José María Jímenez "El Chava" rey de la montaña |
Cuenta la leyenda que hubo una vez un
ciclista diferente, uno de los últimos Quijotes que recorrieron las grandes
rutas del ciclismo mundial. Pudo haber ganado alguna Gran Vuelta, pero él
prefirió deleitar a sus aficionados con pequeñas grandes gestas que emocionaban
hasta aquellos que decían aburrirse con el ciclismo. Aún se recuerda a ese
grande del periodismo deportivo, el gran narrador Pedro Gonzalez y su “Ataca el
Chava Jímenez”. Esa frase barruntaba que algo grande estaba aconteciendo, muy
probablemente, unos pocos minutos después, el ciclista abulense terminaría
llevándose la victoria. En el Angliru, en Abantos, Mont Ventoux… Hay 21 grandes cimas en las que aún resuenan
los ecos de sus grandes victorias. No importaba si sucedía en uno u otro
puerto, se estaba gestando la Leyenda, Curro Romero había comenzado a montar en
bicicleta.
Se llamaba José María Jímenez Sastre y
nació en el abulense pueblo de El Barraco (Ávila) un 6 de febrero de 1971. Se
discute sobre su apodo “Chava”, aunque se piensa que se debía a que su familia
era conocida como “Chabacanos” pero él cambió la B por la V en el apodo, para
evitar las connotaciones negativas. Creció, como ciclista, en la Fundación
Provincial Deportiva Víctor Sastre, sita en dicha localidad, de la cual fueron
también discípulos Carlos Sastre (su cuñado), Paco Mancebo o Pablo
Lastras. Ya en sus inicios comenzó a
destacar como escalador, en cuanto la carretera comenzaba a mirar hacía las
alturas se levantaba del sillín y, con su característico pedalear, se alejaba
del pelotón, prácticamente sin mirar atrás. Fue así como logró sus grandes
gestas, en su querida montaña, su gran amiga.
Fue compañero de equipo del mito por
excelencia del ciclismo español: Miguel Induraín. Debutó como profesional en
1992 en las filas del Banesto, equipo en el que permaneció durante toda su
carrera y que estaba dirigido por Eusebio Unzué. En este año consiguió su
primer gran logro: imponerse como amateur en El Circuito Montañés, una clásica
carrera ciclista que se disputaba en Cantabria y que reunía a las grandes
promesas del ciclismo mundial.
Aunque llevaba unos años como profesional
1997 fue la temporada en la que su nombre empezó a ser conocido no solo en el
pelotón y la afición españoles, sino allende nuestras fronteras. Durante 1998
competiría con una bandera española en su maillot, pues un año antes se había
convertido en el campeón de España. Pero en 1997 también se hizo con la
clasificación de la montaña en la Vuelta a España, en la cual también ganó una
etapa. Fue en esta carrera donde realizó algunas de sus más grandes hazañas
pues, en total, se hizo con nueve etapas y logró, en otras tres ocasiones, ser
el mejor escalador de la ronda española. Además en una ocasión Se hizo con la
clasificación por puntos.
Era un ciclista impulsivo, un verdadero
Quijote del ciclismo. Aunque le llevó a tener enfrentamientos con compañeros,
como ocurrió en 1998 siendo Abraham Olano jefe de filas de Banesto. Su
impulsividad le llevaba a lanzarse a la aventura sin contar con nadie. En más
de una ocasión, probablemente, hizo enfadar a sus directores de equipo, sus
compañeros, o al jefe de filas. Sin embargo terminaban perdonándole cuando
llegaban a meta y veían al Chava en lo más alto del podio pues se había hecho
con la etapa. Durante toda su trayectoria fue genio y figura. Sin embargo le
pudo la irregularidad, o tal vez él no quiso ser un ciclista regular. Ganaba un
día y, en las siguientes etapas, sufría una espectacular pájara que le alejaba
no solo de ganar la Clasificación General sino del podio final. De él dijo
Miguel Indurain que “Cuando corría era diferente por su forma de correr, no iba
con los tiempos de hoy. Era un corredor a la antigua: cuando iba muy bien iba
excesivamente bien y cuando iba mal, es que iba muy mal”.
En la Vuelta a España había participado,
por primera vez, en 1996. Finalizando 12º en la clasificación general y
logrando un cuarto puesto en la 19ª etapa. En 1997, como se ha dicho, poco
después de haberse proclamado campeón de España en fondo de carretera tuvo su
primera participación realmente destacable en la Vuelta. Además de ganar la
clasificación de la montaña y la 19ª etapa, fue segundo en otras dos. Aquel año
terminó 21º en la clasificación general. Pero su gran participación, aquella
por la que se le recordará durante generaciones de aficionados al ciclismo, fue
la disputada en 1998, donde ascendió al tercer puesto de la clasificación
general por detrás de Abraham Olano (vencedor) y Fernando Escartín (otro
escalador de raza, finalizó segundo). Por segunda vez consecutiva obtuvo la
clasificación de la montaña y venció en cuatro etapas que han pasado a los
anales de la historia: 6ª, 11ª, 12ª y 16ª.
Pero fue su victoria en el Alto del
Angliru la que está grabada en oro en el recuerdo de quienes tuvimos la suerte
de presenciarla, fue la que le encumbró como ciclista legendario. Fue un 12 de
septiembre de 1999, tras una semana de competición. El pelotón estaba formado
por un soberbio elenco donde se encontraban Alex Zulle, Igor González de
Galdeano, Pavel Tonkov, Roberto Heras, Jan Ulrich y José María Jímenez, el
Chava. Aquella etapa, de 176 kilómetros, transcurrió entre León y aquella cima
que iba a convertirse, pese a ser desconocida, en una de las cimas míticas del
ciclismo. Además del Angliru también se subieron otros dos puertos de gran
entidad como fueron La Cobertoria y el Cordal, con desniveles superiores al
12%. Pero la gran novedad, esa que asustaba a muchos eran las rampas del
Angliru, pues llegaban hasta el 23%, eran prácticamente paredes que
convertirían en leyenda a quien fuera capaz de bailar moviendo la bicicleta
ascendiendo al olimpo del ciclismo. Fue una jornada marcada por un cariz épico
y espectacular debido a dos inesperadas invitadas: la lluvia y la niebla. El
escenario deparaba una jornada inolvidable, francamente propicia para
escaladores. Aitor Osa, que llevaba el mando en el pelotón en aquel momento de
la etapa coronó el puerto de El Cordal, a tan sólo 20 kilometros de meta. En
aquel peligroso descenso asomaban la cabeza en las primeras posición del grupo
de favorito hombres como Ulrrich, Olano, Jiménez, Rebellin, Piepoli, Tonkov o
el bravo Zarrabeitia. La tensión era palpable, recuerdo como descendían
controlándose unos a otros. Se produjo
una caída. Olano, Van de Wouwer, Piepoli y Osa dieron con sus huesos en el
húmedo asfalto. Aquel momento provocó la selección de favoritos. Detrás de
Ivanov, quien en esos momentos era cabeza de carrera, comenzaron a ascender el
Angliru Tonkov, Ulrich, Chava, Roberto Heras y Chechu Rubiera. Los aficionados
prestaban atención al intenso duelo entre Olano y Ulrich, sin perder de vista
al Chava pues eran conscientes de que, en cualquier momento, podía escucharse
el “Ataca el Chava Jímenez” ante un ataque perpetrado por el imprevisible
abulense. Pero quien se escapó, cuando tan solo quedaban diez kilómetros para
la línea de meta, fue el ruso Pavel Tonkov, de Mapei. Roberto Heras, otro de
los grandes escaladores de aquel tiempo, decidió marcharse, llevándose con él
al Chava Jímenez. El movimiento del ruso partió la carrera en dos. Por delante
Tonkov, Heras y Jiménez se jugaron la victoria de etapa mientras detrás Olano y
Ulrich, primero y segundo de la general, tuvieron un fuerte combate en pos de
la victoria final en la general en la montaña, un terreno muy hostil para ellos.
Fue en la rampa más dura del ciclismo mundial, en la “Cueña les Cabres” donde
el Chava, en medio de un pasillo de público que impedía ver por donde discurría
la estrecha carretera, demarró levantándose, haciendo bailar la bicicleta a un
ritmo que hizo quedarse atrás al bejarano. Quedaban menos de dos kilómetros
para meta, Tonkov sacaba un minuto al abulense, parecía una misión solo al
alcance de los más grandes. Con sus
gafas blancas en la cabeza, agil cadencia y entereza en el rostro José María,
de pie sobre la bicicleta, ascendió imparable por unas rampas por las que
coches y motos subían a duras penas, poco a poco recuperando distancia con
Tonkov, quien comenzaba a sentirse ganador de etapa. En toda España hubo
entonces un solo grito, proclamado casi como si se tratase de un ritual, aquel
“Vamos Chava” probablemente fue sentido por el propio héroe. Todo ello pese a
que, según los comentaristas, el ruso ya iba a hacerse con la victoria. De
pronto, a tan solo quinientos metros de meta, en medio de una densísima niebla,
surgió una esbelta figura que, como si de una espectral aparición se tratase,
desconcertó a Tonkov quien vio como el abulense le rebasaba y, con brazo en
alto, atravesaba la línea de meta consiguiendo la victoria en una etapa marcada
por la épica y la leyenda, en medio del delirio general de todos los que
presenciamos aquella inolvidable victoria. Todavía tendría que ganar en tres
ocasiones más durante aquella Vuelta a España. Había nacido una leyenda, un
ídolo para los amantes del buen ciclismo, probablemente el único que pudo
competir contra uno de los más grandes escaladores que han visto las grandes
cumbres: Marco Pantani. En aquella ocasión consiguió un meritorio quinto puesto
en la general y se hizo con el triunfo en la clasificación de la montaña.
Volvió a participar en la Vuelta a España
en 2001, terminando cuarto en la clasificación de la montaña, venciendo en la
de puntos y haciéndose con tres etapas, una de ellas en el madrileño puerto de
Abantos.
Participó en el Giro de Italia en dos
ocasiones: 1995 y 1999. Sin embargo, no consiguió resultados destacables, salvo
la 8ª etapa de la edición de 1999 que acababa en el Gran Sasso d´Italia
(L´Aquila) por detrás de Marco Pantani, quien venció.
En 1996 participó, por primera vez, en el
Tour de Francia, teniendo una discreta participación. Sin embargo al año
siguiente consiguió un meritorio 8ª puesto en la clasificación general y con un quinto puesto en la 9ª etapa. En 1998
tuvo que abandonar en la etapa 16. Pero en la edición del año 2000 fue segundo
en la 14ª etapa y tercero en la 10ª, aunque solo pudo ser 23º en la general.
Fue un ciclista de leyenda, sin embargo
tuvo un final trágico del cual hoy se cumplen 10 años. Se ha hablado mucho de
ello, que si sufrió una fuerte depresión, que si fue víctima de las drogas.
Cómo ciclista era excepcional, como persona quizá no caía bien a todo el mundo
por su forma de ser. Sin embargo, la
verdad de su vida es la de un chaval extrovertido, bromista, con fuerte
carácter que terminó convirtióndose en un héroe caído, un juguete roto al que
muchos hicieron daño. Esos que previamente le habían alabado y que, cuando José
María necesitaba más ayuda que nunca, le abandonaron, no queriendo saber nada
de él, dejándole solo. Fue un deportista que tuvo, como máxima, agradar a todos
y no defraudar nunca, quizá por ello ese “monstruo”, la depresión, le hizo
probablemente mayor daño. Si sus grandes éxitos le hicieron sentirse
pletóricos, cuando llegaron los malos resultados, le sucedió lo que a muchos
deportistas les ha ocurrido en esas ocasiones, se vio inmerso en una depresión
profunda porque no conseguía dedicar triunfos a sus seguidores, llegó a
aislarse del mundo. Según quienes le conocieron, padeció agorafobia, término
que se traduce como miedo al miedo, una enfermedad que le llevó a tomar
cantidades, en ocasiones, no recomendables de ansiolíticos y antidepresivos.
Quizá con él, como con otros, debería haberse hecho un trabajo psicológico
desde que era amateur, para ayudar a su estabilidad emocional, pues se trataba
de una persona con gran sensibilidad, alguien a quien le afectaban las cosas
psicológicamente y ese miedo a no agradar fue lo que terminó hundiendo a José
María. Azucena, su viuda, declaró que “intentó con todas sus fuerzas, y eso lo
puedo asegurar, dio todo por volver y encontrar una razón para subirse a su
querida montura de acero”, sin embargo no pudo llegar a la esperada meta, en
esa ocasión no pudo ascender aquellos durísimos puertos, los peores que una
persona puede sufrir en su vida.
Esa, señores, y no otra, es la gran
verdad de lo que sucedió con el Chava Jímenez.. Murió debio a un infarto de
miocardio, con tan solo 32 años. Estaba internado en la Clínica San Miguel de
Madrid, reponiéndose de la depresión, a las seis y media de la tarde mientras
se encontraba enseñando fotografías de su carrera deportiva a sus compañeros de
residencia. En febrero de 2002 se había concentrado en Estepona, junto con sus
compañeros de equipo. Sin embargo, cuando fue consciente de que no se
encontraba bien físicamente, experimentó los efectos de una depresión que no
pudo superar, pese a que ese año se casó y pensaba en formar una familia.
Intentó volver al ciclismo, incluso llegó a recluirse en una casa rural en
Piedrahita (Avila) y posteriormente en Béjar para volver a entrenar, pero la
depresión se lo impidió.
Como he dicho al principio, sobre el
Chava jímenez se han dicho muchas cosas. Se llegó a decir, sin aportar pruebas,
que era drogadicto y que murió a causa de una sobredosis. Lo que si es probable
es que pudiera haber abusado de los depresivos y ansiolíticos, pero dudo que
tomase otras cosas, sinceramente. Lo que si pienso es que se quedó solo pues,
como he comentado, muchos de los que antes le alababan, en sus últimos tiempos
le denostaban. Más de una vez escuché, a quien años antes le había ensalzado,
criticar con poca caridad a un ciclista que era muy autoexigente y que, por su
propio carácter, no pudo asumir su declive. Creo, sinceramente, que si hubiera
recibido el cariño necesario, el aliento y el apoyo de quienes le criticaban,
su historia hubiera sido otra y hoy le tendríamos entre nosotros.
En cualquier caso, este no es un artículo
para sembrar rumorología sobre este mítico escalador, sino para homenajearle,
por eso he querido recordar aquella épica victoria suya en el Angliru e,
igualmente, quiero finalizar con un vídeo donde se pueden disfrutar con esas
espectaculares imágenes.
La leyenda que
mencionaba al principio cuenta también que en el Alto del Angliru sigue
resonando aquel "Ataca el Chava Jímenez" que tantas veces pronunció el
tambien añorado Pedro Gonzalez. José María descansa en paz, los que amamos el ciclismo siempre te recordaremos. Muchas gracias por aquellas tardes donde tanto nos hiciste disfrutar cuando bailabas sobre la bicicleta en los miticos puertos de montaña. Fuiste, y sigues siendo, un aunténtico gigante de la ruta.
Fuentes:
http://www.josemariajimenezelchava.com/
http://www.cadenaser.com/deportes/audios/memoria-chava/csrcsrpor/20131206csrcsrdep_4/Aes/
http://ciclismo.as.com/ciclismo/2013/12/06/portada/1386303158_239293.html
http://pedaladascontraelcierzo.wordpress.com/2012/05/30/chava-jimenez-no-te-caigas-pero-no-dejes-que-te-cojan/
http://www.cadenaser.com/deportes/audios/memoria-chava/csrcsrpor/20131206csrcsrdep_4/Aes/
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