. Y monta en un precioso caballo blanco”; los ángeles “se parecen a las personas, pero algo más grandes, con alas… Llevan mensajes de Jesús, protegen a las personas, ¡no paran…! El arcángel Gabriel es un bromista, hace reír a todos. Y el arcángel Miguel lleva una gran espada en llama". Además el Cielo es, según la experiencia que vivió Colton un lugar lleno de ángeles y de un gran arco iris, además hay muchos animales. Jesús está sentado a la derecha de Dios, tal como enseña la Biblia, y hay una sensación de inmensa paz.

El principal mensaje del libro, y de la película, es simple pero profundo: Cristo ama a los niños y siempre hay esperanza para quienes han perdido un ser querido. Creo que es importante  el testimonio de Colton Burpo, parecido al de tantas personas que han tenido experiencias cercanas a la muerte pero a la vez con la diferencia de que se trata de alguien que tan era un niño cuando tuvo esa experiencia, por lo que probablemente cuente con mayor certeza lo que realmente vivió. La película, no obstante, no cuenta todo lo que dice el libro, por lo que para quien esté interesado en profundizar en esta historia quizá creo que es mejor que antes lea el libro.

En definitiva, el testimonio de Colton es una muestra más de que lo que decimos los creyentes, que con la muerte no se termina la vida, es verdad. Habrá quien, en su escepticismo recalcitrante, no se lo crea y dirá "será fruto de la anestesia" y cosas así. Pero claro, si el aborto espontáneo que padeció su madre ocurrió unos años antes del nacimiento de Colton y a este nunca le habían contado esta historia ¿Realmente la anestesia puede hacer algo así? o lo del bisabuelo Pop, a quien tampoco había conocido. Los necios seguirán negando que hay vida después de la muerte. Los que somos creyentes sabemos que si que hay vida tras la muerte. Cada vez hay más testimonios de personas que han tenido estas experiencias cercanas a la muerte, incluso por parte de los médicos y enfermeros que atendieron a estas personas. Creo que es algo positivo que las personas que han tenido estas experiencias cuenten su historia. Normalmente, quien ha tenido una experiencia de este tipo pierde el miedo a la vida (en realidad no tenemos miedo a la muerte, tenemos miedo a la vida) y tampoco teme morir. Sin embargo hay mucha gente que teme a la vida, que teme la muerte y testimonios como el de Colton pueden serles de gran ayuda. Sí, verdaderamente el Cielo es real. Yo he tenido alguna experiencia más o menos parecida (no tan fuerte) y puedo corroborarlo. Hay vida después de esta vida. Demos esperanza a nuestros amigos y familiares.  

domingo, 30 de marzo de 2014

Internet ¿ángel o demonio?



Anoche trataron, en un conocido y ya veterano programa radiofónico, el tema de la influencia de Internet en nuestra sociedad. Se cumple, dijeron, el 20 aniversario de la implantación del primer servidor de Internet en España. Fue entonces cuando la red de redes comenzó a expandirse por nuestro país a nivel global (ya existían pequeñas redes e intranets, sobre todo pertenecientes a universidades y organismos oficiales). Se preguntaban sobre si esta era cibernética en la que nos hallamos inmersos ha tenido una buena o mala influencia en las personas.
En mi caso, aquello me pilló siendo un niño. Comencé a utilizar Internet en 1995, con trece años. Era la época donde, para nuestros trabajos escolares, aún utilizábamos las viejas enciclopedias de papel, las de toda la vida. Sin embargo, dos o tres años antes, había entrado en nuestras vidas la conocida como Encarta, probablemente la primera enciclopedia digital que existió. Recuerdo mis primeros tiempos en la red de redes con grato cariño. Entraba a los, por entonces, escasos y limitados buscadores (Ozú, Altavista, Yahoo…) para buscar todo aquello que pudiera servirme de ayuda de cara a los mencionados trabajos escolares. Pero también investigaba sobre otros temas que, tantos años después, siguen apasionándome: historia, religión, arte, deportes, filosofía, misterio… se abría con Internet todo un abanico de posibilidades de cara a poder ir creciendo en el aprendizaje de aquellas materias que tanto me gustaban. Era una época donde la Red aún era concebida como algo “limpio”, que tan sólo sería utilizada para lo bueno y noble que hay en el ser humano.
Entre los años 96 y 99 hubo, además, algo que especialmente me ayudó mucho: el IRC y loschats. Digo esto porque en aquella época yo era muy tímido, me costaba hacer amigos y el hecho de poder hablar con aquellos “amigos virtuales” me hacía no sentirme tan sólo en una época donde sufría acoso escolar. Por lo que el poder quedarme, en las horas de recreo, en el aula de informática, navegando por la red era para mí un consuelo ante la situación que vivía en clase. Recuerdo conversaciones con Admi, Litros y otros amigos a los cuales sabía que podía contar aquello que ni siquiera a mis amigos de Santoyo, mi querido pueblo, me atrevía a revelar cuando les hablaba sobre lo que padecía en clase. Durante aquellos años igualmente seguía buscando en la Web información sobre los temas antes mencionados. Después vendría el Messenger y la posibilidad de estar más en contacto con los amigos reales, con quienes podía conversar aunque ellos estuvieran en el pueblo y yo en mi casa de Carabanchel, donde entonces vivía. Así hasta ahora, con las actuales redes sociales que todos conocemos.
Sin embargo, algo oscuro se cierne sobre Internet. Es cierto que, tal como aseguran algunos, si no lo buscas es difícil encontrarlo. Pero hoy en día, basta poner una sola palabra en los buscadores para encontrar vídeos de decapitaciones, palizas, torturas, y todo tipo de páginas donde te enseñan a fabricar una bomba o a envenenar a alguien sin ser descubierto. Decía Iker Jímenez, el periodista de quien hablaba antes, que había “estado a punto de perder la fe en el ser humano“. Ocurrió hace un par de semanas, relató, cuando tras ver un reciente, y conocido vídeo, donde una menor de edad sufría una paliza a manos de una compañera de clase mientras otra grababa, terminó encontrando otros vídeos donde aparecía lo peor del ser humano, todo tipo de obras crueles provocadas por el hombre, un verdadero lobo para el hombre tal como decía Hobbes. Son imágenes que repugnan a cualquier persona que tenga un mínimo de humanidad, un pequeño atisbo de empatía y caridad para con el prójimo.Sin embargo, narraba el periodista vitoriano, algunos comentarios eran realmente la muestra de lo peor del ser humano. Había comentarios a esos vídeos donde se bromeaba con las situaciones que en ellos se vivían, incluso se pedía “más carnaza” y se hacían comentarios como “esta decapitación es un poco full, os paso el vídeo de una verdadera decapitación” (este comentario es ficticio, pero iba en esa onda). Son los llamados vídeos gore, las “snuff movies”que creíamos leyenda urbana pero que son una realidad por desgracia (incluso en algunos países son promovidos por las autoridades como ejemplarizantes, por ejemplo en el mundo árabe). Lo que contaba Iker, junto con el hecho de que siempre me han repugnado los chistes pertenecientes al “humor” negro me han llevado a reflexionar sobre esta cuestión. A esto hay que añadir comentarios que aparecían esta semana en uno de los mayores foros de debate españoles en Internet al hilo de lo ocurrido el pasado 22-M en Madrid. Eran comentarios donde algunas ¿personas? deseaban que hubiera muerto algún policía, incluso pedían que los vándalos fueran aún más violentos en sus peleas con la policía. En ese mismo foro también leí algo que me desgarró: ¿humanos? pidiendo que electrificasen la valla de Melilla. Uno puede estar más o menos de acuerdo con la llamada inmigración ilegal. Pero desear que una persona, que está tratando de huir de una guerra o trata de buscar una vida mejor, se electrocute intentando saltar la valla me parece que es perder todo ápice de humanidad que se pueda tener.
Ya en aquella época, finales de los 90, había en Internet algunas Webs donde, si lo buscabas, podías ver cosas macabras o aberraciones sexuales. Es cierto. La diferencia estriba en que entonces no era tan fácil dar con ellas. Hoy, sin embargo, hay imágenes de este tipo que se pueden encontrar con facilidad, sobre todo navegando por las redes sociales o los foros de debate. Se trata, creo, de un problema bastante importante pues, además, no es fácil legislar sobre él. En España, por ejemplo, un gobierno puede prohibir que los servidores aquí alojados tengan fotografías y vídeos de decapitaciones. Puede que incluso en todo Occidente se prohíba. Pero, mientras haya países, donde eso está permitido, los enfermos (que es lo que son) que deseen buscar vídeos y fotografías de este tipo de crímenes pueden hacerlo con facilidad. Y, como digo, en algunos países islámicos incluso se alienta a subir este tipo de cosas a la Red por “ejemplarizantes”. Esto ocurre también con la pornografía infantil. En España puede haber prohibición, pero mientras haya países como Tailandia (donde se permite, incluso se alienta), habrá enfermos que puedan acceder a ese tipo de deformación (no se le puede llamar información a algo que deforma y degrada al ser humano de tal manera).
A esto hay que añadir que vivimos en un mundo totalmente superficial y hedonista. Existen toda una serie de estereotipos que provocan la marginación de quienes no se ajustan a ellos. El estudioso es llamado ”friki”, al que no es agraciado de cara se le insulta y humilla, a la mujer que no tiene el cuerpo de una modelo ya se le llama gorda. Esto también lo he visto en algunos foros. He llegado a ver comentarios donde a María Sharapova se la trataba como gorda por tener un tipo femenino que, creo yo, es realmente atractivo. Sin embargo, parece que las mujeres tienen que estar muy delgadas, sino se les denigra. Y lo peor de todo esto que he contado es que hay unas personitas, los niños, a los que estamos dejando solos ante el peligro.
Es muy facil decir aquello de “bueno, para controlar lo que los niños ven en el ordenador ya están los padres“. De hecho debería ser así. Pero en un país como el nuestro, que ha hecho de los críos un estorbo, la realidad es otra. Se le da al niño la tablet, o se le deja navegar por ordenador para que no moleste. Pero un niño puede llegar, aunque sea sin querer, a ver vídeos realmente macabros. Vídeos e imágenes que por su propia naturaleza deforman al ser humano. Haced una prueba. Cuando camináis por la ciudad y, todos los días, veis mendigos, ¿Hasta que punto os afecta? he llegado a escuchar a personas, incluso buenas personas, que han llegado a sentir cierta insensibilidad al acostumbrarse a ver a los mendigos. Y son personas que tal vez ayudan en lo que pueden, dando dinero a Cáritas u otras ONG. Pasa con las imágenes de guerras en los telediarios. Recuerdo, cuando era pequeño, que las imágenes de la Guerra de Bosnia, el Genocidio de Rwanda, impactaban de verdad a quienes las veían. Hoy vemos, mientras comemos, las imágenes de Siria o de República Centroafricana y no sentimos tanto impacto, como si estuvieramos viendo una película. Hay psicólogos y psiquiatras que hablan sobre esto, dicen que el hombre puede llegar a insensibilizarse ante el sufrimiento ajeno. Algo parecido ocurría en la Antigua Roma. La plebe iba en masa a los anfiteatros a ver luchas de gladiadores, no sentían empatía con quienes morían en la arena. Cuando cortaron el cuello a los Santos Niños Justo y Pastor es muy probable que hubiera romanos disfrutando con esa escena. Cómo la película de Quo Vadis, donde se ve a los cristianos siendo devorados por los leones y el populacho se reía de aquellas muertes. Si, la conciencia humana, nuestra mente, en realidad es muy frágil y puede deformarse. Imaginad el impacto que todo esto puede tener en alguien que lo contempla siendo niño.
Por ello urge que se haga algo por proteger a nuestros niños y adolescentes frente a la oscuridad con la que pueden encontrarse en la Red. Los gobiernos deben legislar al respecto. Como digo, es difícil, sobre todo porque en distintos países rigen leyes diversas. Pero creo que es necesario que en los países donde sea posible limitar al máximo el acceso a ese tipo de contenido perverso y, me atrevo a decir, directamente satánico, debería hacerse. Por otra parte creo que es necesaria más que nunca una profunda reforma educativa y pedagógica en la que deberían participar profesores y educadores de forma conjunta con los padres. Evidentemente no se trata de satanizar Internet sino de aprender a utilizarlo bien. Un cuchillo no es estrictamente malo. Si utilizo el cuchillo para cortar una manzana o una cuerda es un instrumento práctico y malo. Claro, el cuchillo se puede utilizar mal, usándolo para agredir a alguien. Pero eso no hace malo al cuchillo, lo que le hace malo es su mal uso. Con Internet pasa lo mismo.
Internet no tiene por qué ser algo malo. Todo lo negativo que hay en la Red ha existido en realidad desde que el hombre es hombre. Siempre ha habido decapitaciones; siempre ha habido gente depravada capaz de cometer las peores vilezas; siempre ha habido gente que acudía al Circo o a la Bastilla a ver como mataban a otras personas. Es cierto que hoy con Internet todo eso está más accesible. Por eso creo que la clave está en educar al ser humano, a la persona, educar su corazón y afectos desde que son pequeños. Hay que enseñar a los niños a utilizar Internet para cosas buenas como aprender, estar con contacto con amigos que viven lejos (asegurándose siempre de que son realmente niños, claro), hacer las tareas para la escuela o para jugar. Si un niño, al que no se le ha educado bien, escucha que ver determinadas webs es malo, aunque lo sepa va a verlas. Un ejemplo es cuando un menor de edad se encierra en el cuarto de baño para masturbarse. Seguramente es consciente de que lo que hace no es bueno, sin embargo lo hace, sus afectos y emociones no han sido debidamente educados y por eso llega a esa situación, pese a que se encierre en el baño para hacerlo. Por eso la clave, está en educarles desde bien pequeños. En mi caso, como digo, navegaba con 13 años por Internet. Ya existían webs donde ver fotografías macabras, algunas incluso las conocía (eran comentadas por los rebeldes del colegio). Sin embargo, a mi nunca me interesaron. Prefería leer sobre temas realmente edificantes y formativos, cómo he dicho al principio. Pero eso es porque, gracias a Dios, mis padres me dieron una excelente educación. Por eso lo repito, la clave está en educar.
Como conclusión quiero reiterar que Internet me parece una excelente herramienta si se utiliza bien. Por ello, respondiendo a mi pregunta, digo que ni es ángel ni es demonio. Simplemente es una herramienta que se debe utilizar bien. Hoy, gracias a la red de redes, podemos estar en  contacto con amigos que viven lejos, reencontrarnos con viejos amigos (hace unos meses me reencontré con un viejo amigo gracias a una red social). Con Internet cualquier persona puede investigar y aprender. A mi, por ejemplo, me gusta la historia de la Antigua Roma. Gracias a Internet tengo acceso a los últimos estudios e investigaciones que se están realizando sobre esa temática. Este año se cumple el 2000 aniversario de la muerte del emperador Octavio Augusto. Puedo leer las investigaciones realizadas sobre su figura por profesores y catedráticos de cualquier universidad del mundo, especializados en el tema. Puedo acceder incluso a libros digitalizados donde se habla sobre personajes de mi pueblo, como Sebastián Cordero de Nevares o Fray Pedro de Santoyo que, de otra manera, no podría encontrar. Y, por último, no solo es un medio a través del cual puedo estar informado sobre lo que ocurre cotidianamente, sino que puedo plasmar mis ideas, mis pensamientos y reflexiones. Donde puedo debatir con otras personas en foros de debate aprendiendo y, quizá, enseñando. Pero además, a través de este altavoz puedo dar unas pinceladas sobre como veo el mundo. Es posible, además, que haya gente que me lea, incluso les guste lo que escribo. Por ello creo que se trata de algo maravilloso.
No pretendo ser un gurú, ni tan siquiera me creo un sabio (aunque como filósofo busque aprender más, pues amo la Sabiduría). Tan sólo soy uno de tantos que caminan por el mundo, lo observan, reflexionan y sacan sus conclusiones. Comparto, pues, con vosotros esta reflexión sobre Internet.
Un apunte: leed esta entrada de mi compañero bloguero Santiago González, Sacerdote: http://www.infovaticana.com/blog/adelantelafe/satanas-y-su-actual-proyecto-humanista/ habla de alguna de las cuestiones que he comentado y da algunas pistas sobre otros temas sobre los que podría hablar algún día. ¿Hay algún plan para moldear y cambiar la conciencia humana? Algún día escribiré sobre ello. No sólo ocurre en Internet, de momento sólo un adelanto. Buscad proyecto de control mental MK Ultra industria musical. Hay cosas realmente preocupantes.

miércoles, 12 de marzo de 2014

El peregrino cautivado por el torreón de Santoyo

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El caminante llegaba por aquel camino pedregoso, rodeado por dorados trigales. Pasó por aquel convento, pequeño y antiguo, donde vivieron santos y donde más de una vez se alojó quien fuera ama de leche de aquel inolvidable rey navarro, el gran rey navarro. Ese peregrino seguía el camino de las estrellas y vio, de pronto, alzando la cabeza, un majestuoso torreón, un campanario que emergía en medio de un humilde pueblo, fundado en época de los vacceos y que llevó por nombre el del gran emperador de Roma, Octavio Augusto, quien nos hizo a los paisanos plenamente romanos.
Pasó las murallas de aquella pequeña villa, cautivado por esa imponente iglesia cuyo torreón le había enamorado. Llegó hasta la plaza, en ella había unos rosales. Escuchó las campanas repicar, anunciando que se acercaba la hora de la Eucaristía. Entró a la iglesia, que llevaba por nombre el de aquel que no era digno de desatar las sandalias de Cristo y había predicado en el desierto. Mientras oraba quedó cautivado por el majestuoso retablo, donado por una persona del pueblo, Sebastián Cordero de Nevares, quien era Secretario Real de Felipe II. Terminó la Santa Misa, salió a la plaza y vio a mozos y mozas, bailando jotas castellanas al son de las dulzainas. Era 24 de junio, era el día grande de aquel pequeño pueblo, Santoyo, cuya iglesia es conocida como una de las minicatedrales palentinas.
Tras comer en la posada, un buen lechazo como no podía ser menester, acompañado de una jugosa hogaza de pan y regado por un buen Ribera del Duero, reemprendió la marcha, rumbo a Santiago, donde esperaba llegar para la fiesta del Santo Apóstol.
Este relato ha sido escrito en un momento creativo dentro de la asignatura del Máster en Periodismo Social que Carlos González, periodista de COPE, nos está dando esta maravillosa semana donde tanto estamos disfrutando.
Santoyo, ese lugar donde todo es posible y donde el alma experimenta algo realmente maravilloso.

Reflexión sobre una palabra

San Francisco, apóstol de la Paz y el Bien
San Francisco, apóstol de la Paz y el Bien
Comparto con vosotros un ejercicio que hemos realizado en el máster de periodismo social de Crónica Blanca. Consistía en realizar un texto creativo acerca de una palabra cuyo nombre debían adivinar los compañeros. Allá va. Si queréis podéis leer este texto escuchando este vídeo.
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Esta palabra evoca diversos significados. Alguien dijo que allá donde la pusiéramos, estaría nuestro corazón. Podemos buscarla desde un punto de vista material, o podemos ir en pos de su verdadero significado, aquel que trasciende todo lo físico, ese que nos ayuda a entrar en la verdadera presencia de Dios haciendo que nos acerquemos cada vez  más a Él y, por ello, nos permite ayudar a nuestros hermanos.
Un Poverello de Asís renunció a esta palabra, vista desde su lado más material, para enamorarse de otra palabra, con un significado contrario, a la cual conoció cómo “la Santa”. Sin embargo, él poseía mucho de mi palabra desde un punto de vista espiritual, pues estaba lleno de Dios, tenía gran profundidad espiritual y desbordaba por todo su ser la presencia del Espíritu Santo. Destacaba también por su gran Caridad, la cuál regalaba de modo constante y generoso, especialmente entre aquellos que eran despreciados por la sociedad, menospreciados precisamente por aquellos que tenían gran estima por mi palabra vista desde lo material.
Mi palabra, si el hombre se obsesiona por su significado material, le embrutece, pues le hace esclavo de falsos ídolos. Si vemos mi palabra desde lo espiritual, el corazón humano se llena del verdadero Dios, haciendo que el hombre derrame amor a su Creador y a las creaturas que el Señor creó.
Los Roschildt y los Rockefeller poseen sobreabundancia de mi palabra, desde su visión material. San Francisco tenía muchísimo de mi palabra, desde su significado espiritual, el auténtico. Roschildt y Rockefeller son apóstoles de la guerra, porque quieren aunar más y más de mi palabra, pero dándole un significado falso y material, que corrompe sus almas. San Francisco de Asís era, y es, el apóstol de la Paz y el Bien, porque gozaba de mi palabra en su verdadera variante, por ello tuvo un gran patrimonio, pues Cristo imprimió en sus manos, pies y costados, las sagradas llagas de la Pasión. Y sus hijos espirituales, los franciscanos, somos los herederos de ese pequeño gran tesoro que Francisco guardó en el Cielo.
Es de capital importancia averiguar el verdadero significado de mi palabra, el espiritual, si queremos ser fértiles en esta vida y gozar con gran holgura de la vida eterna, una vida que debe ser afortunada pues produce  un eterno bienestar. Recordemos aquellas palabras de El Principito: lo esencial es invisible a los ojos. Y en el caso de mi palabra, lo esencial de ella, su verdadero significado, solo puede apreciarse con el Corazón.
Esta palabra es… la riqueza.

lunes, 3 de marzo de 2014

Don Francisco José Pérez Golfín, testimonio de una vida entregada a Cristo




Aunque no tuve la suerte de conocerle personalmente, me hablaron mucho sobre don Francisco José desde que llegué a esta Diócesis de Getafe que había sido fundada por él y de la que fue su primer obispo. Este 24 de febrero de 2014, cuando se cumple el décimo aniversario de su marcha a la casa del Padre, me gustaría escribir algo sobre él, desde el recuerdo agradecido y el cariño a un santo pastor del pueblo de Dios. Me ha emocionado escribir estas líneas, sin conocerle personalmente, pues he sentido su presencia cercana, cómo si hubiera podido conversar con él.
Infancia y vocación
Me lo imagino sentado en las escaleras que suben a la ermita del Cerro de los Ángeles, conversando tranquilamente con algunos de los sacerdotes a los que ordenó y que, posteriormente, se convirtieron en sus más fieles colaboradores. Probablemente, contemplando el atardecer en el sagrado monte getafense, mientras charlaba afablemente con ellos, recordaba su infancia. Viendo a esos sacerdotes jóvenes y risueños, le venía a la mente aquel muchacho madrileño que un buen día se planteó la llamada de Dios a realizar algo verdaderamente grande. Jesús, su mejor amigo, le quería como sacerdote. Miraba con devoción el Sagrado Corazón de Jesús, la segunda escultura que se erigía en aquel lugar. Siendo apenas un crío, unos individuos habían dinamitado otra imagen del Cristo, previamente tiroteado por unos milicianos. Hoy todavía se pueden ver algunos restos de ese primer Sagrado Corazón que permanece cómo imborrable recuerdo de un negro capítulo de nuestra historia. Nacido en 1931, en el seno de una familia de honda raigambre católica, hijo de don Julio y doña María Luisa. El obispo había visto en su niñez  la cruenta persecución realizada contra quienes profesaban el catolicismo. Ese muchacho no podía entender tanto odio al mensaje de amor que Jesús, su gran amigo, seguía proclamando a través de su Iglesia, esa a la que, siempre que podía, acudía a rezar, pues quería estar tiempo con Jesús. Desde su más tierna infancia quería irse a la vida eterna, no paraba de repetir “yo lo quiero es irme a la vida eterna”, algo que, tratándose de un niño pequeño, sorprendía a sus hermanos mayores, según cuenta don Gabriel Díaz Azarola, sacerdote diocesano de Getafe y, hasta hace unos años, formador del Seminario.
El pequeño Francisco, cuarto de cinco hermanos, fue uno de aquellos “niños de la guerra”, pues durante los primeros años de su niñez vivió a caballo entre Madrid y Barcelona, escapando de la muerte en varias ocasiones. En una de ellas fue montado, junto con sus hermanos, en un camión conducido por un miliciano que tenía la expresa orden de matar a esos inocentes niños. Sin embargo, algo hizo parar a ese soldado en mitad de una solitaria carretera. Aquella tarde parecía haberse detenido el tiempo, no corría el viento pero hacía frío, quizá algo de ese frío sobrecogió al miliciano, como una señal divina. El conductor, me imagino su rostro confuso y quizá apenado por la orden recibida, paró el camión, sacó a los niños y comenzó a dar tiros al aire mientras gritaba ordenándoles que corrieran todo lo que pudieran si querían salvar la vida. Monseñor Pérez Golfín nunca guardó rencor por lo vivido aquellos años. No quería conservar la vida para sí mismo, sino que deseaba desgastarse a favor de sus hermanos. Quería dar hasta el ciento por uno por la salvación de las almas. Quizá haber visto de pequeño tan cercana la muerte favoreció que fuera consciente del verdadero valor de la vida, siendo capaz de observar el Evangelio y de seguir los pasos de Jesús, cumpliendo con sus enseñanzas y ayudando a los más necesitados. Durante la posguerra hizo obras de caridad en los suburbios de Madrid para atender a los más pobres, llegaba a quitarse aquello que le era propio (ropa, dinero) para atenderles.
Pienso en la juventud getafense, en las peregrinaciones organizadas por las Diócesis en las que he estado (Colonia 2005, Roma 2007…) y veo a Monseñor Pérez Golfín feliz con sus jóvenes diocesanos sobre todo, esos encuentros con la juventud de Acción Católica, de la cual fue miembro juvenil. Puedo imaginar, igualmente, esa sonrisa cuando entraba al comedor del Seminario para comer con sus seminaristas. Quizá no me equivoco si digo que el Seminario fue su pequeño gran tesoro, su preciada perla, ese Seminario que puso en marcha, primero en Cubas de la Sagra y, posteriormente, En Cerro de los Ángeles, junto a la ermita de esa Virgen que acaso sea un reflejo de la que es venerada en la Porciúncula, lugar del que los frailes franciscanos no debían marcharse jamás, según ordenó San Francisco de Asís. Siempre he interpretado que el hecho de que carmelitas y seminaristas de Getafe estén en el Cerro, centro neurálgico especialmente significativo para el catolicismo español, consagrado a ese Corazón que reinará en España, sea una muestra de que los católicos “no debemos movernos”, es decir, no debemos inquietarnos ante la fiereza anticatólica pues Jesús reinará. Don Francisco posiblemente tenía esa fe, igual que la tuvo Santa Maravillas de Jesús, que estableció allí uno de sus conventos carmelitas.
Don Francisco
Don Francisco
Cuando el venerado obispo observaba a sus seminaristas recordaba aquellos años que pasó en el Seminario Conciliar de Madrid, junto al parque de Las Vistillas y la Basílica de San Francisco El Grande, donde estuvo entre 1947 y 1956. En su vocación sacerdotal tuvo un papel decisivo su gran amistad con José Manuel (Don José Manuel Lapuerta, fallecido en 2012), quien era un año mayor que Francisco, por lo que entró un año antes al Seminario. Su pequeño amigo tuvo que convencer a su padre para que le dejase entrar al Seminario, pues don Julio tenía otros planes para su hijo ya que soñaba con que fuera abogado del Estado (y terminó siendo abogado de los hombres ante Jesucristo). En un momento dado se lo comentó con desánimo, mientras paseaban por la Plaza de Castilla, a su buen amigo, quien le respondió “Francisco, debes insistir, ten fe”. Así lo hizo, consiguiendo el permiso paterno, lo cual agradeció caminando hasta la imagen de Nuestra Señora de la Virgen Milagrosa, en los Padres Paúles, de rodillas y depositando con delicada ternura una rosa en las manos de María, quien le llevó de la mano durante toda su vida y bajo cuyo maternal manto estaba envuelto.
Aunque cuando entró al Seminario nuestro país vivía años años duros, la crudeza de la posguerra española estaba dando paso a tiempos mejores. De alguna forma me parece vislumbrar un partido de fútbol jugado a principios de los 50, en el patio del Seminario madrileño. Veo a los seminaristas, con sus sotanas, jugando. Alguien le pasa el balón al joven Francisco José que, de un cabezazo impecable, hace que el balón bese la red, marcando un bonito gol. Sí, por su carácter agradable me lo imagino cómo un seminarista risueño, quizá algo bromista, pero con el corazón de un santo. Es recordado por sus compañeros seminaristas como un seminarista simpático, alegre y cariñoso. Pienso en alguna parroquia madrileña, donde acudía el joven seminarista para realizar su pastoral. Antes de entrar le veo dando un bocadillo que había preparado con cariño en el Seminario, a un anciano mendigo que siempre le agradecía con una sonrisa aquel gesto. Durante aquellos años creció en la Gracia de Dios, caminando en todo momento de la mano de la Virgen, quien siempre cuidó de su vocación. Don Francisco escribió, con 22 años, unas deliciosas palabras a la Virgen María: “Madre mía, mi dulce amor, dame locura por Cristo, amor sólo de Cristo. Hazme sacerdote santo, ahora que ya cada vez lo veo más cerca y más claro. Gracias por todo, ahora y siempre. Que cante eternamente vuestro amor”.
El día más importante de su vida fue, sin duda alguna, aquel inolvidable 26 de mayo de 1956. La entonces Catedral madrileña de San Isidro amaneció ese primaveral día bellamente engalanada, preparada para la ordenación sacerdotal de un grupo de jóvenes seminaristas de Madrid. Don Francisco se encontraba entre ellos. Le veo tumbado en el suelo, durante la letanía de los santos, llorando de alegría, se estaba consagrando a Cristo, ofrecía toda su vida al Amor de los Amores, a su gran amigo, se convertía de esa manera en otro Cristo. Desde aquel día ya no era sino un Sacerdote de Dios, alguien que iba a desgastar su vida al servicio del Reino y para ayudar a los cristianos a ser santos, pues se le había encomendado la inmensa labor de apacentar al pueblo de Dios. Viendo su vida podemos asegurar, sin dudarlo, que realizó su tarea de modo encomiable.
 Pastoreando al pueblo de Dios
Su primer destino como sacerdote fue la sierra madrileña, concretamente Alpedrete  (Nuestra Señora de la Asunción) y Los Negrales (Nuestra Señora del Carmen), donde estuvo hasta 1962. Debieron ser años emocionantes, de duro trabajo pero también de grandes ganancias espirituales. Aquellas homilías, donde los corazones de quienes le escuchaban ardían de amor hacía Dios; esas salidas con los jóvenes a las montañas, rezando en lo alto de Cotos, esquiando en Navacerrada o esos paseos por el campo junto a los feligreses a los que dirigía espiritualmente.  Siempre se mostró cercano, atento a los más pobres, destacó por su gran sentido del humor, que contrastaba con su vida austera y sacrificada. Supo atender a cada persona con atención, ayudando a muchas personas con sus estudios, colaborando en el desarrollo espiritual y social de un pueblo que hoy tiene una de sus calles dedicadas al “Obispo Golfín”. Fue muy hospitalario con los pobres y tuvo un gran celo parroquial. Sus feligreses aún se emocionan al recordar cómo atendía a los pobres, con que fervor predicaba en el Vía Crucis o lo felices que hacía a los niños en las excursiones. Entre otras labores, promovió grupos cómo Cursillos de Cristiandad o Acción Católica. También promovió la Adoración Eucarística, de hecho los domingos por la tarde el templo se llenaba durante la Exposición del Santísimo.
Pronto comenzó a ganar fama como director espiritual, tenía un gran conocimiento del Sagrado Corazón de Jesús pues, además de su gran capacidad de discernimiento,el Espíritu Santo le guiaba a la hora de orientar a quienes acudían a él.  Pronto su nombre llegó a oídos de don Leopoldo Eijo y Garay, Patriarca Obispo de Madrid, quien le nombró Director Espiritual del Seminario de Madrid,  cargo en el que trabajó desde 1962 hasta 1973, compaginando esta labor con la de profesor de formación religiosa en la Escuela Técnica de Ingenieros de Caminos.  Le apasionaba poder enseñar a la juventud, consciente de que los jóvenes son el futuro de la Iglesia y de nuestra Nación, sabía lo tremendamente importante que es dar una buena formación a los jóvenes,  tarea en la que fue un verdadero maestro.
La década de los 60 fue una época de cambios en la Iglesia debido al Concilio Vaticano II. Este no supuso, pese a lo que se ha dicho en algunos sectores, ruptura frente a lo anterior, aunque hubo renovación en algunas cuestiones que durante varios siglos no se habían revisado y, quizá, necesitaban cambiarse para mejorar la vida eclesial. Don Francisco durante estos años destacó por su acierto en aplicar el Concilio a la formación sacerdotal. Por su capacidad de discernimiento supo inculcar una espiritualidad sólida y duradera a los jóvenes seminaristas. Esta enseñanza espiritual fue muy importante, sus ejercicios espirituales, especialmente para sacerdotes y seminaristas, gozaban de gran fama. Además era requerido para dar ponencias y conferencias en congresos y reuniones de estudio y espiritualidad. Intelectualmente era muy inquieto, tenía gran capacidad de aprendizaje, por ello seguía estudiando e investigando, deseaba seguir aprendiendo, quería investigar pues tenía una sana inquietud por conocer cada vez mejor a Dios y su Creación. Por ello, tras licenciarse en Teología Dogmática en la Universidad Pontificia de Comillas (1965) realizó una Tesis de Licenciatura donde estudió y reflexionó acerca de “Todas las cosas aman a Dios en el pensamiento de Santo Tomás”, un tema profundo, que requiere una minuciosa lectura y reflexión, y que don Francisco realizó magistralmente. Cinco años después, en 1970, se diplomó en Psicopedagogía en la Escuela de la Federación Española de Religiosos de la Enseñanza. Sentía pasión por la juventud, era consciente de lo importante de su formación y de esa forma seguía creciendo para realizar esta labor especialmente delicada que exige una gran preparación.
Pero no solo cuidó de los jóvenes, no solo le preocupaba la salud del pueblo de Dios que le había sido encomendado. Las dos personas que para él eran más importantes, sus padres, eran ya ancianos y se encontraban necesitados de su cuidado. Por ello solicitó al Cardenal Tarancón, Arzobispo de Madrid, en 1973 un traslado que le fue concedido siendo nombrado párroco de San Jorge, parroquia que aún no tenía ni templo ni funcionamiento y donde realizó una fecunda labor apostólica con matrimonios, niños y jóvenes. Durante diez años realizó, a pequeña escala, un trabajo similar que posteriormente desempeñaría, ya cómo obispo de Getafe. Realizó una fecunda labor pastoral de evangelización y catequesis familiar, de adultos, y de infancia impulsando además una excelente pastoral juvenil y vocacional, con una fuerte promoción de la caridad y la vida consagrada. La parroquia se convirtió en un semillero de vocaciones sacerdotales, religiosas y matrimoniales. Seguía estudiando y obtuvo, en 1974 la Licenciatura en Teología Moral en el Instituto Superior de Ciencias Morales con una nueva Tesis “El amor a los enemigos en el Nuevo Testamento”. Me imagino a don Francisco una fría tarde de invierno, a principios del siglo XXI, conversando en alguno de los salones del Seminario, con el rector de este, don Rafael Zornoza, a quien había conocido en San Jorge y en quien siempre tuvo un excelente colaborador. Posiblemente, cuando el hoy obispo de Cádiz fue consagrado episcopalmente en la Basílica del Cerro de los Ángeles, don Francisco sonreía desde el cielo, viendo cómo tanto don Rafael cómo don Joaquín (actual obispo de Getafe), de quienes fue un maestro, cuidaban y guiaban esa Diócesis que él levantó y cuidó con tanto mimo y celo apostólico. Dejó una fuerte huella grabada en los corazones de quienes fueron sus feligreses en San Jorge, quienes aún le recuerdan como “un párroco cariñoso, un padre sabio preocupado por todos, capaz de ayudar, promover y orientar”, explica don Gabriel Díaz.
Don Francisco, un obispo santo, humilde, pastor fiel servidor de Cristo
Don Francisco en el día de la Coronación de la Virgen de los Ángeles
Don Francisco en el día de la Coronación de la Virgen de los Ángeles
Su labor cómo párroco en San Jorge pronto fue bien conocida en la diócesis madrileña, muy apreciada por todos. En 1985 fue nombrado obispo auxiliar de Madrid por Juan Pablo II. Su lema sacerdotal “Muy gustosamente me gastaré y me dejaré desgastar por vuestras almas” lo utilizó también episcopalmente. Durante seis años se encargó especialmente del cuidado de los sacerdotes y religiosos. Cómo curiosidad, siendo obispo auxiliar de Madrid, se encontró, durante una visita parroquial, con don Joaquín, quien le sucedió cómo obispo. Años después, un cálido 23 de julio de 1991, puso la primera piedra de lo hoy es la Diócesis de Getafe, ya que fue nombrado por el Papa Juan Pablo II  obispo de la nueva diócesis, de la que tomaría posesión el 12 de octubre, fecha en la que se conmemora el nacimiento de la nueva “criatura”, esa que con tanto celo puso en marcha y supo cuidar. Cuando puso en marcha el seminario getafense le acompañaron algunos seminaristas madrileños, igual que Don Rafael Zornoza, a quien puso al cargo del Seminario. En un principio, siendo seminaristas de la nueva diócesis, vivían en el mismo Seminario Conciliar de Madrid donde se estaban formando. Don Francisco les visitaba, reuniéndose periódicamente con ellos. Durante el curso 92/93 los seminaristas se trasladaron a vivir a un antiguo colegio de las Misioneras Cruzadas de la Iglesia en Cubas de la Sagra, donde permanecieron hasta 1994, año en el que los 39 seminaristas de se trasladaron a su actual residencia, en el Cerro de los Ángeles, acompañados por don Francisco, quien residiría en la montaña sagrada hasta el final de sus días.
Fueron años de intenso trabajo. La Diócesis se convirtió en modelo y ejemplo a seguir, especialmente por su pastoral juvenil. El Seminario sorprendía a propios y a extraños por su elevado número de seminaristas y por la santidad de los sacerdotes que cada 12 de octubre  eran ordenados en la Basílica del Cerro de los Ángeles. Durante aquellos años recorrió toda la Diócesis apacentando, de modo incansable, a ese enorme rebaño que le había sido encomendado. Creó nuevas parroquias  (muchas de las cuales prácticamente nacían en barbecho y llegaban a germinar cómo hermosas flores). Cuidaba y enseñaba a los jóvenes, atendía a enfermos y ancianos y, sobre todo, enseñó al pueblo de Dios que Cristo es el verdadero amigo, aquel que nunca nos falla, aquel por quien debemos dar la vida entera pues realmente merece la pena. Si lo hacemos, decía, tendremos un tesoro en el Cielo. Mostró especial celo por el cuidado de los seglares, pues no solo consolidó asociaciones de fieles sino que instituyó cauces de formación para laicos, como el Centro Diocesano de Teología.
Hoy es recordado en las parroquias de la Diócesis de Getafe como un obispo cercano, alegre  y siempre sencillo. Fue un Pastor siempre atento a las necesidades de todos aquel que le pidiera consejo o ayuda. Todos atestiguan que era un verdadero hombre de Dios.  Su santidad es algo que llevaba impreso en el alma, según quienes le conocieron, desde pequeño. Estaba “empeñado en cumplir las Virtudes y fue un enamorado de Jesucristo, un hombre prudente, un gran maestro y un gran padre, sencillo y con un agradable trato personal con todos y muy paternal con sus sacerdotes”, explica don Gabriel Díaz. En alguna ocasión reconoció que “el sacerdocio me hace muy feliz”, realmente transparentaba esa felicidad, su rostro reflejaba el amor que sentía por Dios.
Aquella noche del 24 de febrero, cuando quedaban pocas horas para que comenzase la Cuaresma, recibió el abrazo del Padre Eterno. Posiblemente había contemplado el atardecer mientras charlaba con sus sacerdotes o, quizá, mientras bromeaba con los seminaristas. Se había retirado a su residencia sacerdotal, para descansar, pues le esperaba otro día de intenso trabajo. Sin embargo el Señor quería encontrarse con quien tanto le había amado, con quien había sabido apacentar a su rebaño, estaba impaciente por tenerle a su lado, por lo que le concedió el descanso eterno. Creo que no sufrió, pues el infarto de corazón, que provocó un estruendoso ruido en la casa, fue fulminante. Hasta tal punto le amó Cristo que no le permitió sufrir. Al día siguiente de su muerte la capilla ardiente, situada en la Basílica del Sagrado Corazón, en el Cerro de los Ángeles, estaba abarrotada. Se pudo constatar en aquellas horas lo querido era, y sigue siendo, don Francisco en su Diócesis. Había en todos un fuerte sentimiento de orfandad, aunque también gran fe en que estaba gozando de la vida eterna. Los ojos de todos, niños, ancianos, jóvenes, adultos, laicos, seminaristas, consagrados, sacerdotes, derramaban lágrimas en las que se entremezclaba la tristeza por la pérdida humana y la alegría por la ganancia de un santo amigo en el Cielo.  Hubo, cuenta don Gabriel Díaz, una señal procedente del Cielo pues “el día de su funeral, tras haber sido enterrado, comenzó a nevar, cómo un guiño del Cielo”.
Muchos sacerdotes le recuerdan con gran cariño pues deben su vocación al buen consejo, a las palabras de ánimo, a la oración constante y al cariño que don Francisco mostraba a todos. Don Gabriel Richi, Sacerdote y Director del Departamento de Dogmática en la Universidad Eclesiástica San Dámaso (Madrid), fue uno de aquellos jóvenes de San Jorge que atendió la llamada de Dios. Aún guarda en la memoria aquella conversación que tuvo con don Francisco. El párroco, ante sus dudas vocacionales, le dijo “tienes una vocación como un camión de grande”. Este comentario supuso para él, según cuenta, “la apertura de un horizonte inmenso y un punto firme de descanso y de certeza”. De aquellos años en San Jorge, recuerda “las convivencias, donde la Eucaristía cotidiana y la oración de la Liturgia de las horas eran el cauce diario que hacían crecer el deseo de conocer a Jesucristo y de servir a la Iglesia. Don Francisco educaba a los jóvenes para hacer de ellos cristianos adultos. Acudir a San Jorge, a la Misa de ocho y media de la tarde, era una ocasión privilegiada para gustar la fe como vida de la Iglesia, para aprender, casi sin darse cuenta, que el cristianismo es siempre una experiencia de comunión y no puede ser vivido individualmente”. Para él, cómo para todos los que conocieron al recordado obispo, uno de los rasgos esenciales en don Francisco, fue “su amor a la Iglesia, mostraba una fe enraizada en la tradición de la Iglesia y con gran pasión por anunciar a Jesucristo. Cómo sacerdote, cómo obispo, don Francisco fue un educador que amaba el diálogo de la gracia con la libertad, buscaba favorecer dicho diálogo -aún cuando no condujese exactamente por su mismo camino o abriese vías nuevas- y que, por eso –lo puedo decir con conocimiento de causa- no tenía miedo de esperar y de dejar que la persona a la que acompañaba pudiese incluso equivocarse”, Concluye.
Enseñando, como un gran Maestro
Enseñando, como un gran Maestro
En su querida Diócesis de Getafe hoy se le recuerda con gran cariño y agradecimiento. Don Gabriel Díaz mostró su gratitud hacía don Francisco, quien ha sido “para muchos de nosotros un instrumento divino y un hombre santo, por su fe, su caridad, su confianza en Dios y su perenne alegría. Nos enseñó a amar a Jesucristo y a la Virgen”. En definitiva, su vida ejemplar ha quedado grabada en muchos corazones, cómo el de Luis David, un joven diocesano de Getafe, quien señaló que “Se trataba de un hombre afable y entrañable. Sin duda, transparentaba el Rostro de Cristo”. Conocemos también una anécdota referida por otro joven, a quien don Francisco dijo en el día de su confirmación “hoy es un gran día para ti y para tu fe, ¿estás contento?“, sin duda fue un día de gran felicidad para este muchacho, pues no solo confirmaba su fe, sino que fue un verdadero santo quien le administró este Sacramento.
Hay algo de lo cual podemos estar seguros, desde el Cielo sigue cuidando su  querida diócesis, esa bella planta cuya semilla plantó y que hoy cuida, con mimo y celo apostólico, otro gran obispo, nuestro querido y, por mi parte, muy apreciado don Joaquín, quien como hemos visto tuvo en don Francisco un gran maestro. Sólo cabe decir, como conclusión (y permitiéndome la pequeña osadía de tutear a quien para mí ya es un santo): Gracias don Francisco por tu vida llena de santidad y por el testimonio de una vida totalmente entregada a Cristo y en servicio a los hombres, a esos hombres a favor de cuya alma desgastaste tu vida gustosamente. Quienes somos diocesanos de Getafe, especialmente quienes te conocieron personalmente, te recordamos con cariño y seguimos encomendándonos a tu intercesión. Gracias por todo, don Francisco, reza e intercede por nosotros.


FUENTES:
“Así era don Francisco. Selección de pensamientos de Mons. D. Francisco J. Pérez Fernández-Golfín”. De don Gabriel Díaz Azarola
Vídeo sobre la vida de don Francisco cedido por don Gabriel Díaz Azarola.
Artículo de don Gabriel Díaz Azarola en la revista Agua Viva.
Artículo de don Gabriel Díaz Azarola en el semanario Alfa y Omega.
Artículo de don Gabriel Richi en la revista Heme Aquí, de la Pastoral Vocacional de la Archidiócesis de Madrid
http://www.diocesisgetafe.es/index.php/obispo/primer-obispohttp://obispogolfin.com/Don_Francisco/Bienvenida.html (En esta página se pueden leer textos y documentos de don Francisco)
http://www.fundaciongolfin.org/monsenor-francisco-perez/