Pasado mañana, domingo, es 20 de octubre. Por lo general, se trata de una fecha más, un día de tantos como hay en el calendario. Sin embargo, para todos aquellos que una vez fuimos guiados por una "Rosa de los Vientos" que cada noche nos abría su alma de par en par, para envolver con su capa a aquellas almas que estaban solitarias y heridas, como en mi caso, para que no murieran de frío. Eran noches donde la noche se enamoraba del misterio, transformándose en una voz que acunaba la imaginación y los sueños de libertad y donde la esperanza paseaba de la mano del saber.
Recuerdo aquella noche del 20 de octubre como si fuera ayer. Llegaba a casa, tras pasar toda la tarde en el Cerro de los Ángeles (lugar emblemático, por cierto). Allí había tenido una especie de presentimiento pues alguien hizo una broma diciendo que otro de los presentes era "más famoso que Jimenez del Oso". Cuando escuché aquella frase tuve un fuerte estremecimiento, pero no le di un significado hasta por la noche. Por entonces mi dinámica radiofónica nocturna, en los fines de semana, consistía en escuchar Milenio 3 viernes y sábados (por entonces era ambas noches) y La Rosa de los Vientos los domingos pues la sección de "la tertulia de las cuatro C" me parecía realmente sublime. No obstante a veces alternaba Milenio con La Rosa, pues fui seguidor de Juan Antonio Cebrián desde mi más tierna infancia. Aquella noche me encontraba conectado a internet, esperando a que empezase Milenio 3 cuando una amiga me dijo por el ya extinto Messenger "Carpe, se ha muerto Cebri". Esa noticia era la que menos podía esperar que sucediera. Tras un instante de estupefacción puse Onda Cero: estaban emitiendo música. En los foros la gente comenzó a comentar la noticia, en un momento dado una voz, confirmó el terrible rumor: Juan Antonio Cebrián había fallecido esa tarde al sufrir un infarto al corazón.
Fue una de las noches más largas de mi vida. Primero estuve escuchando Milenio 3, donde hicieron un homenaje a "Cebri" y luego otro programa llamado Sexta Dimensión, que por entonces se emitía en Radio Nacional de España y donde estuvieron leyendo todos los mensajes que los rosaventeros enviaban para homenajear al fallecido periodista. De vez en cuando me gusta escuchar esos dos programas homenaje, igual que otro que semanas después le tributarían en La Rosa de los Vientos.
Pocas veces he llorado tanto como aquella madrugada. Como digo, llevaba escuchando a Juan Antonio desde que era un niño, primero Turno de Noche y después La Rosa de los Vientos. En mi infancia tuve mucho insomnio debido en gran parte, intuyo, a que sufrí acoso escolar. Eso y el hecho de que a mi padre también le gustaban los temas que se trataban en ambos programas hizo que yo también me aficionara a ambos programas. Recuerdo algunos momentos míticos yendo con mi padre en el coche escuchando por ejemplo temas tan arquetipicos como los templarios, el caso de la niña de Vallecas, el niño de Somosierra, las caras de Bélmez. En aquellos programas participaban personalidades como el mencionado Doctor Jímenez del Oso o Germán de Argumosa, el introductor del estudio de las "parafonías" (como las llamaba) en España.
Como dije en un artículo que escribí hace algunos años en otro blog que tuve, para mí Juan Antonio Cebrían fue un amigo, aunque no me conociera personalmente. Su voz me acompañó durante años por las noches, incluso por las tardes. Se trata de uno de los periodistas que más he admirado, pero no solo como comunicador sino también como divulgador de la historia. Su sección de Los Pasajes de la Historia, disponible en esta web, sigue siendo muy apreciada tanto por aquellos que escuchábamos La Rosa de los Vientos cuando vivía Cebri como por quienes descubrieron a este gran sabio tras su muerte. Tenía un gran conocimiento de la Historia y te narraba las vidas de los grandes personajes y acontecimientos históricos con autentica pasión. Lo mejor de todo es que tuvo un mérito tremendo puesto que Juan Antonio Cebrián era ciego, por lo cual realmente es admirable su sabiduría.
Recuerdo una frase suya que impactó en su momento mucho: "Todos los días mueren doce genios, en el anonimato, sin que nos demos cuenta". Él no murió en el anonimato, eran tan famoso como Jimenez del Oso (posiblemente, en ese momento, más debido a que el Doctor, además de haber muerto en 2005 en sus últimos años ya no se prodigaba tanto en los medios de comunicación) y de su muerte nos dimos cuenta, tanta cuenta que todos deseábamos que fuera tan solo una pesadilla. Aquel día solo murió un genio, uno de los más grandes: Don Juan Antonio Cebrián. Como creyente, estoy convencido de que sigue viviendo, ahora está en otro lugar, posiblemente entrevistando a aquellos personajes cuyas vidas narró en Los Pasajes de la Historia: Alejandro Magno, Claudio, Barbarroja, Marco Polo y tantos otros.
Cebri, allí donde estés: fuerza y honor, el mensaje que siempre nos enseñaste. Descansa en paz
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