Hoy, mas que nunca, es vital que los católicos recuperemos nuestra posición dentro del humanismo y del mundo de la cultura. El otro día, mientras escribía sobre la presentación del libro escrito por el sacerdote, y periodista, Manuel María Bru acerca de las Cortes de Cádiz y el anticlericalismo me vinieron a la mente algunos pensamientos que me gustaría plasmar en este blog.
En la universidad es habitual encontrar oposición frente a la existencia en sus facultades de un espacio utilizado como capillas. No entraré en la discusión "capilla si, capilla no", que realmente me parece estéril, aunque defiendo que deben estar presentes en la universidad por tratarse de una necesidad de tipo espiritual. Aunque la función de la capilla es que en ella se realice el culto católico, está abierta para que cualquier persona pueda rezar un rato en ella, no se pide un DNI de catolicismo para poder entrar un rato a orar. En cualquier caso, cómo digo, no es ese el tema sobre el que quiero hablar.
Cómo sabéis, el pasado curso estuve realizando un Máster en Historia y Ciencias de la Antiguedad. Me llamó poderosamente la atención que entre profesores y alumnado, por lo general, había una idea de ateísmo bastante fuerte. ¿Era yo el único católico? puede que si, aunque es probable que hubiera alguno mas que fuera, al menos, creyente. Pero lo que mas curioso me pareció no fue el hecho de que hubiera ateos, pues es una postura que tienen muchas personas y la universidad no va a ser menos en ese sentido, sino sobre todo cierta posición de beligerancia contra el cristianismo por parte de algunos profesores (también de algún alumno, pero mas minoritariamente). Es probable que no haya habido una religión mas perseguida a lo largo de la historia que el cristianismo ya que defiende unos postulados que ya hace dos mil años escandalizaban a los paganos y fariseos hasta tal punto que Jesucristo fue crucificado y, en los siglos siguientes, sus discípulos perseguidos por una serie de emperadores romanos (no todos los emperadores persiguieron a los cristianos, antes de Constantino hubo algunos que los dejaron tranquilos o, como Felix el Árabe, mostraron cierta tolerancia con ellos). Esta persecución se ve en nuestros días pues a los fariseos y/o paganos contemporáneos también les molesta el cristianismo. Creo que es un error pensar que se debe a los errores que pudo cometer la Iglesia en el pasado, porque ese motivo es solo una excusa, la realidad es que lo cristiano molesta pues en caso contrario a nadie le parecería mal que alguien ponga un crucifijo en un lugar público, al fin y al cabo la figura de Jesús despierta simpatía incluso entre personas que no se definen como cristianas (los musulmanes de verdad le tienen como un profeta y respetan a los cristianos, es decir los que no son integristas).
Con respecto a la Iglesia, y el cristianismo en general, existe mucho desconocimiento. Una prueba es la portada de ayer de "El País" que tituló que en el Portal de Belén no había bueyes y mulas. Si uno lee la Biblia y lo que a lo largo de 2000 años dijeron los Santos Padres de la Iglesia y los buenos teólogos verá que no se menciona la presencia de animales en el lugar donde nació Jesús. Quizá fuera una licencia que san Francisco de Asís (si, el que inició la tradición de los belenes en Greccio) que, como sabéis, era muy amigo de los animales. Pasa igual con la existencia, o no, del limbo cuando en 2006 algunos diarios pomposamente titularon "El Papa cíerra las puertas del limbo". Pero no solo en cuanto a cuanto a cuestiones de tipo teológico, sino que también hay ignorancia en lo moral pues, cuando la Iglesia dice que la homosexualidad es pecado, no está insultando a los homosexuales, cómo algunos medios aseguran, lo que está diciendo es que se trata de una relación sexual de tipo desordenado, igual que las relaciones heterosexuales fuera del matrimonio ya que para la Iglesia, por muchas cuestiones, la única y autentica relación sexual es aquella entre hombre y mujer, dentro del matrimonio y plenamente abierta a la vida que además solo puede separar la muerte. Por eso la Iglesia está en contra del preservativo, del aborto y de tantas cosas que algunos llaman progreso pero que en realidad son involuciones. Alguno preguntará ¿involuciones? sí, en la Antiguedad existían las relaciones homosexuales, el divorcio, había condones (para alguno será una sorpresa, no habría latex pero si preservativos), a las mujeres se las practicaban abortos (y si el niño nacía con deformaciones en pueblos como Esparta se les arrojaba desde lo alto de una montaña. Por otra parte, existe en los medios de comunicación, y también en la sociedad, un anticlericalismo que, sin llegar de momento al nivel de barbarie que durante los años treinta en España, lleva a ver en la Iglesia solo lo malo, cometiendo falacias tales como "hay un sacerdote que ha sido detenido por pedofilia, ergo todos los sacerdotes son pedófilos". Vivimos en un tiempo que, por el poco conocimiento que de Lógica tiene el ser humano actual, se cae facilmente en la falacia y en la generalización. Hoy, según algunos, todos los vascos son proetarras, los madrileños unos chulos y los sacerdotes unos pedófilos. Pero, amigos mios, contra estas generalizaciones hay que luchar, un católico debe defender no solo su fe, también hay que ser defensor de la Iglesia pues esta no son solo los obispos y sacerdotes, que también, sino todo aquel que es católico practicante (nunca he entendido lo de católico no practicante, o eres católico o no lo eres pero las medias tintas en la Iglesia no valen). Es un deber moral que tenemos el de defender tanto la Iglesia como nuestra fe cristiana.
Creo firmemente que el humanismo cristiano es el autentico humanismo pues pone al hombre en su verdadera dimensión como una criatura de Dios, alguien que ha sido creado con libertad para hacer la voluntad de su Creador. Es decir, alguien libre pero orientado al bien, a la verdad, pues esta viene de Dios. Sin embargo tiene libre albedrío, es verdad, por eso existe el mal. Podemos hacer una analogía con el cuchillo pues yo lo puedo utilizar para cortar un trozo de chorizo y comérmelo o para hacer daño a alguien, lo mismo pasa con el libre albedrío, se puede utilizar para el bien... o para el mal.
¿Por qué digo todo esto? muy sencillo. Uno lee periódicos, blogs, revistas de todo tipo (científicas, de historia...), foros y ve que hay una gran presencia de la doctrina nihilista imperante en la mente humana actualmente. Es decir, está de moda ser ateo, aunque se cubre con la capa del "escepticismo" argumentando además que se tiene una "mente científica y racional". Existen personas, por increíble que pueda parecer, a las que les parece mas normal que el mundo fuera creado por la todopoderosa casualidad y la nada todocreadora a que lo crease una causa inteligente, primer motor inmóvil que diría Aristóteles, una inteligencia creadora (Dios, si os fijáis en todas las religiones, también en el paganismo grecorromano, siempre hubo un dios creador, los cristianos le llamamos Dios Padre).
Sin embargo, cuando un católico, en el campo de la ciencia, de la historiografía, en los medios de comunicación, defiende su fe es tachado poco menos que de "magufo", esa palabra con la que los creadores del nuevo dogma de nuestro tiempo, el cientificismo, el cual no es verdadera ciencia (pues la ciencia busca la verdad siempre, sin prejuicios ni barreras mentales) sino que es una cerrazón a todo aquello que son incapaces de explicar en un laboratorio (Dios está mas allá de lo físico, está en el campo de estudio de la Metafísica, por tanto). Esto siembra, en los cristianos sencillos (aquellos que tienen poca formación) dudas que les pueden confundir e, incluso, llevar a perder la fe.
Hay en nuestra sociedad, por tanto, mucho anticristianismo, se persigue y ridiculiza la fe. Sin embargo, es algo que no debe darnos miedo y que debemos combatir con las armas de la fe, la oración y el estudio. Es decir, hoy en día es muy importante que en los distintos rincones del humanismo (el cual engloba tanto las disciplinas tradicionalmente consideradas científicas con aquellas englobadas en el campo de las letras) estemos presentes los católicos mostrando nuestra fe con el uso de la razón. Uno de los falsos silogismos de nuestro tiempo es pensar que fe y razón son opuestas, pero es justo al revés pues no solo se complementan sino que de alguna manera se necesitan la una a la otra. La fe, sin razón, deriva en puro sentimentalismo mientras que la razón sin fe está como un atleta sin piernas, coja. Por tanto es vital que aquellos que nos dedicamos al mundo del humanismo y somos católicos estemos bien formados y que nuestra fe impregne toda nuestra vida, incluso en el mas simple gesto. Es necesario que combatamos ese mensaje desesperanzador que algunos (en realidad son pocos, pero utilizan los grandes medios de comunicación y por eso se les escucha tanto) transmiten negando la existencia de Dios y poniendo en ridículo las verdades defendidas por el cristianismo. No tenemos que tener miedo, amigos, contamos con la ayuda de dos mil años de tradición cristiana y con una rica herencia cultural. Uno de los puntos que defendió Gabriel Galdón, el pasado lunes, fue que los Santos Padres son plenamente actuales, en realidad es así pues los problemas que ellos afrontaron en la actualidad siguen defendiéndose en algunas esferas de la sociedad. La Iglesia debe ser nuestro apoyo en esa defensa del humanismo de la fe, no estamos solos en nuestra lucha contra el mundo sino que, a lo largo y ancho del planeta, hay muchos y muy bien formados católicos en cuyas obras nos podemos apoyar.
Pero hay un aspecto que considero primordial además de la buena formación cristiana, la coherencia de vida. Pienso que es cierto aquello de que hace mas daño la falta de coherencia de los cristianos que el anticlericalismo presente en la prensa. A veces, cuando uno observa a personas que se dicen cristianas y se acuerda del "mirad como se aman" que decían los romanos se pregunta si nosotros realmente somos como aquellos primeros cristianos. No solo me refiero a amarnos entre hermanos en la fe, sino en amar al prójimo y, sobre todas las cosas, a Dios. Si, amigos mios, a veces uno ve personas que se dicen cristianas pero que muestran poca caridad hacia el pobre, que votan a partidos anticristianos (ningún católico debería votar al PP, un partido que defiende el divorcio, que apoya ciertos puntos del aborto, que tolera las uniones homosexuales, que defiende el liberalismo salvaje que está destruyendo el mundo), que no cuida la naturaleza, que insulta al que considera enemigo (Zapatero fue un mal presidente pero ¿Es lícito para un cristiano llamarle "cabrón" o a un etarra "hijo de puta"? no dejan de ser creación de Dios, están equivocados y necesitan urgentemente la conversión pero si solo amamos y oramos por nuestros amigos, por quienes nos caen bien ¿Qué merito tenemos?). Todos recordamos a cierto periodista que todos los días, en una emisora católica, se dedicaba a insultar a todo aquel que no pensaba como el, que era diferente. Se trata de un periodista que no era creyente, de hecho fue comunista y se convirtió en liberal, pero ¿Qué hacía en un medio de comunicación católico con esa actitud? lógicamente terminó siendo expulsado, gracias a Dios, de ese medio. Pero muchos católicos, bienintencionados seguramente, le escuchaban y se enfadaron con aquella emisora cuando ese periodista se fue.
En definitiva, pienso que si de verdad queremos cambiar el mundo y mostrarle la belleza del mensaje cristiano primero tenemos que mirar al hombre del espejo, si ese hombre o mujer que hay en el espejo cuando nos acabamos de despertar y vamos al baño a quitarnos las legañas, somos nosotros y debemos cambiarnos primero a nosotros mismos, quitándonos esa viga que tenemos en el ojo antes de poder criticar la paja que hay en el ajeno. La Iglesia (no solo los sacerdotes u obispos) ha cometido errores, es cierto, y no hay que esconderlos, hoy sigue cometiendolos cuando cada católico falta a la caridad con el prójimo. La verdad debe enseñarse con caridad, sino pierde su esencia, su razón de ser. Por eso es tan importante la coherencia de vida cristiana. Hay que ahogar el mal presente en nuestra sociedad con abundancia de bien, llevar la bendición a un mundo movido por la maldición (me refiero a que la gente está acostumbrada a maldecir pero no sabe bendecir). Es una misión que tenemos si queremos hacer un verdadero humanismo, si deseamos trabajar en el humanismo cristiano.
Amigos mios, queridos hermanos "es hora de despertarnos del sueño" en el que estamos sumidos, que cojamos nuestras armas cristianas (oración y formación) y combatamos la batalla de la fe. El mal no ocurre por la acción de las personas malas sino por la falta de acción de los que somos buenos. Si tantas personas pierden la fe o se alejan de la Iglesia no es porque El País o la Sexta monten campañas de manipulación en contra de los católicos, sino porque nosotros no estamos presentes ni en los grandes medios de comunicación ni en el humanismo. Si, hay católicos en diferentes medios de comunicación, pero salvo Juan Manuel de Prada y algunas otras notables excepciones, muy poco se conoce de ellos. Lo mismo ocurre en el campo de la ciencia, de la historiográfia, de la filosofía. Ahora se está celebrando el año de la fe y diócesis como Madrid o Getafe están llevando a cabo una misión. Y esque, queridos, la misión no solo se puede llevar a cabo ayudando en África o Calcuta, sino que también es necesaria una misión en esta Europa que ha perdido sus raíces cristianas. Yo, desde luego, tomo el testigo lanzado de promover un humanismo cristiano, de vivir coherentemente como un cristiano y de dar a luz, cuál Socrates cristiano, en los demás la noción de Dios. Os animo, merece mucho la pena. La batalla es complicada, pero tenemos dos mil años de tradición teológica, filosófica, patrística, en definitiva humanística, en la cual nos podemos apoyar. Además contamos con la asistencia de la Iglesia, no solo de su cuerpo (nosotros, los católicos) sino sobre todo de su cabeza: Jesucristo, el cual nos ha dado su Espíritu Santo para ayudarnos en esta tarea.
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