lunes, 24 de abril de 2017

El misterio de las "Casas heridas".Mi experiencia personal

Advertencia: Este artículo no es apto para personas facilmente sugestionables. Algunas de las cosas que voy a relatar pueden impresionar de modo negativo al lector. Recomiendo encarecidamente que, si usted es sugestionable no lea el artículo.
Advierto también de que en este artículo doy mi opinión en base a experiencias vividas, a lo que he visto, escuchado y sentido desde que era un crío. También me baso en lo que he leído y escuchado a quienes saben de estos temas.  

La casa de Amityville
Llevaba tiempo queriendo escribir sobre este tema, pero fue hace dos semanas cuando por fin me decidí a hacerlo. En Cuarto Milenio realizaron un reportaje, con posterior debate, sobre casas que habían sido puestas a la venta y, a pesar de ser realmente buenas casas y estar ubicadas algunas de ellas en entornos envidiables, nadie quería comprarlas. Se trata de lugares donde han ocurrido hechos luctuosos, especialmente muertes violentas. Casas que, incluso, parece ser que habrían inducido al asesino a actuar. Entre otras, mencionaron el caso de aquella familia brasileña que fue asesinada en Pioz hace unos meses.

Todos coincidían en la mesa de debate al señalar que las casas donde ha ocurrido una tragedia quedan marcadas para siempre por el estigma. En Estados Unidos las inmobiliarias, por lo general, informan a los posibles compradores sobre el pasado de la casa en venta. No estoy seguro de si lo hacen todas las compañías y/o si es en todos los Estados. Pero, desde luego, se hace, y creo que es comprensible que alguien que está interesado en comprar una casa quiera saber si allí ha habido algún crimen o ha ocurrido algún hecho macabro. Aunque es cierto que hay gente capaz de comprar la casa de Amityville (que la hay) por puro morbo, mucha gente no querría dormir en una habitación donde tiempo atrás se cometió un asesinato. De hecho, no es la primera vez que alguien se muda a una casa y, tras un tiempo viviendo tranquilamente en ella, comienzan a suceder hechos extraños en la casa que, con el tiempo, pueden intensificarse de tal forma que esa familia termina yéndose aterrorizada de la casa. Por ello existe mucho debate, también en España, sobre si las inmobiliarias deberían informar acerca del pasado de las casas que ponen a la venta. Especialmente cuando se trata de edificios muy antiguos. Hace unos años el famoso locutor José Antonio Abellán tuvo que marcharse corriendo con su familia de un inmueble recién comprado ante la presencia de poltergeist en el viejo palacete de la calle Cañizares de Madrid.

En aquel debate Jaime Garrido utilizó un término que me llamó poderosamente la atención. Especialmente porque se trata de algo que he vivido en mis propias carnes y sobre lo que puedo dar fe. Llamó "casas heridas" a este tipo de edificios y dijo algo que a los escépticos y profanos tal vez les resulte extraño y les lleve a albergar prejuicios negativos. Concretamente afirmó que, o bien, en un edificio, en una casa, la energía puede ser más o menos positiva, con lo que la vida en ese lugar se hace confortable (esto tiene cierta relación con el feng shui)... o bien puede haber una energía negativa y densa que haga la vida imposible a quienes viven en ese lugar. En este segundo caso, además, la negatividad energética puede (y suele) ir acompañada por fenómenos extraños que incluso llegan a ser de carácter preternatural maligno. Como sucedió en Amityville, casa sobre la que los escépticos afirman, con desdén, que no ha vuelto a suceder nada paranormal allí. Bien, es cierto. Pero es que Jaime Garrido afirmó algo que arroja luz a este respecto. No solo se puede limpiar la suciedad "cotidiana" de la casa (polvo, manchas de pintura, barro...) sino que también es posible limpiar la negatividad energética. Yo, como cristiano, debo decir que personalmente recomiendo que esa "limpieza" la haga un sacerdote católico. Pues no solo es lo más efectivo, sino también lo más seguro. Pero bueno, es mi opinión fruto de mi paradigma vital y espiritual.

Jaime Garrido
 De lo que me gustaría hablar es de mi experiencia vital con respecto a las "casas heridas". Quienes me conocen personalmente saben que tengo mucha sensibilidad espiritual. Suelo percibir con facilidad la presencia de aquello que está "al otro lado de esta realidad". Es decir, siento la presencia de quienes una vez pisaron este mundo y ya no están con nosotros. Puede sonar extraño, y muchos no me creerán, pero quien ha vivido este tipo de experiencias sabe que se trata de algo real y no de una mera alucinación. De hecho, distingo perfectamente entre la mera sugestión y el fenómeno extraño. Cuando este se presenta en toda su realidad vives una experiencia totalmente diferente a lo que pasa por tu mente cuando te sugestionas debido a la inquietud que te puede venir en un momento dado.

Quiero comenzar con el caso que más me impresiona. Se trata de una casa situada en cierta urbanización del noroeste de Madrid. No digo la localidad ni el lugar por respeto a los actuales propietarios del chalet. Mis padres compraron aquella casa en otoño de 2004. La propietaria había perdido un año antes a su marido, que murió (eso si, en el hospital, no en la casa) tras padecer una larga y dura enfermedad. Vivimos en aquella casa desde finales de diciembre hasta agosto de 2005. Mi padre estaba especialmente ilusionado con vivir en un chalet. Había pasado toda su infancia entre Santoyo y Lebanza (pues estudió en el Seminario Menor que por entonces estaba allí). La casa de mis abuelos era de esas casas de pueblo que son enormes, con muchas habitaciones, cuadras, patios.... y cuando años atrás conoció el pueblo donde se encuentra aquella urbanización mi padre se enamoró del lugar. Recordaba su infancia y tenía ilusión por vivir en una casa grande, como cuando era pequeño. Si bien tenía en propiedad una parcela cerca de este chalet, no llegó a edificar nada en ella. Aunque me consta que no fue por falta de ganas.
En 2004 por fin pudo cumplir su sueño tras la compra de aquel chalet.

Se trataba de una casa edificada a principios de los años ochenta. Tenía tres pisos, un buen jardín y unas vistas espectaculares, todo hay que decirlo. Sin embargo, nunca llegó a gustarme aquel edificio. De entrada tenía un aspecto viejo, el color gris de su ladrillo visto me daba la sensación de que se trataba de un chalet anticuado, anclado en el pasado. Quizá en los ochenta era una casa bonita. En 2004 no. De hecho, en esa urbanización hay casas edificadas en esos años que son realmente bonitas. Otras, como esta que digo, son feas y parecen mucho mas viejas. Aunque ya digo, es mi opinión. 
Durante los primeros meses, entre diciembre y marzo, no noté nada realmente extraño salvo algunas noches donde "algo" tiraba de las sábanas, como si una mano invisible agarrase la sábana, la elevase a media altura y la dejase caer. Este tipo de fenómenos son bastantes comunes. Interpreté aquello como una especie de juego o broma "espiritual". 

Por la noche el Misterio enciende su candil
Entre marzo y mayo comenzaron a pasar algunas cosas raras que quizá tengan una explicación científica y racional, no lo niego. Pero tratándose de aquella casa son hechos cuanto menos curiosos. Además con el tiempo fueron como in crescendo. Aquello de que "alguien" tiraba de la sábana se convirtió en algo habitual. Hasta marzo había ocurrido de forma aislada, pero sin demasiada frecuencia. Sin embargo, desde entonces, y sobretodo ya en mayo, comenzó a ser cada vez más frecuente, ocurriendo todas las noches. A esto hay que añadirle que, en algunas ocasiones, recién acostado, sentía que "alguien" me soplaba en el lado derecho de la cama (había un armario, la ventana estaba a la izquierda, no podía ser debido a corrientes de aire). Cuando iba al cuarto de baño tenía la sensación de que no estaba solo allí, pues me sentía observado. Además, en el sótano estaba el garaje, donde yo dejaba la bicicleta. Junto al garaje había otra cocina, una habitación-salón y una especie de almacén que mi padre utilizó como bodega. Salvo este último lugar, que era muy húmedo y frío, el resto del sótano era seco y cálido. Sin embargo, recuerdo bajar a por la bicicleta y, al pasar por la habitación-salón, sentir que descendía bruscamente la temperatura. Se podría dar una posible explicación a esto suponiendo que tal vez aquel día hacía frío. Pero recuerdo que aquella primavera fue especialmente cálida y, además, en el resto de la casa justamente no hacía frío esa tarde. Además, como he dicho antes, la temperatura de la habitación-salón era idéntica a la que pudiera haber en, por ejemplo, mi habitación. 

En dicha habitación-salón había unos planos realizados por el anterior propietario. Eran planos del sistéma eléctrico de la casa, de las canalizaciones y también el propio plano del edificio. Fue en mayo cuando los vi por primera vez y lo cierto es que, al verlos, tuve una especie de mala vibración, como una certeza de que estábamos en el lugar equivocado. Aquella casa había sido construida por alguien que había puesto mucho empeño e ilusión en ese proyecto. Se trataba de una persona que se había ido quizá de forma prematura (aunque era mayor que mi padre) y, al menos eso es lo que pienso ahora, desde ese "otro lado de la realidad" nos veía como unos intrusos (si, algo parecido a lo de la película "Los Otros"). Es cierto que no había muerto en la casa, pero aquel hombre debía estar muy apegado a ella y "no quería marcharse". Es más, quería echarnos. O, al menos, tengo ese pensamiento.

Cabe decir que durante aquellos meses yo pasaba tardes enteras completamente solo en la casa, estudiando y realizando trabajos para la Universidad. En algunas ocasiones mis padres llegaban al chalet ya bien entrada la madrugada y yo no pasé en ningún momento miedo, ni tampoco estaba sugestionado. De hecho, hasta mayo no había tenido realmente motivo para ello pues los fenómenos que he relatado y acontecieron entre diciembre y mayo son cosas que he vivido a lo largo de mi vida en innumerables ocasiones y lugares, a veces incluso en sitios que me encantan y no me dan ningún tipo de miedo como es la propia casa de Santoyo (aunque debo admitir que ahí no dormiría solo. Pero si puedo estar en la casa en completa soledad durante el día, incluso por la noche, sin tener miedo ni sugestión). 

En el convento de Rapariegos algo había....
Desde mayo los fenómenos fueron in crescendo. Además de lo ya relatado, comencé a sentir que "alguien" me seguía por la casa. Especialmente en las escaleras. Entre mayo y julio también empecé a escuchar ruidos raros y lo que me parecían susurros y lamentos. Una noche me desperté sobresaltado al escuchar una carcajada proveniente de la terraza contigua a mi habitación. Encendí la luz, fui a la terraza y con la linterna eché una ojeada pensando que tal vez se había colado un gato. Allí no había nada. Pero noté algo extraño, como una densidad que flotaba en el ambiente. Pero había algo más. En la terraza, que era alargada, había dos mesas. Bueno, pues en la mesa del otro extremo vi que los objetos que había sobre la mesa daban estaban en una posición extraña. No recuerdo haberlos puesto así por la tarde. Parecía como si los hubiera movido alguien después. De hecho, a día de hoy estoy convencido de que no dejé aquella mesa de la forma en la que me la encontré después. Eran las cuatro o las cinco de la mañana cuando me desperté y me di cuenta de que alguien había movido aquellos objetos. Francamente, no creo que mis padres se hubieran levantado a cambiar de sitio unos folios, unos botes de bolígrafos y un pisapapeles. Al darme la vuelta para ir a la habitación tuve la sensación de que había alguien en ella. No fue el caso, pero reconozco que entré algo acongojado pensando ¿Qué narices me voy a encontrar ahora? Y, mientras tanto, en el ambiente seguía flotando la densidad de antes.



Otra noche sucedió algo realmente estremecedor. Me encontraba trabajando con el ordenador cuando escuché un estallido estrepitoso y algo que cayó y rodó por el suelo. Cuando me volví tenía un montón de cuentas de rosario rodando rápidamente por diferentes zonas de la habitación. Tenía un rosario que me había regalado una persona que en 2003 había ido a Cuatro Vientos a ver a San Juan Pablo II. Se trataba, por tanto, de un rosario bendecido por este Papa santo. Un rosario que estaba colgado de un gancho que tenía en la librería. Es cierto que estaba cerca de una lámpara ¿Quizá el calor de esta provocó el estallido? Puede ser pero ¿Por qué fue justo ese día y no unos días antes o unos días después? Aquel rosario había estado en ese mismo lugar durante varios días (no recuerdo cuantos) sin que sucediera nada, junto a esa misma lámpara. Y justo esa noche se rompió en pedazos.
Cabe decir que el chalet lo compraron mis padres, si no recuerdo mal en octubre. Tardamos un par de meses en ir para ponerlo apunto. Ya entonces hacía mas de un año que había muerto el propietario de la casa. Me pregunto si su fallecimiento, o al menos el agravamiento de la enfermedad, tuvo lugar precisamente en mayo de 2003, un año antes de lo del rosario.
El caso es que fue ya con la primavera avanzada cuando percibí que la atmósfera en la casa cobraba mayor densidad. Comencé a escuchar ruidos típicos de la fenomenología paranormal como "raps". Es decir, golpes secos y rápidos. Al mencionado "tirar de sábanas" se unió la sensación de que la cama se movía, como si "algo" la golpease". 
Además, entre mayo y julio comencé a sentir que "algo" me tocaba en determinadas ocasiones. En plan estar trabajando con el ordenador y sentir claramente una mano apoyándose en el hombro. O estar ya en la cama y notar que "alguien" rozaba con su mano mi mejilla. Pero no era un "rozar" cariñoso, sino algo en plan "estoy aquí, vigilando". 

A principios de julio se casó una prima mía. Llegué de la boda unos minutos antes que mis padres. Entré por el garaje, como había hecho tantas veces durante los meses previos. Nunca había tenido problema con la alarma. Hasta esta noche. Puse, como había hecho siempre, el código de seguridad. Pongamos "1234". No cabía duda. Pero nada, no funcionaba. Volví a marcarlo de nuevo, esta vez concentrándome para no equivocarme. Tampoco. Escuché varios sonidos que daban a entender que en cero coma (como decimos en Madrid) iba a saltar la alarma. Volví a marcar el código. Una vez más, aquello no marchaba. Me estaba poniendo cada vez más nervioso. Pero era plenamente consciente de lo que hacía. Estaba marcando bien el número. Pero, por algún motivo extraño, no funcionaba. De pronto saltó la alarma. Cuando llegaron mis padres, yo estaba histérico intentando apagarla. Ellos tampoco pudieron hacerlo. De hecho tuvieron que venir los técnicos y, en sus propias palabras, "aquello no era normal". La alarma funcionaba perfectamente, entonces ¿Por qué no había funcionado el código de seguridad anteriormente? ¿Un fallo electrónico? es posible pero ¿No es un poco raro? Con la perspectiva del tiempo transcurrido tengo la sensación de que fue una especie de aviso. 

La casa de las siete chimeneas

Pocos días después se graduaron en la Universidad unos amigos míos de Santoyo. Fuimos mi padre y yo a la graduación. El evento estuvo muy bien, fue emotivo y disfrutamos bastante. Sin embargo, esa noche hubo una tormenta muy fuerte. De esas tormentas que tienes la sensación de que un rayo va a partir la casa en dos. Por la noche estuve con el ordenador trabajando sintiendo una gran inquietud. Tenía la sensación de que me estaban observando y noté en varias ocasiones que "algo" tocaba mi hombro mientras me rozaba el pelo. Cuando me fui a dormir estaba bastante intranquilo. Pero otras veces me había acostado sintiendo inquietud y me había podido dormir más o menos rápido. Sin embargo, en esta ocasión, no fue así. A las dos y pico de la noche seguía despierto. Comencé a sentir algo extraño a mi izquierda (donde estaba la terraza). Miré en varias ocasiones y no vi nada raro, pero la sensación provocó que mi corazón palpitase cada vez más fuerte. Hasta que, finalmente, sucedió. Aún se me ponen los pelos de punta al recordar como esa sombra, más negra que la propia oscuridad, cruzaba la habitación desde la terraza y venía hacia mi. La sombra se acercaba con rápidez y tuve la certeza de que se iba a abalanzar sobre mi. Antes de que lo hiciera encendí la lámpara. Me levanté con el corazón agitado, sudando, casi temblando. Tuve que dejar la luz encendida para poder dormir aquella noche. 
Por cierto, la tormenta no paró en toda la madrugada. 

Tengo la sensación de que algo pronunciado inocentemente por mi padre pudo precipitar los acontecimientos. Ya en junio-julio mi padre se metía en la piscina. Yo nunca llegué a bañarme en ella porque me daba cierto "mal rollo". Alguno lo llamará sugestión, otros simplemente dirá que eran manías mías. La cuestión es que no llegué a meterme en ella, pues no me hacían gracia ni esa piscina ni la casa. Pero, por algún motivo, la piscina menos. El caso que mi padre si que se bañó mucho y, además, disfrutaba como un niño cuando se bañaba. Una tarde fue mi abuelo, como hacía a menudo, a ver a mis padres. Yo no estaba. Mi padre le dijo, emocionado, "Gerardo, Gerardo ¡Qué bien estoy aquí!". Puede sonar increíble. Puede sonar absurdo. Y estoy convencido de que es el más puro absurdo. Tal vez incluso sea una extraña y macabra coincidencia. Pero tengo la sensación de que estas palabras pudieron generar una situación de "envidia" en ese "algo" que había en la casa. Ojo, no digo que estuviera presente el espíritu del primer propietario. Y quiero decir bien claro que no estoy diciendo que fuera aquel difunto propietario el responsable de lo que ocurrió. Pero el sufrimiento que ese hombre había vivido durante su enfermedad, incluso el propio dolor experimentado por la viuda durante el año y pico que allí vivió (por cierto, en completa soledad), quizá habían generado cierta energía espiritual negativa (es cierto que a muchos de mis lectores el término "energía" no les gustará. Pero no hay otra forma de llamar a "eso". Y, quizá (y es teoría mía, no pretendo tener la verdad absoluta, ni mucho menos pretendo cargar de responsabilidad a nadie), esa felicidad de mi padre, al contrastar con el sentimiento de dolor vivido allí anteriormente, pudo generar cierta envidia en esa "energía" que había en la casa.
Es acojonante pensarlo (y me perdonarán la digresión), pero por lo que pasó pocos días después estoy convencido de ello.

Debo añadir antes que mi padre llevaba trece años enfermo. Tenía esclerodermia. Se trata de una enfermedad rara pero no necesariamente mortal en sí misma. Si bien es cierto que los órganos van desgastándose y perdiendo fuerza a marchas forzadas. Pero, principalmente, se trata de brotes no necesariamente mortales. De hecho, mi padre había superado unos años especialmente duros entre 1998 y 2002-2003 en los que, sinceramente, creíamos que "se iba". Sin embargo, a raíz de viajar a Alemania en 2002 (donde recibió tratamiento por parte de un médico alemán), había ido mejorando poco a poco. Incluso durante los siete meses que vivió en la casa se encontraba bien de salud. Es cierto que unos días antes se había caído al lado de la piscina (no podía ser en otro lugar), pegándose un buen mamporro. Pero también había organizado, dos días antes, una barbacoa donde disfrutó como un niño con matrimonios amigos y no dio señales de fatiga. Incluso el día anterior habían ido mis padres con mi abuelo a comer y al teatro. Es cierto que la anterior dueña de la casa le había visto en misa ese mismo domingo y después nos dijo que parecía fatigado. Pero a veces daba esa sensación. Muchas veces estaba fatigado, pero por los mencionados brotes, sin embargo seguía luchando.

Palacio de Linares

La cuestión es que el 18 de julio de 2005, tras haber cenado "mejor que nunca" (en palabras de mi madre) cruzó el umbral de la vida. Según dijo el médico fue un fallo multiorgánico fulminante. Se había sentado en su despacho y, nada mas coger el periódico para leerlo, se marchó. 

He reflexionado mucho sobre ello desde entonces. Lo más racional es pensar que el cuerpo de mi padre estaba muy debilitado debido a la enfermedad. Sus órganos vitales habían ido desgastándose durante año tras año. De hecho entre, más o menos, el año 2000 y 2004 mi padre dormía con una máquina de oxígeno. En 2004 como he dicho, comenzamos a vivir en aquella urbanización. Primero en unos apartoteles. Allí no usaba máquina de oxígeno para respirar mejor cuando dormía (quizá no lo necesitaba gracias a la pureza del aire que allí se respira, tal vez sus pulmones funcionaban mejor). Por ello, lo más racional es pensar que a las 23 horas del 18 de julio de 2005 sus órganos vitales dijesen "Hasta aquí hemos llegado". Pero, por lo que he leído y escuchado sobre parapsicobiofísica (nombre que el profesor Germán de Argumosa decía que era realmente el adecuado a la hora de hablar de parapsicología) soy consciente de que una casa "herida" (o "enferma") puede llegar incluso a provocar, indirectamente, la muerte de una persona con debilidad en sus órganos vitales. Suena absurdo, y quizá rocambolesco. Pero creo que aquellas cosas que había percibido desde marzo eran señales para que nos marchásemos de aquella casa. No quiero decir que fuera el difunto quien provocó la muerte. Pero es posible que la energía que se había creado en aquella casa durante la enfermedad de aquel primer propietario tuviera una gran influencia en lo que ocurrió. Si que tengo la certeza de que a "alguien" o "algo" no le gustaba un pelo ver a unos extraños siendo felices en aquella casa. Es como si a "alguien" o a "algo" le molestaba especialmente que "los otros" disfrutasen de algo que el primer propietario había creado y que ya no podía disfrutar. Es más, que su último año de vida no había disfrutado en absoluto por aquella enfermedad..

En septiembre mi madre y yo nos mudamos a los apartoteles antes mencionados. Donde estuvimos viviendo tres años, hasta que en 2008 nos cambiamos a nuestra actual casa, a veinte minutos en coche de allí. Entre 2005 y 2012, cuando se vendió aquel chalet, continuamos yendo para ver que todo estaba en orden (tema limpieza, tema que no entrase alguien a robar... cosas lógicas al no vivir nadie allí). En verano de 2006, o 2007 (no recuerdo el año) una de mis hermanas celebró una barbacoa en el chalet. Como había hecho anteriormente en varias ocasiones, incluso ese mismo verano. Pero en ese día concreto pasó algo extraño. A media tarde una amiga suya, que debía estar cansada, subió a la que había sido mi habitación a echarse la siesta. Para no revelar su nombre real la voy a llamar con uno ficticio. Pongamos que se llamase Nadine. El caso que al poco de echarse en la que había sido mi cama, escuchó claramente una voz que la llamaba "Nadine, Nadine, Nadine....". Ella preguntó en varias ocasiones creyendo que eran sus amigos. Pero salvo el "Nadine", no escuchó nada más. Bajó a donde estaban mi hermana y el resto de gente tomando algo y preguntó si alguien la había llamado. No solo nadie la había llamado sino que nadie había entrado a la casa para nada. La chica se estremeció de tal manera y tuvo tal miedo que, según me contaría después mi hermana, pasó el resto de la noche temblando y sentada en un rincón sin pronunciar palabra, con el rostro pálido. Nadine ni siquiera conocía la historia del primer propietario. Y creo que tampoco sabía que mi padre había fallecido en esa casa. 

Durante aquellos años fui completamente solo al chalet, además en varias ocasiones, Solía ir, especialmente, a recoger cosas que aún tenía allí, y a ver los álbumes de fotos (me encanta de vez en cuando ojear los álbumes de fotos. Además siempre me encuentro con alguna que nunca había visto hasta entonces). Desde que entraba al chalet, y hasta que me marchaba, escuchaba pasos, susurros, notaba la presencia de alguien que me observaba. Recuerdo especialmente un mediodía en el que, mientras observaba las fotos, escuché un ruido muy constante y fuerte. Era como si hubiera gente en una obra trabajando. Escuchaba claramente los martillazos, sonidos como de radiales, crujidos... y cabe decir que en ninguna de las casas cercanas había ningún tipo de obra (me aseguré de ello). También recuerdo lo que me sucedió en una ocasión al subir las escaleras con mi madre (que iba detrás mío). Alguien me tiró del jersey. No fue la típica sensación en la que tienes el jersey mal puesto, hay alguna arrugita y al moverte se te alisa. No, noté claramente que "alguien" me agarraba del jersey y tiraba hacia atrás. Además lo hacía como con fuerza. Le pregunté a mi madre si había sido ella y me juró y perjuró que no había hecho nada.
Casa de las Caras. No es "herida", pero si misteriosa
Por otra parte, esa casa tardó muchos años en venderse (siete) y no precisamente por falta de pretendientes. Incluso Juan Pardo fue a verla, y dijo que le gustaba. Sin embargo, todos los interesados se echaban atrás. Algunos incluso a punto de firmar la compra. Era como si percibieran algo que no les agradaba especialmente. Finalmente, en 2012 (un año muy especial para mí por diversas cosas, entre ellas porque vencí a la depresión) se vendió aquel chalet. No he vuelto a saber mucho de las personas que lo compraron. Si tengo noticia de que físicamente están bien (vamos, vivitos y coleando, y Dios les guarde durante muchos años). 

Durante los dos o tres años anteriores a venderse la casa hubo algo que se añadió a toda la fenomenología paranormal antes relatada. Cada vez me costaba más respirar cuando estaba dentro de aquella casa. Cuando llevaba un rato dentro tenía que salirme al jardín para poder respirar bien. Me faltaba el aire. De hecho en varias ocasiones estuve apunto de ahogarme. Sobretodo la última, a pocos días de vender el chalet, cuando practicamente tuve que salir corriendo de la casa porque me ahogaba. Además la angustia me duró durante bastante tiempo. Mucho rato después de habernos marchado aún me duraba.

Soy consciente de que lo relatado aquí puede resultar increíble. Seguramente muchos no me creerán. Otros me dirán las típicas palabras que he escuchado en muchas ocasiones: sugestión, imaginación, incluso paranoia. Habrá quien diga que estoy para ser encerrado en Ciempozuelos. También otros me dirán que lo que yo llamo energía tiene un tufillo New Age y tratarán de desacreditarme. De hecho, sé que mucha gente se encierra en prejuicios de este tipo para no creer estas cosas. Pero yo sé lo que he vivido, tanto en esta casa como en otros muchos fenómenos paranormales que me han ocurrido durante mi vida. Sé, además, que se tratan de cosas reales y no subjetivas. Cuando, por ejemplo, sueñas con Miguel Ángel Blanco en el mismo momento en que se produce su fallecimiento, sabes que se trata de algo real. Lo mismo ocurre cuando, años más tarde, sueñas con una buena amiga justo en el instante que fallecía.... en esas ocasiones eres plenamente consciente de que el mundo de lo espiritual existe. Cuando has sentido, como yo, a tu abuela ya fallecida (a la abuela que conocí) y experimentabas una auténtica sanación física y espiritual al acostarte enfermo en la cama que ella dormía en vida... sabes que estas cosas son reales. Y, además, totalmente serias. Lo mismo ocurre cuando un día averiguas donde se encuentra enterrada una persona solo por el mero hecho de que percibías su presencia... sabes que lo que te ocurre es completamente real, aunque muchos no se lo crean.

Cortijo de los Galindos. Donde "mataron a cinco"

Quiero finalizar este artículo sobre casas heridas contando varias experiencias personales que suponen un buen, e inquietante, colofón. No todas son en casas heridas, pero tienen algo que ver con el tema del que he escrito.

La primera ocurrió durante el periodo que estuve deprimido (2009-2012). Ya entonces me encontraba viviendo donde resido actualmente. Mi hermana, que vive en otro país, suele dormir en casa cuando viene a España. En alguna que otra ocasión dijo que percibía una sensación de mucha tristeza en la casa. Esto coincidiendo con los periodos en los que peor me encontraba anímicamente. Ella es atea, por lo cual no está especialmente abierta a creer en estas cosas. Aunque si que ha percibido a nuestro padre en varias ocasiones. La cuestión es que, aquellos días que venía a casa y yo estaba con la depresión, ella percibía una carga negativa en la casa, una sensación de mucha tristeza. Sin embargo, desde que salí de la depresión no ha vuelto a sentir algo así en mi actual casa. Estoy firmemente convencido de que nuestro estado psicológico influye en la energía (como yo la llamo) de la casa. Y creo que lo que voy a contar ahora lo demuestra en cierto modo.

La segunda ocurrió cuando murió nuestra tía de Santoyo. La buena mujer padeció esa maldita enfermedad que se está llevando a tanta gente, el cáncer. De hecho la pobre apenas vivió un año enferma, pues se lo descubrieron en diciembre de 2010 y un año después falleció. Creo que es importante decir que no falleció en la casa. La cuestión es que, tras el entierro, le pedí a mi tío entrar en su habitación, para dar un beso a la cruz que había regalado a mí tía (que también era mi madrina) años antes, tras venir de una peregrinación a Roma. Al entrar en la casa sentí una punzada de dolor que me atravesó todo el cuerpo. Era como si todo el dolor experimentado por mi tía en aquellos meses se hubiera acumulado en la casa. Fue un sentimiento muy angustioso que nunca he vuelto a experimentar allí (de hecho, hace poco entré y sentí una "energía" neutra, ni positiva ni negativa). Los parapsicologos utilizan el término impregnación. Creo que, en cierto modo, el dolor que sentí al entrar en la casa se debió a este fenómeno.

La tercera fue en una casa que tiene mi hermana en la sierra. Una casa que era de nuestros padres y que alquiló por dos veces. Los primeros inquilinos eran unos señores que trabajaban en la carretera y no dieron muchos problemas. De hecho, apenas iban a dormir, el resto del día estaban trabajando. Y los fines de semana se iban a su tierra. Pero los siguientes inquilinos fueron unos rumanos (caucásicos). El caso es que esta gente, cuando se marcharon, dejaron la casa destrozada. Muebles que habían comprado mis padres con toda la ilusión (como un columpio y una tumbona) estaban completamente destrozados, había múltiples arañazos en otros muebles, paredes descorchadas y despintadas... en fin, un desastre. Desde entonces he ido varias veces a esa casa. Pues la primera vez sentí también un fuerte dolor. Como si hubieran herido al "espíritu" (o a la carga energética) de esa casa. Como si la casa tuviera vida propia y me estuviera haciendo saber que la habían provocado fuertes heridas. Me dio la sensación de que la casa "lloraba" (es absurdo, lo sé). Siento que poco a poco ha ido recuperándose. De hecho esa energía negativa del principio ha pasado a ser neutra. Y supongo que cuando mi hermana la reforme la energía volverá a ser positiva, como cuando íbamos allí durante los veranos de nuestra infancia.

La cuarta no fue exactamente en una casa, era un convento del siglo XII. Actualmente sigue habiendo monjas. El caso es que allí viví la peor noche de mi vida. Lo cuento en este artículo. Cuando me levanté tenía moratones, el pómulo hinchado y rasguños por la cara. Se trata de un convento donde hubo varios incendios extraños hace unos siglos. Un tío mío puso una residencia de ancianos y sospecho que a "alguien" no le gustaba la idea. Especialmente porque mis primas y mi tía dormían en lo que había sido la sacristía. Y eso quizá molestaba a "alguien" o "algo". Y aquella noche yo dormí, o eso intenté, en lo que era la sacristía.Y, como tengo una sensibilidad especial a estas cosas, percibí lo que percibí, y salí de allí como salí.

La quinta fue realmente curiosa. Estaba en la casa de Santoyo cenando completamente solo. Ya lo he dicho antes. Esa casa no me da ningún miedo, ni tampoco siento ningún tipo de sugestión cuando estoy allí. Tiene dos pisos. Yo me encontraba abajo. Escuché una voz femenina llamándome. O, al menos, pronunció mi nombre. Fue algo simple, una palabra: ¡Víctor! estuve meditándolo un poco y llegué a la conclusión de que se trataba de la voz de mi abuela. Pero no la voz de una anciana, era como la voz de una mujer joven. Mi padre se llamaba como yo. Según la teoría de la impregnación, es posible que escuchase una voz pronunciada muchos años atrás por mi abuela llamando a mi padre cuando él era un niño.


En definitiva, se podría decir que las casas, los edificios, tienen cierta carga energética, y que nuestro estado anímico influye poderosamente en ella. También las sensaciones que transmitimos, nuestras emociones, las palabras que pronunciamos, pueden quedar impregnadas en el ambiente de esos lugares. Quizá la mezcla del dolor vivido por el primer propietario de aquel chalet, junto con el hecho de que hubiera gente nueva y extraña viviendo y siendo feliz allí, crearon cierta energía "negativa". Sí, la felicidad puede influir en esa carga energética. Pero, como la casa había sido construida por otra persona... y esta persona pasó su último año en medio de un fuerte sufrimiento... quién sabe si, como he especulado antes, algo en esa casa estaba disconforme con que estuviéramos viviendo allí. La carga energética puede ser negativa cuando uno de los habitantes padece una depresión. Puede volverse positiva cuando quienes viven allí son personas positivas, o se vuelven positivas. Puede reflejar el dolor vivido por una persona, como mi tía de Santoyo. Puede igualmente mostrar dolor cuando alguien no ha tratado bien a esa casa ni a lo que representa. Lo que se ha vivido en esa casa puede haber quedado impregnado en el ambiente y, por ello, a veces escuchamos voces o, incluso, vemos siluetas humanas. Y hay veces, como en Amityville que una familia entra ilusionada a una casa que acaba de adquirir y poco después se ve obligada a huir de allí ¿Fue algo similar lo que le pasó a mi familia?

Que cada uno saque sus propias conclusiones.


miércoles, 19 de abril de 2017

Intrahistoria de la EXPO92 ¿Cómo la viví yo?



¡Hola soy Curro!

Algunas vivencias perduran en tu memoria por más que pase el tiempo.  Se cumplen ahora veinticinco años de la Exposición Universal que tuvo lugar en Sevilla durante 1992.  Yo era muy pequeño entonces, pero recuerdo con gran cariño aquel año. Ahora, ya en la treintena, puedo parafrasear a Kevin Arnold diciendo aquello de… recuerdo un lugar como otro lugar cualquiera, unas calles como otras tantas calles, unos pabellones de exposiciones como tantos pabellones de exposiciones.... pero, cuando vuelvo la vista atrás y recuerdo aquel acontecimiento…. Me maravillo. Sucedió en Sevilla, no podía ser en otro lugar. Aquel evento fue conocido como "La Era de los Descubrimientos", pues quería conmemorar el Quinto Centenario del Descubrimiento de América... y yo puedo decir que estuve allí... ¡en varias ocasiones!.
Mi primer contacto con la EXPO92 tuvo lugar en Semana Santa, a tres días de la inauguración oficial. De hecho, hace unos años me enteré de un dato curioso. En un principio se había pensado en el 17 de abril como el día propicio para inaugurar aquel grandioso evento. Sin embargo, dicho día coincidía con Viernes Santo. No era posible que coincidieran ambos acontecimientos a la vez, y menos en una ciudad como Sevilla, que vive con tanta pasión las procesiones de Semana Santa. Por este motivo, finalmente la EXPO fue inaugurada el lunes 20 de abril de 1992.

Aquel Viernes Santo estuve en la ciudad hispalense con mis padres. Habíamos ido a pasar la Semana Santa a Matalascañas (Huelva). Mi padre quería que los alumnos del Liceo Zuloaga, el colegio donde estudié y que él dirigió con gran sabiduría, fuéramos a la EXPO92 durante aquel año. En Matalascañas había una urbanización donde se alquilaban chalets. No recuerdo el nombre de aquel lugar (ya digo, era muy pequeño), pero si tengo vagos recuerdos de un señor que debía trabajar en una inmobiliaria, o en la entidad urbanística (algo así) con el que mi padre entabló bastante buena relación. Durante aquellos días estuvimos alojados en uno de esos chalets y ese señor y mi padre debieron acordar las fechas en las que se alojarían en Matalascañas los diversos cursos del colegio.

Viernes Santo en Sevilla. 17 de abril de 1992. De ese día tengo dos recuerdos que a veces me vienen a la mente en forma de flashes. Primero estuvimos viendo las procesiones. Si no recuerdo mal, fue por la mañana. Así que debimos ver los últimos coletazos de “La Madrugá”, quizá alguna de las hermandades se encontraban de retirada (era por la mañana, acabábamos de llegar a Sevilla. La Macarena, por ejemplo, tengo entendido que suele llegar a su Basílica en la media tarde del Viernes Santo). Aunque yo ya había visto algunas procesiones durante mi entonces corta vida, aquella de Sevilla me impactó notablemente. Especialmente por la gran cantidad de gente que había en las calles. De la procesión en sí recuerdo vagamente a una Virgen ¿Quizá la Macarena? la gente le decía aquello de “¡Guapa!”. Creo que después debimos ir a comer y, ya por la tarde, antes de volver a Matalascañas, fuimos mis padres y yo al recinto de la Exposición Universal. Llegamos hasta una de las puertas, la más cercana a la actual Torre Triana y, por tanto, al infortunado Pabellón de los Descubrimientos. Meses antes de la inauguración, este pabellón había sufrido un incendio que supuso toda una conmoción pues, según decían, se trataba de la verdadera joya de la EXPO92.
Recuerdo que aquel día volví a Matalascañas un poco “decepcionado”, pues quería haber visto a Curro. Pero claro, al no haber sido aún la inauguración, la mascota lógicamente no estaba por la Cartuja todavia. Había albergado la ilusión infantil de que iba a encontrarme con Curro, por ello sentí esa pequeña decepción. Eso sí, durante los meses siguientes pude verle en muchas ocasiones.
Pero recuerdo otra anécdota ocurrida en aquella Semana Santa en Matalascañas. Estuve jugando con otros niños a las máquinas recreativas. Aunque yo ya había vistado Andalucía, no había tenido ocasión de hablar con críos andaluces, por lo que su acento me chocó bastante. Eso si, mi hermana me dijo, con gran razón, “también tu acento les sonará raro a ellos”.


Con mi padre aquel Viernes Santo....
Como digo, pude ver a curro en muchas ocasiones durante aquel inolvidable 1992. De hecho, aunque fuera por la televisión, le vi el propio día en que se inauguró oficialmente la Exposición Universal de Sevilla. No lo vi en directo, claro está, pues me encontraba en clase a esas horas. Pero por la noche Televisión Española emitió un Informativo especial sobre el acontecimiento y recuerdo haber estado viéndolo. Me impactó notablemente ver las imágenes de la inauguración, con las campanas de toda Sevilla tocando a gloria, con el humo de colores que salía del Recinto de la Cartuja de las Cuevas (antiguo convento de cartujos y posterior fábrica de cerámicas), los miles de globos que soltaron al aire… y Curro. Mi inolvidable Curro ¡Qué saltos daba! Aún me pregunto qué tipo de ave era Curro. Si bien es cierto que Cobi tuvo también mucho protagonismo durante aquel año, el carisma de Curro era especial. Creo que estoy en condiciones de afirmar que, sin duda alguna, la mascota de la EXPO92 fue la favorita de los niños españoles que vivimos aquel mágico año. He hecho dos encuestas, en Facebook y Twitter. En Facebook gana Curro por dos votos. En Twitter hay mas unanimidad, pues el 100% de los encuestados optaron por la mascota de la EXPO92.
Por cierto, tengo también cierto recuerdo de un programa de televisión, creo que VIP Guay, donde Curro y Cobi participaron en una entrevista o algo así. No sé si respondían a preguntas de los niños, o si era algún tipo de concurso al que fueron invitados. Pero si tengo perfectamente grabada e la memoria la imagen de ambas mascotas en un plató de televisión.

En mayo volví a Matalascañas. Aunque, en esta ocasión, lo hice con mis compañeros de clase. Creo que, de todos los viajes que realicé durante mi etapa en el colegio, este viaje a Matalascañas es, sin duda alguna, el que recuerdo con mayor cariño. Y eso que el último fue a Roma, mi ciudad favorita. Me gustaría plasmar, negro sobre blanco, lo que recuerdo de aquel viaje. De hecho, ahora mismo me están viniendo muchas anécdotas de aquellos días en Huelva y Sevilla. Por ejemplo, durante aquellos días aprendí dos cosas que hasta entonces no sabía hacer: la cama y atarme los cordones. De camino a Matalascañas le pedí a la profesora que me atase los cordones. Debió pensar que era más efectivo enseñarme a atármelos yo mismo que estar atándomelos ella cada vez que se lo pidiese. Así que, durante un buen trecho, estuve sentado a su lado, hasta que aprendí a atarme los cordones sin margen de error. Por cierto, hicimos parada en Mérida y fuimos al teatro romano. La profesora nos dijo que desde el graderío podíamos escuchar con claridad lo que decían los actores durante una representación teatral cualquiera. Pero nosotros le dijimos que no nos lo creíamos. Por ello nos ordenó ir a las gradas y, cuando ya estábamos sentados allí, empezó a decirnos cosas con una voz más o menos suave. Nos quedamos muy sorprendidos al poder escuchar con gran claridad cada una de las palabras que nos decía. Llegamos casi de noche a Matalascañas y recuerdo que le dimos una gran ovación a Valentín, el conductor. Lo que no recuerdo es a que se debió. Supongo que la profesora quiso que le aplaudieramos como agradecimiento. Sin duda fue una buena educadora, la recuerdo con gran cariño.

Aquellos bellos atardeceres en Matalascañas....
Si no estoy equivocado, nos dispusimos en grupos por varios chalets. En las habitaciones había literas que compartíamos de dos en dos. Aquí viene mi otro gran aprendizaje de aquel viaje: hacer la cama. Tuvo lugar precisamente el día que visitamos la EXPO92. El chaval con el que compartía la litera me dijo que (yo) iba a hacer la cama “sí o sí”. No le hice mucho caso, pues me pareció una bravuconada. Además, pensé que llegaríamos tarde de Sevilla. Con un poco de suerte mi compañero estaría cansado o tal vez no se acordaría de lo que me había dicho por la mañana… iluso de mí. Cuando llegamos a Matalascañas (sobre la 1:30 de la madrugada) algunos de nuestros compañeros fueron a cenar. Pensé que este chico querría cenar también, y así no me descubriría... pero no, se vino conmigo y, al ver que la cama estaba sin deshacer, me echó una buena bronca. Esta es una de las imágenes que más recuerdo como “icónicas” de aquel viaje.
Estuvimos como una semana en Matalascañas. Aparte de la visita a la EXPO, no recuerdo mucho aquellos días, salvo dos o tres cosas puntuales. Supongo que fuimos bastante a la playa. No soy mucho de bañarme en el mar, tampoco me apasiona pisar la arena. Pero recuerdo con agrado aquella playa onubense. Era grande, el agua no estaba demasiado fría, además se podía nadar bastante bien y casi sin peligro. Uno de los días nos llevaron al Coto de Doñana. Creo recordar que nos decepcionó un poquito debido a que la profesora nos había dicho que íbamos a ver animales. Sin embargo, salvo los famosos pelícanos, algunos roedores y unas pocas aves, no vimos mucho más. Nosotros teníamos la ilusión de ver linces y otros animales “de enjundia” (animales grandes, claro). Pero, salvo los dichosos pelícanos, todo lo demás eran “bichos pequeñajos”. Por ello nos sentíamos decepcionados. Supongo que al ser pequeños nos llevaron por una ruta que no fuera demasiado peligrosa y por la que no transcurrían los animales grandes.

Pero el gran motivo de aquel viaje escolar era visitar la Exposición Universal de Sevilla. Al recordar aquella inolvidable y mágica jornada me parece como si hubiera sido ayer mismo. De hecho, tengo en la memoria bastantes recuerdos de entonces. Nada más desayunar nos llevaron en autobús hacía Sevilla. Quizá por la cercanía a Doñana, el día había amanecido con bastante niebla. Aunque poco a poco el sol fue haciendo acto de presencia, adueñándose del cielo, especialmente a nuestra llegada a la capital hispalense.
Yo ya sabía cómo era la EXPO92 por fuera. Por ello me hizo gracia escuchar los “¡hala!” pronunciados por mis compañeros de clase según íbamos acercándonos. Pero esa misma exclamación salió de mi boca cuando, minutos más tarde, entramos por una de las puertas y comenzamos a recorrer las diversas calles del recinto. Aunque no recuerdo exactamente qué pabellones visitamos, si puedo decir que los que más nos impactaron fueron el de Hungría (especialmente por lo bonito que era...o es, porque desde 2007 es Bien de Interés Cultural), el Pabellón del Futuro, El Pabellón de la Navegación y el Pabellón de la Naturaleza. Fuimos también al Cine Alcatel que, según recuerdo haber leído más tarde, anticipaba, de alguna forma, el actual cine en tres dimensiones. De hecho, durante la película llevabas puestas unas gafas cuyas lentes eran de un color cada uno. Eran de plástico. Una de ellas era de color verde y la otra lente de color rojo. En aquel cine se proyectaba la película "Eureka: la Pasión por Conocer", que recreaba algunos de los hitos más importantes de los descubrimientos realizados por la humanidad desde la llegada de Magallanes y Elcano a Tierra de Fuego hasta el hallazgo de las Cuevas de Altamira o los viajes a la Luna.

Vista del Lago desde el Pabellón de España
Pero uno de mis favoritos ya desde este primer día en la EXPO fue el Pabellón de España. Además, como estaba junto al lago, era un lugar excepcional para ver tanto la cabagalta como el Espectáculo del Lago. Fue en su cine, conocido como Movimás (con capacidad para 162 personas) donde sentimos algo realmente impresionante cuando vimos la película "Vientos de España". Lo que más nos sobrecogió fue, sin duda,sentir que el asiento se movía. Te daba la sensación de estar realmente dentro de la película. Además, los objetos que aparecían daban la sensación de estar tan cerca de nosotros que extendíamos las manos para intentar cogerlos. Creo recordar que en ese vídeo aparecía un caballo blanco en el que tú (el espectador) parecía estar galopando a toda velocidad. Recuerdo alargar la mano como intentando tocar su crin. De hecho, según estoy leyendo en la Memoria General de la Exposición Universal Sevilla 1992 "El logotipo del Pabellón, convertido en globo, despegaba del Parque Nacional de Ordesa, para transportar a los espectadores por la geografía de España. En Lanzarote se volaba en ala delta y se cabalgaba a lomos de un dromedario. También se podía remar en una trainera en San Sebastián, peregrinar a Santiago de Compostela (1993 fue año Santo Jacobeo) y recorrer Granada en una carrera de caballos. Antes de aterrizar, al lado de los molinos de la mancha, cientos de niños esperaban al visitante. La película duraba once minutos (...) bajo el hilo argumental de una guitarra española se pasaban imágenes de la diversidad del paisaje español".
Seguramente la profesora quiso llevarnos al Pabellón de México, su país natal. Por lo que he podido leer recientemente, este pabellón aún tiene en su interior un cactus centenario que trajeron desde Mexicali, capital del estado de Baja California. Uno de sus principales atractivos, además, fue el poder hacer una fotocopia en color, algo que en 1992 constituía todo un gran adelanto tecnológico. También debió llevarnos a ver Andalucía de los Niños, una maqueta con edificios y lugares emblemáticos de esta comunidad autónoma que se convirtió sin duda en uno de los lugares favoritos de todos los críos que fuimos a la EXPO92. Fuimos también al Pabellón Siemens y al de la ONCE. En éste tuvimos la oportunidad de conocer el día a día de un ciego. Te cubrían los ojos y te llevaban por un recorrido que simulaba ser una calle con gente, un autobús donde tenías que subir y sentarte… y también tenías que realizar algunas otras acciones más que no recuerdo. Aunque no se trata de algo “bonito” ni “gracioso”, fue edificante realizar aquel recorrido. Conozco varias personas ciegas y debo admitir que les admiro. Cuando recuerdo el Pabellón de la ONCE tengo la sensación de que se me hizo eterno el rato que estuve caminando a ciegas, tenía ganas de salir de ahí cuanto antes para volver a ver con normalidad. Recuerdo que me chocacaba casi todo el rato y, también me caí alguna vez… por ello cada vez que veo a un ciego le observo con admiración y cariño. Aquella experiencia me marcó.

También visitamos el desaparecido Palenque, donde debimos ver alguno de los espectáculos que allí se ofrecían.  Hubo muchos eventos importantes eneste lugar, pero posiblemente lo más destacado fue la celebración de los Días Nacionales de cada país participante.  Después fuimos a comer al Jardín Americano. Sé que fue allí porque al ver las fotografías del lugar lo recuerdo perfectamente. Pese a su belleza, estuvo abandonado durante demasiado tiempo. Afortunadamente hace unos años se realizó una intervención para recuperarlo, pues fue uno de los lugares más hermosos de toda la EXPO, y eso que había mucha belleza concentrada en aquel lugar.

Otra vista del Lago. A la izquierda la Esfera Bioclimática
También estuvimos junto al Monasterio de la Cartuja y los pabellones adyacentes, pues recuerdo ver a unos tipos vestidos de corsarios, o de personajes del siglo XV por allí. Otro de los lugares que más me gustó fue la Plaza Sony. De hecho, otra de las imágenes más icónicas que tengo grabadas a fuego en mi memoria y que mayor cariño siento al recordarla sucedió meses después, cuando visité la EXPO  con mi padre. Se trata de un recuerdo que dura unos pocos segundos. Salgo con mi padre de uno de los pabellones que había junto a la Plaza Sony ¿quizá el Pabellón Plaza de África? al salir nos topamos con un gran gentío. Ese momento en concreto fue realmente mágico, con Curro “haciendo de las suyas”, muchos críos arremolinados en torno suyo, pidiendo emocionados hacerse una foto con él, gente vestida de mil maneras y formas (eran los 90… quizá la época donde la gente ha vestido de la forma más rara, encima era 1992, el año en que se pusieron de moda los pins y había gente cuya ropa apenas se veía por la cantidad de insignias que llevaban puestas). Los pabellones, las imágenes que emitían en aquel preciso instante a través del mítico Jumbotron, la música, los sonidos, el colorido, los olores... todo… como digo, la magia de ese momento quedó fuertemente grabada en mi memoria.  

Recuerdo también que aquel día monté con varios de mis compañeros de clase en el monorraíl (siempre que veo el capítulo de Los Simpsons no puedo evitar acordarme de la EXPO92), subimos también a los telecabinas, fuimos a la cabalgata, vimos en varias ocasiones a Curro e incluso estuvimos jugando con él.
En cuanto a la cabalgata, el director de Comediants, Joan Font, fue su creador. Quiso realizar una alegoría de "las diferentes fiestas y celebraciones que se celebran a lo largo de todo un año en un país del sur de Europa, en un país mediterraneo" (Memoria General Exposición Univesal Sevilla 1992). Pero, además de la cabalgata, había infinidad de espectáculos, tanto callejeros como en los pabellones. Por ejemplo Colombia y su autobús "La Chiva", que recorría el recinto con la música del Vallenato. O Suiza, con sus mimos, payasos, músicos y bailarines.
 
Ya por la noche fuimos a ver el espectáculo del Lago, que supuso el gran colofón a una inolvidable jornada. Como podéis ver en las imágenes, aquel espectáculo fue sencillamente mágico y sensacional. Personalmente, creo que cuando presencias ese tipo de espectáculos siendo un crío te impactan con mayor fuerza. Después fuimos al autobús para volver a Matalascañas. Aunque el conductor tardó en arrancar porque resultó que uno de mis compañeros de clase se había perdido y tardaron en encontrarle. Afortunadamente apareció sano y salvo. Estoy casi convencido de que se despistó junto al Pabellón de Galicia. Tengo el vago recuerdo de haberle visto por última vez junto a este pabellón. Debió despistarse y, por ello, se perdió. Por suerte, la EXPO92 contó con un grandísimo equipo multidisciplinar de trabajadores que no tardaban mucho en localizar a los críos que se perdían.

Vista nocturna del Pabellón de la CEE
Llegamos a Madrid con multitud de souvenirs de la EXPO92. En mi caso, por desgracia,no conservo ninguno, pues he vivido varias mudanzas y debieron perderse en alguna de ellas. Tan solo conservo un peluche de Curro con el que ahora juegan mis sobrinos. Por cierto, aún he visto en algún bar andaluz la típica máquina para que se monten los niños y en la que aparece Curro y, junto a él, hay un asiento para el niño. Aún funciona y cuando el crío sube a la máquina escucha “hola, soy Curro ¿Quieres jugar conmigo?”. Escucharlo supone un verdadero viaje al pasado. Como he dicho antes, recuerdo con mucho cariño este viaje a la EXPO de Sevilla al que acudí con mi clase del colegio. Ello pese a que tanto la profesora como mi compañero me hicieron sudar sangre, sudor y lágrimas para que aprendiera a atarme los cordones del zapato y a hacer la cama. En cuanto a los souvenirs, me hubiera gustado conservar uno que me traje del Pabellón de Galicia. Era como una especie de colgante que por las noches se iluminaba. Para ello, claro está, debía darle la luz solar durante el día. Era francamente curioso y, como digo, me da pena que se perdiese en alguna mudanza. Pero en fin, como franciscano, y estoico, que soy sé que el apego a las cosas materiales no es precisamente algo conveniente. Además, pienso que tampoco llegamos a ser del todo dueños de los objetos que, en alguna ocasión, han pasado por nuestras manos.

En agosto regresé a Matalascañas con mis padres. Habían alquilado una de las casas durante todo aquel mes. De hecho, varios matrimonios amigos suyos hicieron lo mismo. De esos matrimonios algunos tenían hijos más o menos de mi edad. Incluso uno de ellos era compañero mío de clase, por lo que había ido a la EXPO92 conmigo en mayo. Supongo que “los mayores” debieron adquirir pases de temporada o algo, porque durante todo agosto fuimos a la EXPO en numerosas ocasiones. De hecho, creo que no nos quedó ningún pabellón por visitar. Volvimos, además, al Cine Alcatel y al Movimás. Además, como novedad, en el Pabellón del Universo vimos otra película que tenía como tema principal el viaje al espacio. Sin embargo, se trata de algo que casi nadie recuerda aunque la Memoria General de la Exposición Universal lo menciona. Además, yo estoy seguro de haberlo visto. Como anécdota curiosa, recuerdo que mis hermanas me dijeron que el Pabellón de Madrid era “una mierda” (textualmente). Yo aún no había estado, por lo que uno de los días que fui con mi compañero de clase y sus padres pedí ir hasta ese pabellón (Cuando iba con mi amigo y sus padres solíamos madrugar. Después los míos se nos unían por la tarde). Cuando pasamos por el dichoso Pabellón de Madrid no me pareció para tanto la crítica que habían hecho mis hermanas. De hecho, siempre me ha gustado la robótica y me sorprendió mucho ver un robot que, aunque era muy rudimentario (y muy feo, por cierto) parecía estar diseñado para hacer bastantes cosas. No recuerdo qué hacía exactamente. Pero si recuerdo que los padres de mi amigo dijeron: “está muy bien montado este robot, el que lo ha diseñado es un genio”.

Monorrail y telecabinas en la EXPO92
 
Algo que me entusiasmó en estas visitas de agosto, y que no había hecho en mayo, fue poder bañarme en el recinto. Previendo el calor que hace en Sevilla en verano, los organizadores habían puesto infinidad de estanques para que la gente pudiera refrescarse. Aunque, eso sí, bañarse como tal tan sólo podíamos hacerlo los niños, pues las personas mayores no cabían. Eran estanques pequeños. Donde cualquiera, niño o mayor, podía refrescarse sin ningún problema fue junto a la Esfera Bioclimática (uno de mis rincones favoritos de la EXPO92) o, también, debajo de las numerosas pérgolas de las que caían chorros de agua que te refrescaban. Según la Memoria General de la Exposición Universal Sevilla 92 estas pérgolas "unían a través del tiempo el jardín árabe andalúz y la tecnología moderna, facilitando la percepción de una estética sugerente". 

De estas visitas en agosto, sin embargo, no recuerdo tantas cosas como de la jornada vivida en mayo con mis compañeros de clase. Supongo que influye el hecho de que fuéramos bastantes veces y que la memoria tiende a ser selectiva. Si recuerdo, no obstante, que algunos días prácticamente desayunábamos, comíamos, merendábamos y cenábamos en la EXPO. Recuerdo también que los días que iba con mi amigo y sus padres hasta allí me levantaba bastante temprano, así llegábamos pronto y nos cundía bien el día. Recuerdo también que mis hermanas solían ir a la EXPO Noche, donde había conciertos y la gente joven salía de fiesta. Como siempre han tenido mucha confianza en contarme las cosas, y aunque entonces yo fuera un enano, me narraban como había transcurrido esa noche en la EXPO. De hecho, uno de los lugares preferidos de los jóvenes debió ser la conocida como Descubriteca, una discoteca situada en los bajos del Pabellón de los Descubrimientos. Aunque también hubo otros lugares como el "Diez y 7", "Gente Guapa" o el "Kangaroo Pub". Éste último creo que era el favorito de mis hermanas. Pero también en el Palenque se ofrecían espectáculos nocturnos y hasta allí llegaban orquestas como la Passadena Roof Orchestra o la Glenn Miller Orchestra que hicieron bailar a los jóvenes durante aquellas veladas.
Un recuerdo curioso que tengo de alguna de estas visitas realizadas a la EXPO en agosto ocurrió cuando pedí una Coca Cola Light y tanto mis hermanas como los dependientes bromearon en plan ¿Para qué pide este crío eso? Debían pensar que tenía que haber pedido una Coca Cola normal. Total, luego adelgazaría jugando al fútbol. Pero simplemente me apetecía probarla, porque entonces era una novedad.

Visión nocturna de la EXPO92

Durante las visitas realizadas en agosto supongo que vi, además de los pabellones que ya conocía, otros como el Pabellón del Futuro, el Pabellón del Medio Ambiente, el Pabellón de la Energía, el Pabellón de las Telecomunicaciones y el ya mencionado Pabellón del Universo. Algunos de estos parecían realmente futuristas... de hecho, con la perspectiva de los veinticinco años que han pasado, algunas cosas se han cumplido (telefonía móvil, telecompra, videotelefonía o libros electrónicos). Del Pabellón del Futuro algo que me entusiasmaba era contemplar la maqueta a tamaño real (de sesenta metros de altura) de la lanzadera espacial europea Ariane 4. En este Pabellón, además, se ofrecía un espectáculo conocido como "La Aventura Cósmica" que seguramente sea la película comentada anteriormente. Me impactó tanto que, de hecho, fue una de las primeras veces que tuve la noción de que, en un Universo tan infinito, la Tierra no puede ser, ni mucho menos, el único planeta habitado.

La Exposición Universal de Sevilla, que había nacido para conmemorar el Quinto Centenario del Descubrimiento de América, fue clausurada el 12 de octubre. Recuerdo que aquel día sentí bastante pena. Vi la ceremonia de clausura por la tele y lloré al ver a Curro subiendo a las alturas, como despidiéndose. De hecho, aún me emociono al recordarlo. Recuerdo que le pregunté a mi padre ¿Qué va a pasar con los pabellones? Me dijo que algunos iban a desaparecer, que otros se los llevarían a sus países (el de Suecia, por ejemplo) y que unos pocos iban a sobrevivir. Escuchar esto me provocó mucha congoja. Quería poder volver a recorrer algún día aquel lugar que había sido tan mágico para mí.

Regresé a Sevilla once años después. Los padres de un amigo me invitaron a pasar el fin de semana en su casa. Le pedí a mi amigo visitar la Isla de la Cartuja, para volver a recorrer el recinto donde había tenido lugar la EXPO92. Lo cierto es que se me cayó un poco el alma a los pies. Si bien es cierto que algunos de los pabellones seguían en funcionamiento (por ejemplo el de Andalucía, el de Italia…) otros como el de la Comunidad Económica Europea (CEE, aún no existía la Unión Europea) evidenciaban el abandono más absoluto, al igual que el Palenque o la propia esfera bioclimática. Además había multitud de verjas que te impedían pasar de un lugar a otro. Tiempo después el propio Palenque y pabellones como el de la Santa Sede terminaron siendo derruidos. Recuerdo bajar del coche junto a la Esfera y sentir un nudo en la garganta al pisar aquel suelo. Recordaba estar en aquel mismo lugar viendo gente ir de un pabellón a otro, la Esfera funcionando, el monorrail... y en aquel momento, al ver ese mismo lugar tan vacío y abandonado no pude evitar sentir una profunda pena.
Como nota positiva, otros pabellones, que en un principio iban a ser efímeros, fueron declarados Objeto de Bien Cultural, por ejemplo el bello Pabellón de Hungría.
En esta visita de 2003 no vi el Jardín Américano, pero casi mejor no haberlo visto pues estaba totalmente abandonado. Aunque aquel regreso no fue demasiado positivo creo que mereció la pena pues al fin y al cabo los recuerdos de lo que viví allí nadie me los podrá arrebatar.

Una de las imágenes más icónicas de la EXPO 92
En cualquier caso, gracias al trabajo realizado durante los últimos diez años por personas como Alberto Martín, se han salvado muchos pabellones; otros, como el de la CEE, han sido restaurados y poco a poco la Isla de la Cartuja ha ido recuperado cierto esplendor, pues también se han construido numerosos edificios. De hecho, la Universidad de Sevilla tiene algunas facultades en varios de los antiguos pabellones de la EXPO92. Poco a poco van siendo subsanados algunos de los errores del pasado. Aunque, francamente, creo que fue un gran error perder cosas como el Palenque pues éste era uno de los lugares más emblemáticos de la Exposición Universal de Sevilla. En cualquier caso, cabe decir que Isla Mágica ocupa una buena parte de lo que fue la EXPO, por lo que quien quiera recordar como era este lugar en todo su esplendor no tiene más que acudir al citado parque temático. Más o menos conserva la estructura que tenía durante la EXPO92. 
De todos modos lo importante para mi no es tanto como se encuentra actualmente la Isla de la Cartuja como, sobretodo, los recuerdos de lo vivido allí. Tuve la inmensa suerte de vivir la Exposición Universal de Sevilla siendo un niño, algo que posiblemente ayudó a que este evento fuera realmente mágico para mí. Obviamente siendo de la edad de mis hermanas o mis padres también lo hubiera disfrutrado. Pero cuando eres niño vives todo con tal intensidad que la huella de lo vivido queda impresa en el alma, y por ello lo recuerdas con mayor cariño.
Sucedió en Sevilla, no  podía ser  en otro lugar. Junto con los Juegos Olímpicos de Barcelona, la Exposición Universal de  1992 fue una buena muestra de lo que somos capaces de lograr los españoles cuando trabajamos en equipo, de forma sinérgica y proactiva, por lograr un objetivo común. La EXPO92 quizá fue un sueño, pero sin duda alguna fue el sueño más hermoso que viví en mi tierna infancia. Lo he dicho antes. Aún me estremezco al recordar aquella escena: mi padre y yo saliendo de alguno de los pabellones cercanos a la Plaza Sony. Muchísima gente, llegada desde todos los rincones de la tierra. Numerosos críos arremolinados, dando saltos de alegría, junto a Curro y rogando por hacerse una foto con él. Música sonando ¿Quizá Vangelis y su 1492 Conquest of Paradise?... música acompañada por imágenes que eran proyectadas por las grandes pantallas del Jumbotron que llenaba aquella plaza y que, en cierto modo, recordaba a Nueva York. Me maravillo al recordar la cabalgata que tenía lugar todas las tardes.Y reconozco que cuando, pocos meses después, estuve en Disneylandia no me impactó tanto la cabalgata como cabría esperarse. Y se debió a que poco antes había estado en la EXPO de Sevilla. Me sobrecojo al recordar aquel espectáculo de luz y sonido junto al lago. Fomidable y realmente mágico. Especialmente para un niño como era yo entonces.


 Curro fue el gran amigo de los niños durante 1992

Volviendo a parafrasear a Kevin Arnold, recuerdo una Exposición Universal como tantas ha habido a lo largo de la historia. Con unos pabellones como otros cualquiera. Con unas calles como tantas otras calles, con sus monorraíles y telecabinas, como en tantas exposiciones (mismamente, en Zaragoza 2008). Con muchísima gente. Como tantos otros eventos. Pero… me maravillo al recordarlo. Aquello fue realmente mágico para mí, al igual que para tanta gente. Sucedió en Sevilla, en 1992 y, aunque pueda parecer que fue un sueño… fue toda una realidad. Quien lo vivió, puede dar fe de ello. Hoy se cumplen 25 años de aquello, y aún me emociono al recordarlo. Es más, veinticinco años después, he vuelto a ver el Espectáculo del Lago, gracias a Youtube, y me he emocionado viéndolo. Creo que aquel niño pequeño que era entonces sigue muy vivo dentro de mí.

Sucedió en Sevilla. Fue único e irrepetible. Nunca se ha vuelto a ver en España tanta ilusión colectiva como la que hubo en aquel mágico e inolvidable 1992. La Exposición Universal de Sevilla y los Juegos Olímpicos de Barcelona fueron un ejemplo de lo que podría llegar a ser nuestro país si todos los españoles, independientemente de creencias, ideologías o rivalidades de cualquier tipo, nos uniésemos con la misma pasión con la que estuvimos unidosdurante todo aquel durante y que nos llevó a sorprender al mundo entero.

Sucedió en Sevilla. Tuve la gran suerte de vivirlo siendo un crío, lo cual ayudó a que fuese algo mágico para mí, algo que permanece grabado en oro en mi corazón. Y hoy quiero dar las gracias a todos los que lo hicieron posible. Pero, especialmente, a quienes trabajan por mantener vivo el legado de la EXPO92, pues ellos consiguen mantener vivo aquel sueño tan hermoso y su legado. Sucedió en Sevilla y Curro, su mascota, que sigue tan jugetona y traviesa como siempre, revolotea perennemente en nuestra memoria.

¡Gracias!

Algunos datos de interés y curiosidades:

Inauguración: 20 de abril de 1992. Clausurada el 12 de octubre de ese mismo año.  
Superficie: 650.000 metros cuadrados.

Asistencia: Hasta 41.814.571 de visitas. Superando los 36 millones de visitas previstos.  

Más de 4.000 metros cuadrados de superficie ajardinada en las Avenidas Internacionales. En el Sector Sur del Polígono de la Cartuja había 218 especies vegetales (80 árboles, 9 palmeras y 129 arbustos y plantas trepadoras), con u número total de 188.632 ejemplares.  

Países participantes: 108 (puedes consultarlos AQUÍ). Cada pabellón contaba con restaurantes donde se podía probar la gastronomía de ese país. En los Pabellones Autonómicos lo mismo, con los platos típicos de esas tierras. También había restaurantes por todo el recinto.  
En total funcionaron 327 restaurantes (98 dentro de los pabellones y 229 fuera) y 296 tiendas (133 dentro de los pabellones y 163 fuera).

Miembros de la Familia Real Española y de otras familias reales visitaron el recinto durante la celebración de la EXPO, entre ellos el Principe Carlos y la Princesa Diana (Lady Di), el Principe Hassan y su esposa la princesa Sarvath, el Príncipe Naru Hito de Japón. Hasta la Cartuja también llegaron sesenta jefes de estado, entre ellos Lech Walesa y François Mitterrand. Pero también hubo jefes de gobierno entre los visitantes ilustres, entre los cuales me llama la atención la presencia del Cardenal Angelo Sodano por parte de la Santa Sede.

La gigantesca Esfera Bioclimática tenía 22 metros de diametro y su visión impactaba en la llamada Avenida de las Palmeras. Junto a las numerosas pérgolas, la Esfera contribuía a refrescar el ambiente en todo el recinto.   

Curro fue creación de Heinz Edelman, autor checo que ya había sido célebre por sus dibujos en la película de los Beatles "Yellow Submarine".

Aparcamiento mas grande del mundo 40.000 plazas de aparcamiento para automóviles y 2000 plazas para autobuses. 

Puentes construidos para vía de acceso: Puente de la Cartuja, Puente de la Barqueta, Puente del Quinto Centenario, Puente de las Delicias, Puente del Cachorro o de Chapina y Puente del Alamillo
Mayor alfombra tejida del mundo: Pabellón de Arabia Saudí.

Pasarela de aceros y soporte más larga del mundo.

Pantalla de vídeo Jumbotron: lo más novedoso hasta el momento en técnicas audiovisuales. 

Pabellón de Japón: edificio más grande del mundo construido enteramente de madera y sin utilización de clavos

Pabellón Venezuela: montado en apenas 13 horas.

30.987 espectáculos teatrales: Óperas, conciertos de todo tipo, teatro...
Algunos conciertos: Celtas Cortos, Sergio Dalma, Hombres G, Rosario Flores...

Diversas empresas colaboradoras que contaron con su pabellón: Cruzcampo, Alcatel, Siemens, Phillips o Fujitsu, entre otras que puedes consultar AQUÍ.

Actualmente se conservan 40 edificios de los 118 que se construyeron. Con lo que se ha reutilizado el 34% de los edificios. Algunos pabellones se encuentran en otras ciudades, o incluso países. Por ejemplo el de Aragón, en Zaragoza, o el de Suecia en Grythyttan. 

Bibliografía: Memoria General de la Exposición Universal Sevilla 1992.

Más información en: 

Web Expo 92 
Asociación Legado EXPO92

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