Pasear, en la actualidad por el pequeño pueblo de Santoyo (Palencia) suele ser motivo de reflexión entre quienes recorren sus calles, surgen preguntas sobre su historia. ¿Cómo con unas casas tan modestas tienen una iglesia enorme, la cual parece una catedral? piensan. Se trata de un pueblo que, oficialmente, tiene 1000 años, pues su fundación aconteció en el siglo X, sin embargo ya en época vaccea el lugar estaba habitado y, según José María Quadrado, estuvo allí la Tela Augusta romana. Lo primero está constatado arqueológicamente, sobre lo segundo hay evidencias con la villa romana de Las Quintanas (que estuvo en activo entre los siglos III-VI). Posiblemente los visigodos estuvieron en el actúal Santoyo como parecen constatar la pila bautismal de la iglesia y algún trozo de la muralla, ambos identificados como visigóticos. El lugar quedó abandonado con la llegada de los musulmanes a la península, situación en la que estuvo dos siglos hasta que, ya en los albores de la Reconquista, astures y cántabros procedieron a repoblar los territorios de la futura Castilla ¿Quizá los que llegaron desde Asturias y Cantabria a nuestro Santoyo eran descendientes de sus antiguos moradores? como hipótesis parece plausible. De hecho la familia del protagonista de este artículo tenía un origen asturiano.
La villa romana de Las Quintanas tuvo mucha importancia en su momento, enclavada en la frontera entre Tierra de Campos y el Cerrato palentino, gozaba de una buena defensa natural que le permitió ser cabeza de un mercado artesanal comarcal, según los arqueologos. Es posible que, tras la fundación de Santoyo, aquellos terrenos volvieran a ser una fuente de ingresos para el pueblo, algo que le hizo crecer.
En plena Edad Media fue fundado el convento de Villasilos. Fray Pedro de Santoyo, colaborador de san Pedro Regalado y fray Pedro de Villacreces en una importante reforma franciscana. El citado convento de Villasilos fue cabeza de la conocida como Provincia Franciscana de la Concepción, que englobaba un numero importante de conventos.
Parece claro que en la Edad Media mi pueblo, Santoyo, tuvo una importancia relativamente grande, al menos a nivel comarcal. Se habla incluso de que el ama de leche de Sancho III el Mayor, rey de Navarra, doña María de Lezama, era procedente de Santiago del Val, en la actualidad una pequeña aldea que forma parte de Santoyo. Ya en el siglo XVI, en la Corte de Valladolid hubo santoyanos trabajando, quienes redactaron la partida de nacimiento de Felipe II eran de Santoyo. El bachiller Juan Cabrero, sacerdote en este pueblo, recogió dicha partida en los archivos parroquiales. Hoy en día es la única copia de dicha partida que se conserva, pues la que se conservaba en Valladolid (San Pablo) fue víctima de un incendio.
En 1528 nació Sebastián Cordero de Nevares, bautizado en la iglesia parroquial de San Juán Bautista, en el seno de una familia con antepasados que habían luchado en la batalla de Las Navas de Tolosa, según cuentan los historiadores De Andrés y Mediavilla (sacerdotes de Santoyo) pues las gentes de este pueblo prestaron su ayuda al rey Alfonso VIII y las familias nobles, como la de Cordero de Nevares, agregaron a su apellido el nombre de su pueblo, colocando en el centro de su escudo heráldico la cruz flordelisada, presente en el escudo de la ciudad de Palencia, igualmente.
Estuvo casado con doña María Ramírez de León, Señora de la Casa Real de Navarra, con quien tuvo varios hijos, entre ellos Francisco, de quien hablaremos posteriormente.
Por su vida se conoce que debió ser un personaje profundamente piadoso, enamorado de su lugar de nacimiento, por ello fue conocido como el Secretario Santojo (citado de tal manera por Gregorio Marañon y por William Thomas Walls). Estableció en la iglesia parroquial de su pueblo natal una fundación en sufragio de los fieles difuntos, además de pagar el magnífico retablo que puede contemplarse en la iglesia de San Juán Bautista, realizado por la escuela de Juan de Juni.
Fue amigo de Antonio Pérez, quizá el secretario real de Felipe II mas conocido, a quien compró su propiedad en Vilches cuando iba a ser expropiado. Pese a su amistad con Antonio se mantuvo sumamente fiel a su Rey, el cual depositó toda su confianza en él y quien le tuvo en alta estima, de hecho se cuenta que en cierta ocasión escribió una carta a altas horas de la madrugada y se la entregó para que la secara con arenilla, pero derramó el tintero y la echó a perder. El monarca, lejos de enfadarse, repitió el documento con paciencia. Sin duda le tenía en gran estima al ser el más antiguo y más íntimo de sus sirvientes. Dice Fernando Bouza, autor de "Cartas de Felipe II a sus hijas" que fue receptor de las tres gracias, santa cruzada, subsidio y excusado, secretario de Felipe II, Señor de las villas de Carabaña, Orusco y Valdilecha y propietario de dos casas, una en el Escorial y otra en Vaciamadrid, utilizadas frecuentemente para el aposento de la corte e, incluso, del mismo rey, quien acabó adquiriendo la propiedad de Vaciamadrid. El historiador Antonio Herera dice de él que "era bien claro y conocido en el mundo por los muchos años que con universal satisfacción sirvió al Rey Católico en su cámara" (Los secretarios de Estado y del despacho, I, Madrid, 1969, pag. 200). Continua diciendo Fernando Bouza que Santoyo sería lo que Juan Perez de Guzmán llamó "el lado amable de un rey severo.
Los mencionados señoríos de Carabaña y Valdilecha pertenecieron a su familia hasta 1625 cuando Francisco de Nevares, su hijo, quien necesitaba 90.000 ducados para poder mantener el cargo de Escribano Mayor de Rentas, que había heredado de su padre, motivo por el cual puso a la venta, en subasta pública, estos señoríos, adquiridos por don Manuel de la Vega Acuña y Mendoza, quien pagó la cantidad de 840.196 ducados y 14 maravedies. La iglesia de Valdilecha, quedó fuera de la operación.
La villa de Vaciamadrid fue comprada, tal como se ha dicho, por Felipe II en 1589 (posiblemente ya fallecido su fiel secretario) pues se encontraba en un emplazamiento ideal en los viajes realizados por el Monarca hasta el Real Sitio de Aranjuez.
Como curiosidad, la hija de Francisco de Nevares, Marta, es identificada como la amante que tuvo Lope de Vega, quien la conoció en 1616 y que tuvo un final trágico perdiendo la vista y, posteriormente, la cordura, algo que quedó reflejado en la obra del gran escritor. Tenemos constancia de otra nieta de Sebastián Cordero, doña Juana de Nevares, que casó con don Fernando González de Madrid "quien "sirvió a su Rey de Regidor de Madrid hasta ser el Decano; de Capitán de Infantería y de Caballerizo Real (Hijos de Madrid, ilustres en santidad, dignidades, armas, ciencias y artes, escrito por José Alvarez y Baena).
En cuanto a la defunción de Sebastián Cordero de Nevares, se desconoce exactamente cuando aconteció, aunque, como he supuesto, cuando Felipe II compró aquella propiedad de Vaciamadrid su secretario ya había fallecido. Es posible que falleciera, no obstante, entorno a 1579-1580.
Es una personalidad histórica que siempre me ha cautivado, quizá el santoyano mas conocido en la historia de España, sobre el cuál me gustaría escribir algún día un libro. Pero hoy quería dedicarle este modesto artículo para dar a conocer uno de esos personajes de nuestra historia que, pese a no ser muy conocido por el gran público, tuvo gran influencia en su tiempo. Vayan para él y su familia mi homenaje y reconocimiento. Sebastián Cordero de Nevares, un santoyano en la Corte Real.
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