Dentro de exactamente dos meses, el 16 de agosto, dará comienzo en Madrid la Jornada Mundial de la Juventud, un evento para el cual se están preparando dos millones de peregrinos jóvenes que van a venir a la capital de España a ver al Papa.
Puede resultar chocante, para quien está alejado de la Iglesia, que alguien pueda desplazarse a una ciudad cómo Madrid para ir a ver a un señor de mas de ochenta años y que representa a una institución tan denostada por muchas personas cómo es la Iglesia Católica.
Pero en realidad, esos millones de jóvenes que vendrán a Madrid (de puntos tan dispares y antagónicos como Italia, Chile, Mozambique, Nueva Zelanda o Irak por ejemplo) vienen a encontrarse con Jesucristo, el cual dejó a Pedro y a los demas apóstoles el encargo de mantener vivo su mensaje y de hacerle presente en la Eucaristía. Benedicto XVI es el sucesor de san Pedro y por ello viene a presentar a Jesucristo a los jóvenes, especialmente a aquellos que nunca han oido hablar del cristianismo o que están alejados de este.
Hoy me gustaría contar mi testimonio en una JMJ (Jórnada Mundial de la Juventud), estuve en Cólonia con la diócesis de Getafe en el verano de 2005.
Yo hasta 2004 era creyente, creía que Jesús es Dios hecho carne pero la verdad nunca me había planteado mi papel en la Iglesia mas allá de participar en misa, comulgar y confesarme. Aquel año fue el inicio de mi conversion, en la cual influyó el hecho de que me mudé a Villaviciosa de Odón (hasta entonces había vivido en Carabanchel) y el párroco de la iglesia mas cercana a mi casa (al cual le conocía desde pequeño) me animó a unirme al grupo de jóvenes de la parroquia.
En esta época era muy tímido, sufrí acoso escolar durante ocho años y el resultado fue el de convertirme en alguien introvertido, con miedo al que dirán y un tanto antisocial, al principio recuerdo que dudé porque desconfiaba de cómo me iban a tratar aquellos chicos.
No obstante, me decidí a entrar en ese grupo y realmente puedo decir que fue una decisión acertada. En los siguientes meses me integré totalmente en aquel grupo de jóvenes, hoy son mis amigos, entré a formar parte del coro parroquial, participé en diversas actividades del arciprestazgo (donde hice mas amigos) y poco a poco fui cambiando mi forma de ser, a mejor. Incluso me fui venciendo a mi mismo en una cosa que al principio me costaba mucho... leer en misa. En las primeras ocasiones que leí en misa siempre lo hacia muy deprisa, sin vocalizar y en voz baja, entonces el párroco me fue enseñando a leer mas pausadamente, vocalizando, a perder el miedo escénico y humildemente creo que ahora leo bastante bien.
En febrero de 2005 pasó algo realmente curioso. Se celebró una Jornada Diocesana de la Juventud en mi parroquia y mis amigos me propusieron ser voluntario de órden. En un momento de la noche estaba orando delante del Sántisimo (el cual estuvo expuesto durante toda la madrugada) y en ese momento pusieron una serie de fotografias a traves de un proyector de tal forma que la imagen del Sántisimo parecia quedar dentro de esas fotografias. Las imagenes eran de anteriores peregrinaciones de la Diócesis y tenían por mensaje "siempre he estado con vosotros". Solo recuerdo que cobré consciencia de que Dios siempre había estado a mi lado, pese a mis flaquezas, pese a que durante ocho años sufrí acoso escolar y pese a tantas cosas por las cual me consideraba lo peor de este planeta. Comencé a sentirme amado, sabía que Dios siempre me había amado y rompí a llorar. Quizá a muchos hombres les averguence decir que han llorado, pues existe el prejuicio de que "llorar es de mujeres" (de hecho, ahí tenemos la famosa frase dicha por la madre de Boabdil a su hijo), pero la verdad a mi nunca me ha avergonzado decir que he llorado mucho en la vida... lloré durante los años de bullying y lloré mucho en aquella noche, solo que con un sabor distinto, esta vez eran lagrimas de gozo, alegria y agradecimiento a un Dios que me habia creado, que me amaba desde la eternidad y que había sido capaz de entregar a su propio hijo en una cruz.
Aquel fue un momento crucial en mi conversión, me hizo implicarme con mas animo en las actividades de la parroquia, del arciprestazgo. Recuerdo que unos dias despues me preguntaron mis amigos si quería ir a la Jornada Mundial de la Juventud, que se iba a celebrar en Alemania. Al principio me eché un poco para atrás porque nunca había ido tan lejos de España sin mis padres (si había ido a Italia un año antes)y ademas me animó el hecho de que ibamos a ir con jóvenes de Villanueva de la Cañada a los que ya conocía (entre ellos una pareja que estuvo conmigo en la capilla durante aquella Exposición que he comentado).
En julio, un mes antes de la peregrinación a Colonia ocurrió algo que si hubiera tenido poca fe quizá habría provocado que no fuera a Alemania, y seguramente para muchas personas esa hubiera sido una decisión acertada. El 18 de julio falleció mi padre, recuerdo que yo estaba en Palencia y vine con mi familia de allí nada mas conocer la noticia. En los dias siguientes reflexioné un poco y llegué a dos conclusiones, la primera que mi padre querría que fuera a Colonia porque sabía que iba a ser feliz y que Dios me dió a mi padre y Dios me lo quitó, si aceptamos las cosas buenas que el Señor nos da, por qué no vamos a aceptar las malas? ademas me parecía algo bonito el ir a Colonia y rezar allí por mi padre.
El 8 de agosto de 2004 recuerdo que me desperté bastante pronto y tras desayunar y arreglarme (y recoger el macuto) vinieron a buscarme mis amigos y nos fuimos a Villanueva de la Cañada porque desde allí iba a salir nuestro autobus. De Villanueva fuimos al Cerro de los Ángeles, en Getafe, donde tuvimos una Eucaristía presidida por don Joaquín, el obispo auxiliar. Tras la misa pusimos rumbo a Colonia, a donde llegariamos unos dias despues tras dormir en diversas poblaciones europeas. Cómo nota curiosa recuerdo que la primera noche, en Figueres, nos dieron permiso los sacerdotes para bañarnos en la piscina del colegio donde estabamos alojados.
A Colonia sino recuerdo mal llegamos el jueves 18 de agosto, bueno no exactamente a esta ciudad sino a Dussendorf y desde esta localidad ibamos en tren a Colonia (cómo peregrinos teniamos el transporte público incluido). El viernes fuimos a Colonia y estuvimos todo el dia por allí, recorriendo la ciudad y viviendo el ambiente festivo y cristiano que la localidad respiraba. Recuerdo que uno de los chicos de la peregrinación tocaba una gaita gallega y como uno de mis amigos toca la darbuka iban tocando y era un espectaculo escucharles. Una de las cosas que mas me impresionó de este dia fue en un puente de Colonia desde donde se veían auntenticas riadas de gente de todos los colores y nacionalidades y yo iba pensando en lo de "os recogeré de entre las naciones y os reuniré haciendo de vosotros un único pueblo y siendo vuestro único Dios".
Al dia siguiente nos trasladamos a una población cercana a Colonia donde se celebró la JMJ. Cuando llegamos a aquel lugar, conocido como el Campo de María, recuerdo que me impresionó mucho el ver como los lugareños nos miraban con gran simpatia pese a que muchos no serían católicos (en esa región predominan los protestantes) y el ver a tantos miles de personas yendo hacia un mismo lugar.
Por la tarde, una vez instalamos los sacos de dormir (pues ibamos a pasar la noche al raso) recuerdo que muchos estabamos inquietos porque el cielo estaba encapotado y parecia que iba a caer el diluvio universal. Quizá para muchos sea coincidencia, para mi no, pero sucedió que comenzamos a rezar para que no lloviera y en el transcurso de la tarde el cielo se fue abriendo y, un rato antes de que comenzara la Vigilia con el Santo Padre, la imagen del cielo era realmente curiosa... alrededor del Campo de María se veían muchas nubes mientras que todo el trozo de cielo que estaba sobre nosotros se encontraba totalmente despejado. Un profesor de filosofía, sacerdote, comentaba el año pasado que Dios no va a hacer caso a las plegarias sobre el clima porque mientras para la novia es malo que llueva para el agricultor es bueno; pero vaya, en ese caso parece que el Señor quiso regalarnos buen tiempo para la Vigilia.
De la ceremonia la verdad recuerdo poco, pero duró unas dos horas y el mensaje de Benedicto XVI llamandonos a una revolución de santos caló hondo en todos los presentes. Una vez se hubo ido el Santo Padre nos pusimos a cenar (en la mochila de peregrino teniamos el almuerzo de ese sabado, la cena y el desayuno y comida del domingo)y despues, tras rezar Completas, el que quiso se durmió, otros nos quedamos hablando y otros fueron a la capilla del Sántisimo a rezar.
Debo decir que nunca he pasado tanto frio como aquella noche. Estaba metido en mi saco de dormir vestido con un montón de ropa e incluso con el abrigo y con un frio tremendo. Me debí de despertar unas cinco veces a lo largo de la madrugada y recuerdo que en cada una me senté un buen rato a reflexionar y a ver a las masas de gente que iban y venían de la capilla del Sántisimo.
En un momento dado recuerdo que me planteé si estabamos locos. Visto desde fuera, se puede pensar que todos los jóvenes que estuvimos allí durante aquella gélida noche (tengo la sensación de que incluso heló, el frio era muy intenso) y todo para escuchar a un anciano estabamos locos. Y la verdad, creo que si, estamos bastante locos pero no cómo para ir al manicomio sino que estamos locos de amor pues nos sabemos amados por Dios y deseamos amarle. Por otra parte, experimenté un gran sentimiento de fraternidad puesto que allí nos encontrabamos millones de jóvenes venidos de distintos lugares del mundo, cada uno con su idioma y costumbres, pero todos con algo en comun. Quizá lo mas grande que un hombre puede tener en comun con otro hombre, el sentirse hijo de Dios, sentirse amado por ese Dios que puede hacer obras maravillosas en los hombres si le abrimos de par en par las puertas de nuestro corazón, sin miedo. De esa forma, amando a Dios sobre todas las cosas y al projimo cómo a nosotros mismos es cómo se puede cambiar de verdad el mundo, llevando a cabo la revolución de los santos, la verdadera revolución, esa que nació en Palestina hace dos mil años cuando todo un Dios se encarnó en lo mas humilde, un bebé que nació en un pobre portal en la localidad de Belén.
Realmente, esa noche experimenté el gran gozo de ser cristiano y de tener un Dios que me amaba tanto y que perdonaba mis pecados y me llamaba a la vocación de la santidad.
Al dia siguiente, tras la Eucaristía (en la cual Benedicto XVI volvió a insistir en esa revolución de santos) los peregrinos volvimos a las localidades donde teniamos los autobuses (y nuestras pertenencias) para reemprender el viaje de vuelta a nuestros paises. Ocurrió otra circustancia que me hizo reflexionar sobre el ser cristiano. Antes debo advertir que no pretendo decir que por ser cristiano soy mejor que los demas, pero si creo necesario compartir las reflexiones que entonces me vinieron a la mente.
Resulta que tardamos (la mayoria de los de nuestro autobus, hubo personas que tardaron mas) unas cuatro horas en coger el tren de vuelta a Dussendordf (en este aspecto la organización fue un poco mala, pero bueno) por la cantidad de personas que haciamos cola. Sin embargo, en ningun momento nadie se puso nervioso, nadie intentó colarse ni hubo conatos de avalanchas (cómo,por desgracia, ha ocurrido en otros actos de jóvenes). Ya digo, no pretendo decir que se es mejor por ser cristiano, pero si que durante esas horas reflexionaba sobre la paciencia cristiana y el respeto al projimo y me di cuenta de cómo cambiaría el mundo si todos fueramos así.
Una vez llegamos a Dussendordf, y tras esperar a los rezagados, los de nuestro autobus salimos rumbo a Bruselas, pues allí ibamos a pasar una noche en el hotel (la única noche en que dormimos de una forma que no fuera en saco de dormir). Me tocó en la habitación con uno de mis amigos de la parroquia y recuerdo que estuvimos cenando algo (a las dos de la mañana o así) y rezando Completas antes de ir a dormir (y tambien el que quiso se duchó, que supongo seríamos todos, pues en Alemania las condiciones de las duchas que nos tocaron no eran demasiado buenas, incluso un par de noches en un sitio (no recuerdo cual) consistió en un manguerazo al aire libre.
Tras pasar por varios puntos de Francia donde "acampamos" (lo entrecomillo porque dormiamos en colegios, durante toda la peregrinación y quitando la noche de la Vigilia) llegamos a Figueres donde nos volvimos a dar un chapuzón en la piscina antes mencionada y, por fin, el 24 de agosto llegabamos a Madrid.
Recuerdo que nos daba pena despedirnos pues al final del viaje todos hicimos bastantes amigos y durante el trayecto entre Figueras y Villanueva de la Cañada estuvimos compartiendo testimonios, telefonos y emails.
La verdad, fue una experiencia genial y que cambió mi vida. Cómo digo, me hizo crecer mucho en la fe, tambien me hizo darme cuenta de que no solo Dios me ama sino de que tengo hermanos que tambien me aman mucho y en quien puedo apoyarme en los momentos en que los pueda necesitar y con quien estoy en comunión de oraciones. Muchos de ellos hoy son amigos mios, algunos de ellos incluso pronto serán sacerdotes (venían tres seminaristas en el autobus, dos de ellos son diaconos y este año serán ordenados sacerdotes al igual que otro amigo al que ordenarán diacono tambien; por otra parte, tambien hice amistad con otro seminarista que ya es presbitero).
Amigo, si has llegado hasta aquí (reconozco que he escrito mucho) espero que mi experiencia te pueda ayudar. Si puedes, te animo a que vivas la Jornada Mundial de la Juventud en Madrid, a ser posible cómo peregrino o voluntario, no solo no te defraudará sino que vas a vivir algo que va a transformar tu vida.
Yo en agosto viviré la JMJ de Madrid cómo voluntario, de hecho llevo un año trabajando en ello.