Verdad y belleza no son dos términos de moda hoy en día, como ocurre en general con los valores humanos. De hecho en la actualidad se relativiza la verdad con el sofisma: "no hay verdad absoluta", a lo que yo contesto: si no la hay tampoco puede ser cierta la frase que niega la existencia de verdad.
En un comunicador, alguien que relata un hecho, debe prevalecer la verdad. Esta no es sino el ajustar el entendimiento a la realidad. De hecho el objetivo de alguien que pretender comunicar debe ser alumbrar el hecho en la mente del receptor cual partera socrática (La forma de Sócrates de enseñar era alumbrar un conocimiento en la mente de aquellos con los que hablaba mediante la interpelación).
Hay una frase que me encanta: "poner luz y taquígrafos". Muchas veces vemos como las noticias que nos llegan (sea de periodistas, historiadores, etc) lo hacen de una forma que en vez de mostrar luz lo que hacen es sumergirnos en la oscuridad de la cueva platónica al no contarnos toda la verdad.
Los que tenemos esa labor de comunicar ¿Qué debemos hacer? en mi opinión una vez hemos visto la realidad fuera de esa cueva debemos comunicarla del modo en que ha sucedido. En el caso de aquellos que somos cristianos debemos darle un trasfondo que recalque nuestra personalidad, pues no debemos olvidar que la fe engloba toda la dimensión humana. De hecho creo que María es el mejor testimonio para nuestra labor pues ella supo ver, en la desolación de la crucifixión de Jesús, la luminosidad de la verdad y el amor divinos. Ella sufrió, pero era consciente del inmenso amor de Dios para la humanidad sabiendo ver el significado de lo que sucedía mejor que nadie.
Creo que un comunicador debe observar el mundo con los ojos de María para poder ofrecer luminosidad, especialmente cuando la noticia a contar está cargada de desazón. Un ejemplo quizá sea el del 11M. Aquel día hubo periodistas capaces de saber ver, en el trasfondo de aquel hecho cruel, que por encima del odio que había llevado a unos seres a cometer un atroz acto de locura criminal estaba la bondad presente en los miles de madrileños que, con su generosa donación, cubrieron las necesidades relativas a la transfusión de sangre. O también la generosidad de los taxistas que llevaban gratuitamente a los heridos, y a sus familiares, a los hospitales cuando vieron que las ambulancias estaban desbordadas. Creo, además, que es justo igualmente hacer mención a la impagable labor de sacerdotes y psicólogos que acudieron a IFEMA para dar consuelo y apoyo a las familias de los difuntos.
Creo que la luz y la verdad están unidas por un vinculo invisible que debe llevar al comunicador a llevar no solo la realidad de los hechos sino también aquellas cosas que de positivas pueda haber en la realidad, por negativa que sea. Pienso que frente al sensacionalismo promovidos por algunos sobre cuestiones presentes o pasadas nosotros tenemos una labor necesaria de confrontar la realidad para poder arrojar luz sobre ella e, igualmente, saber sacar los detalles positivos.
Durante un tiempo, como recordareis, estuvo de moda en los medios de comunicación el tema de los casos de pederastia que se habían dado en el seno de la Iglesia en el pasado. Es cierto que es un tema malo, de hecho no hay peor pecado que hacer daño a un niño, en mi opinión es algo imperdonable (hay de aquel que haga daño a uno de estos mis pequeñuelos....) pero uno se da cuenta de que aquella buena labor desempeñada por tantos buenos sacerdotes que desgastan su vida en favor de los hombres buscando su bien y santidad en muchas ocasiones no es mencionada. Murieron buenos sacerdotes con una labor de gran dedicación en su parroquia o en las misiones y sus vidas pasaron de largo en los grandes medios, poca gente supo de ellos. Creo que es labor nuestra la de confrontar las malas noticias sobre los sacerdotes con aquellas noticias que pasan desapercibidas porque al ser buenas no interesan (vivimos en un tiempo donde lo destacable es el morbo, por desgracia).
Otro ejemplo, que a mi como historiador me toca de cerca, es lo sucedido con las acusaciones que se vierten acerca de una supuesta benevolencia eclesial hacia el nazismo. Pero quienes afirman que la Iglesia tuvo esa benevolencia hacia el nazismo ignoran a San Maximiliano Kolbe (que murió para salvar a otro hombre, en Auswtich), los jóvenes de la Cruz Blanca, Schlinder (que era católico) y tantos obispos y sacerdotes que se enfrentaron directamente con el nazismo e incluso acogieron en sus iglesias a judíos para que pudieran esconderse. Pero es que el propio Pio XII es considerado por los judíos como "Justo entre las Naciones" por su papel en la II Guerra Mundial donde salvó a muchos judíos de la muerte protegiéndoles en Roma.
Dice el adagio que "en la noche todos los gatos son pardos". Con respecto al tema que hoy nos ocupa pienso que cuando informamos de algo sin la debida luminosidad estamos mostrando la realidad con único matiz, el nuestro propio, dando lugar a aquello que decía Heráclito "se han fabricado un logos propio, ignorando al Logos universal". La realidad es una y la verdad no puede ser vista con el prisma que egoistamente hayamos escogido sino que debe ser mostrada en todos sus aspectos, con todos sus matices y colores. Para ello necesitamos la luz natural de la razón, que por cierto no solo es perfectamente
Un ejemplo de todo esto que estoy diciendo es que si un periodista publica la siguiente noticia: "un peatón ha pisado a un gato, y además lo ha hecho adrede" siendo consciente de que ese peatón era ciego está cometiendo un ocultamiento de la realidad con el objetivo de perjudicar a un peatón. Claro, si es ciego le ha pisado sin querer, pero sino lo era lo ha hecho porque le molestaba el gato, no le gustaban los gatos o simplemente se lo ha querido quitar de en medio.
Volviendo a María creo que ella es la mejor maestra. Supo alumbrar todos los acontecimientos de su vida tras el "Fiat" (hagase, en latín, no es la marca de coches) que dio al Señor confiando en que lo que Dios le había prometido se cumpliría. Creo que los comunicadores (periodistas, historiadores, filósofos, profesores, etc) debemos caminar, seamos creyentes o no, como observadores de la realidad dándole luz para poder fijarnos en todos los detalles y alumbrando los hechos a comunicar en nuestros receptores con el objetivo de que estos puedan conocer la verdad.
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