martes, 11 de febrero de 2020

El soldado contemporáneo que siguió los pasos de San Francisco de Asís y se convirtió en “El vagabundo de Dios”

Tras la II Guerra Mundial un joven soldado que buscaba su lugar en el mundo lo encontró sirviendo en una leprosería africana

Fuente: Religión en Libertad

 Víctor C. Bustillo

John Bradburne nació en 1921 en Cumbria (Inglaterra). Hijo de un sacerdote anglicano y una mujer originaria de la India, creció en el seno de una noble familia anglicana. Con 18 años decidió unirse al Ejército Colonial Indio, participando en la II Guerra Mundial. Al igual que San Francisco de Asís antes de su conversión, Bradburne soñaba con vencer en una batalla mundana y terminó convirtiéndose en “El vagabundo de Dios”. En 2018 Religión en Libertad se hizo eco de su historia.

Buscando a Dios viajando por el mundo

Durante la II Guerra Mundial el Ejército Colonial indio luchó contra los japoneses. Fueron derrotados en Singapur. Para evitar ser localizado por los enemigos John se vio obligado a refugiarse, durante un par de meses, en plena jungla malaya. Allí conoció a John Dove, futuro sacerdote jesuita, con quien estableció una buena amistad.

Bradburne, tras ser rescatado por un barco de la Marina Real Británica, combatió en Birmania bajo las órdenes del general Orde Wingate. Tras finalizar su servicio militar John Bradburne terminó dándose cuenta de todo lo que había cambiado. Ya no era la misma persona que partió desde Inglaterra rumbo a la guerra. La jungla le marcó de tal manera que, ya en Inglaterra, decidió retirarse del mundo, buscando el silencio y la oración.

Durante algún tiempo vivió en la abadía benedictina de Buckfast (Inglaterra) y, en 1947, se convirtió al catolicismo. Bradburne quería ser monje pero, al ser converso reciente, se lo denegaron. Le explicaron que tan sólo debía esperar dos años. Pero él, que era un joven muy inquieto, sintió la necesidad de viajar. 

John Bradburne, durante 16 años, viajó por varios países europeos y de Oriente Medio. Vivió en diferentes comunidades religiosas, intentando ser monje. Por ejemplo intentó entrar en los cartujos, sin "éxito" de nuevo. También peregrinó a Jerusalén y volvió a Inglaterra. En su país predicó el Evangelio como un juglar de nuestro tiempo. En cierta ocasión, cuidando una casa de campo, estuvo a punto de contraer matrimonio con una mujer. Pero él decía de sí mismo que era “una abeja sin rumbo”.

En realidad Bradburne estaba enamorado del silencio, la naturaleza y la música. Se sintió llamado a una vida completamente diferente a la que él creía. En Italia, rezando a la Virgen María, realizó un voto de celibato. Se unió a la Orden Franciscana Seglar y, ya como franciscano seglar, decidió vivir la pobreza al modo de San Francisco de Asís. Además comenzó a expresar sus “tres deseos” vitales: ayudar a los leprosos, morir mártir y ser enterrado con un hábito franciscano. Terminó consiguiéndolo aunque con mucho esfuerzo.

Entregando la vida al servicio de los más necesitados 

En 1962 preguntó a su amigo John Dove ¿Hay alguna cueva en África donde pueda rezar? El jesuita y exmilitar le invitó a ser misionero, en Zimbabwe. Ya en África, Heather Benoy, amiga de Bradburne, le animó a que fuese a Mutenwa. Se trata de una montaña donde se encuentra un leprosario creado por el gobierno colonial. En cuanto vio el mal estado en el que se encontraban los leprosos residentes en dicho lugar, y las malas condiciones en las que vivían, Bradburne dijo, totalmente en serio, “Me quedo”.  



John terminó convirtiéndose en director del asentamiento y, desde entonces, mejoró notablemente la vida de los leprosos. Los lavaba personalmente, les cortaba las uñas y espantaba a los animales molestos (por ejemplo las ratas). Además dio clases de latín y construyó una pequeña iglesia donde les enseñó a rezar.

Pero Bradburne, al igual que San Francisco de Asís, fue un gran abanderado de los leprosos, defendiendo su derecho a ser tratados como personas. Cuando llegó a Muwemwa, varios miembros de la Asociación de Lepra de Rosedia le dijeron que debía poner números alrededor del cuello de los leprosos para reconocerlos. Él franciscano, negándose con fortaleza, les dijo “no son ganado, son personas”. Intentaron echarle, pero no lo lograron. 

Bradburne vivió como ermitaño en una tienda de campaña en Chigona, cerca del leprosario, rezando y comiendo muy poco, como contó John Moore en The Telegraph. Su vida estuvo basada en la pobreza, obedeciendo la Regla Franciscana. Cada día rezaba Maitines al amanecer, cantaba el oficio diario de Nuestra Señora y concluía la jornada rezando Vísperas y Completas. Por las noches visitaba a los leprosos.

John Bradburne decidió recopilar sentimientos y pensamientos por escrito. Escribió más de 6000 poemas, mostrando la experiencia espiritual vivida desde su infancia. Dedicó también un poema a cada uno de los leprosos, a quienes conocía muy bien. Sus poemas se pueden leer aquí.

Entregó su vida al martirio cuidando a los leprosos

En 1979 la situación en Mozambique cambió radicalmente debido a la Guerra Civil Mozambiqueña. Sus amigos le aconsejaron abandonar el país, pero Bradburne decidió quedarse aunque le costase el martirio que él deseaba. Estaba comprometido con su cuidado a los leprosos y no podía abandonarlos. 

John Bradburne fue acusado de trabajar para la minoría blanca mozambiqueña y fue secuestrado por la guerrilla. Le obligaron a caminar por la carretera sin volverse pero él se arrodilló y comenzó a rezar. Tras ser disparado por un jefe de la guerrilla rebelde de Zimbabue, Bradburne recibió la palma del martirio.  

"El vagabundo de Dios" fue enterrado con un hábito franciscano cerca de Mutemwa. El 10 de septiembre se celebró un funeral en su memorial. Fue en la Catedral Católica de Harare. Cada año acuden allí cientos de peregrinos y se celebra una misa anual en su honor. 

 

El 5 de septiembre de 2019, se inauguró en Mutemwa oficialmente la causa de su beatificación, tras recibir la autorización por parte de la Congregación para la Causa de los Santos, según informó Vida Nueva.  Ese día también se le homenajeó con una Eucaristía en la Catedral de Westminster, donde Bradburne ejerció como sacristán.

La John Bradburne Memorial Society, es una asociación dedicada a la memoria de este ermitaño franciscano, tratando de abrir su proceso de beatificación. En su web cuentan testimonios de curaciones milagrosas atribuidas al soldado que terminó convirtiéndose en un ermitaño franciscano.  

Para este artículo hemos contado con el apoyo de  @Damihibibere, quien, en su cuenta de Twitter, narra historias sobre personajes cristianos dignas de ser conocidas.

1 comentario:

Tinta en las olas dijo...

Que historia mas conmovedora, era todo un personaje. Cuanta humildad.