Cuelgo un relato que escribí de pequeño, está basado en hechos reales de los cuales puedo dar fe:
Ocurrió durante el verano de 1992, en un pueblecito llamado Matalascañas. En aquel caluroso mes de verano, la zona occidental de Andalucia se llenó de turistas españoles y extranjeros que habían decidido visitar la Exposición Universal de Sevilla, y ya que iban aprovechaban para quedarse a veranear en alguno de los pueblos costeros.
Pablo había ido con su familia y con varios amigos hasta esta localidad de Huelva situada cerca de Doñana. Se quedaron en uno de tantos chalets como se alquilaban entonces en dicho pueblo.
Al principio, los primeros días, no notó ni sintió nada extraño, visitó varias veces la EXPO, se bañaba en la playa y por las tardes recorría aquella urbanización en bicicleta con sus amigos.
Fue una tarde de agosto, ya casi al final del verano, cuando Pablo le dijo a su amiga Ana que sí daban un paseo por la única zona de la urbanización que les quedaba por recorrer, habían escuchado que en esa zona se encontraba una casa encantada y querían visitarla pues les fascinaban los lugares abandonados, eran además aficionados al mundo del Misterio.
Se encontraban paseando por esa zona cuando vieron a un niño y le preguntaron por "la casa encantada", el chaval, llamado Rubén, se ofreció a acompañarles.
Cuando llegaron a la casa, había otros niños enfrente de ella, estuvieron hablando con ellos y se enteraron de que aquella casa siempre tenia una luz encendida en la cocina, fuese la hora que fuese. Parece ser que en la cocina un año antes habían encontrado el cadáver de una mujer, posiblemente asesinada por su marido.
Decidieron entrar. Tras dar una serie de vueltas por la casa vieron que una ventana se encontraba abierta y decidieron entrar por ella.
Ya estaban en el salón, lugar al que pertenecía la ventana, este se encontraba en penumbra y había un viejo butacón, también un televisor antiguo y luego una mesa con cuatro sillas. Junto a la puerta que conectaba con el resto de la casa había un cuadro de una mujer de tez morena, con un negro y largo cabello y con un niño en brazos.
Fueron inspeccionando la casa, vieron que la mayoría de las habitaciones se encontraban vacías, aunque había un cuarto de matrimonio todavía perfectamente ordenado, con una cama grande de estilo rústico y varios cuadros en las paredes donde aparecían personajes vestidos según la moda de principios del siglo XX.
Subieron al piso superior, lugar donde se encontraba la misteriosa habitación que tenia la luz encendida. Cuando se encontraban ya al final de la vieja escalera de madera escucharon unos lamentos, eran como las voces de una anciana que gritaba de forma desconsolada, poco después escucharon un sonido parecido a cuando alguien se cae al suelo.
Casi todos los niños se asustaron y se fueron al piso de abajo, pero Pablo y Ana decidieron aventurarse por aquel oscuro y angosto pasillo, sabían que la puerta que había al final del todo era la de la cocina y querían investigar.
Fueron andando, con tiento, mientras la vieja madera crujía y sentían una sensación de frío cada vez mayor, de hecho Pablo, que era de Soria, decía que había bajado tanto la temperatura como cuando helaba en su tierra, aunque ellos no lo sabían iban a presenciar un autentico fenómeno paranormal.
Les pareció sentir como a un niño pequeño jugando a la pelota detrás suyo, Pablo se lo dijo a Ana y esta se giró, pero asegurar no ver nada, unos minutos más tarde sus amigos les contarían que habían visto una sombra de un niño pequeño correteando por las escaleras hacia ellos.
Pero lo más extraño estaba por llegar, intentaron abrir la puerta de la "habitación encantada" pero no lo consiguieron, se encontraba cerrada por dentro, como sí alguien no quisiera que nadie entrase allí.
Decidieron ir a contárselo a sus amigos, a ver si alguien sabia como abrir esa puerta, estaban ya junto a las escaleras cuando escucharon una puerta abrirse de forma brusca, dando un fuerte estruendo. Se miraron asustados y comprobaron que tal puerta era el lugar que tanto estaban ansiando ver.
Pese al miedo que sentían decidieron ir a ver que había dentro, pero una vez llegaron vieron que la luz estaba apagada y no había nada en aquella estancia, ni siquiera los muebles que se veían desde fuera de la casa.
Aún se conservaban unos restos de sangre en el suelo y se asustaron un poco más al verlo, pero lo que les hizo alarmarse aún más fue una sombra que vieron entrar por la ventana, corrieron hasta la escalinata presa del pánico, fue entonces cuando escucharon una serie de maullidos y comprobaron que dicha sombra, la cual venia hacia ellos, no era otra cosa que un gato negro, posiblemente el único que vivía en aquella casa desde que se abandonó.
Bajaron al piso inferior, donde estaban todos sus amigos, les contaron la historia y decidieron marcharse, pues era tarde y estaba anocheciendo.
Cuando salieron de la casa, Manuel, uno de sus nuevos amigos se giró y vio que, efectivamente, la "habitación encantada" se encontraba con la luz apagada.
Se despidieron ya de sus amigos y al irse para la zona donde vivían, pasaron por la casa, entonces Pablo se quedó mirando a la ventana, extrañado puesto que estaba seguro de que se encontraba iluminada cuando llegaron, fue entonces cuando escuchó sorprendido a Ana diciendo "mira eso", se quedaron mirando y en la ventana vieron una figura luminosa, tenia un gran parecido con la mujer que habían visto en la foto y unos pocos segundos después otra figura, más pequeña, se asomó y hizo un gesto, como despidiendose de ellos, entonces se iluminó de nuevo la habitación.
Quince años más tarde, estos dos buenos amigos, ya casados, se reunieron con los otros chicos de Matalascañas para recordar aquel día. Con sorpresa nuestros protagonistas comprobaron como todos los chavales habían visto lo mismo que ellos, aquella figura con un niño a su lado y como se había encendido la luz.
Nadie supo encontrarle una explicación. Quizá hay restos del pasado, imagenes de otro tiempo que permanecen almacenadas como en un bucle y en ocasiones somos testigos de ellas, quizá aquella mujer y el niño estaban reviviendo un acontecimiento ocurrido años antes, cuando se encontraban en casa y llegó el marido borracho, comenzó a pegar a la mujer, esta huyó hacia la cocina con su hijo y el hombre la tiró por la ventana.
Un año más tarde el niño murió y quizá se reuniera con su madre en aquella casa para revivir su propia vida. La moraleja que se puede extraer es la de que no debemos temer sí nos encontramos un fantasma, no quiere hacernos daño (de hecho no puede hacérnoslo, a no ser que sea un ente maligno), probablemente quiera ayudarnos, que le ayudemos o simplemente está repitiendo una acción que llevó a cabo mientras vivía, como la famosa pareja de baile del Palacio de Linares, en Madrid.
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