El pasado domingo comenzamos un nuevo año litúrgico con la celebración del primer domingo de Adviento. Nos encontramos, por tanto, en un tiempo que debe servirnos en nuestro camino de conversión.
En el Evangelio del domingo escuchamos: estad en vela porque no sabéis cuando viene el dueño de la casa, no sea que os pille dormidos. Somos conscientes los cristianos de que al final de nuestra vida tendremos un encuentro cara a cara con Jesucristo y, podríamos decirlo así, nos someterá a un examen sobre lo que ha sido nuestra vida. Decía San Juan de la Cruz "al atardecer de la vida te examinarán del amor". Estimados mios, debemos por tanto mantener una postura vigilante en nuestra vida de cara al cumplimiento de los dos principales mandatos a cuyo cumplimiento nos conmina el Señor: amarás a tu Dios sobre todas las cosas y al prójimo como a ti mismo.
Personalmente veo el Adviento como una etapa de purificación. Se acercan las fiestas de Navidad, las cuales son vistas por el mundo pagano como una ocasión propicia para el jolgorio y el desenfreno (se come y bebe en exceso), sin embargo los cristianos debemos estar centrados en el acontecimiento verdaderamente importante que acontece en aquellos días, el Nacimiento de Jesucristo. Decían los Padres de la Iglesia que son tres las venidas de Cristo: la que sucedió en Palestina, la que llegará al final de los tiempos y una que se produce a lo largo de la Historia en los corazones de los cristianos (la conversión) y que, de un modo especial, debe ser recibida por el creyente durante la celebración de la Natividad. Hoy en día muchos cristianos caen en un error pues llegan estas fiestas y están tristes porque falta alguien que se encontraba presente en anteriores Nochebuenas (y Nocheviejas). Es comprensible que alguien pueda sentirse triste ante la ausencia de un ser querido, de hecho si no le echáramos en falta de alguna manera estaríamos coartando nuestros sentimientos humanos. Pero, en mi opinión, quien pone a Jesucristo en el centro de su vida durante los días de Navidad se mantiene firme y arraigado en la fe, por ello aunque pueda sentir una pena humana porque falta un ser querido tiene, del mismo modo, la esperanza de que gracias a la Resurrección de Jesucristo esa persona difunta vive, aunque en una realidad diferente a la nuestra.
El Adviento, pienso, es por tanto una preparación a las fiestas de Navidad, un tiempo de conversión (es decir, un volver la mirada a Cristo) particularmente bello porque realmente se va a producir la venida de Jesús a nuestras vidas y de nosotros depende el abrirle la puerta o no. Las palabras del Señor en este primer domingo de mes a mi personalmente me dicen que debo acrecentar mi oración y preparar el alma para que pueda morar en ella Cristo.
Decía un sacerdote amigo mio "no sabéis lo hermosos que sois para Dios". Para mi es una frase llena de significado puesto que ha habido momentos en mi vida donde he sentido el rechazo humano y me sé en las manos de un Padre que me ama desde toda la Eternidad, nos ama tal como somos y desea nuestro bien. El salmista dice "cómo busca la cierva corrientes de agua, así te busca mi alma Dios mio, tiene sed de Ti". El alma humana, efectivamente, está sedienta de Dios, incluso la de quienes no le conocen, de ahí que hoy en dia muchos busquen caminos espirituales de diverso tipo, por ejemplo las relacionadas con la llamada Nueva Era.
Si uno se prepara adecuadamente en estos días de Adviento y, de un modo humilde y sincero, acoge al Niño que nace en Navidad creo que puede experimentar como el alma queda saciada de esa sed de Dios. Verdaderamente es sorprendente, y aun escandalo para muchos, que todo un Dios pueda nacer en un niño pequeñito y en una condición de pobreza. Son aspectos que el Padre ha ocultado a los sabios y revelado a los humildes, quizá por ello muchos no puedan entender la fe cristiana.
En definitiva, considero que es importante prepararse bien ante las próximas fiestas de Navidad para poder centrar en Jesucristo nuestra vida y vivirlas con todo el sentido cristiano que siempre tuvieron estos días. Cómo he dicho antes, en la actualidad se ha perdido en parte de la sociedad ese espíritu que siempre tuvo la Navidad debido al consumismo imperante, por ello, creo, los cristianos debemos dar un testimonio fuerte de nuestra fe en esos días y para ello debemos estar bien preparados.
Yo os animaría, por tanto, a creernos de verdad que viene Jesús a nuestras vidas, a volver toda nuestra vida al Señor, a llevar el Evangelio a nuestra vida haciendo vida el Evangelio. El principal instrumento que nos puede ayudar es la oración, es cierto que la vida en muchos momentos parece un ajetreo con el que llenamos nuestras horas, por ello ¿Qué tal si nos damos un respiro, al menos un rato al día, y lo dedicamos a orar? creo que nos puede hacer mucho bien, hay bastante gente que no conoce la fuerza de la oración y si realizara una verdadera oración (no meras peticiones sino también alabar, glorificar y adorar a Dios) vería auténticos milagros en su vida. Por otra parte, os animaría de un modo especial a rezar por aquella persona que no os cae bien u os ha hecho alguna cosa mal (por ejemplo alguien que en el metro os ha empujado, no hace falta que sea nada demasiado grave, aunque si rezamos por quien nos ha hecho algo malo y grave estamos haciendo algo verdaderamente heroico). Y otra proposición buena de cara a preparar estas Navidades considero que es la de dedicar algún tiempo a los pobres, por ejemplo llevándoles comida, bebida caliente, ropa que ya no usemos y rezar por ellos.
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