Santa Teresa de Jesús durante su vida siguió a Jesús
entre los pucheros sabiendo que nada podía espantarla, pues solo Dios basta
“¿Qué más queremos
que un tan buen amigo al lado, que no nos dejará en los trabajos y
tribulaciones?”, escribió SantaTeresa en el “Libro de la Vida”.
La “andariega”, como es conocida, durante su vida tuvo que hacer frente a numerosos problemas. A
través de la oración y la contemplación, además de un trabajo continuo y
paciente, logró reformar la Orden de los
Carmelitas. Además, a través de
su obra literaria enseñó como vivir la
fe, orando y contemplando, hablando con El Señor “de amigo a amigo”, compartiendo con Él su vida.
Santa Teresa luchó
cara a cara con la muerte
Santa Teresa de Jesús nació en Ávila, en 1515. Cuando tenía tan sólo 12 años quedó huérfana al
fallecer su madre, Beatriz Dávila y Ahumada. Sintió una pena tan grande que, entre lágrimas, le pidió a la Virgen María
que fuera su Madre desde entonces.
Desde entonces, Santa Teresa sufrió constantes problemas de salud. Estando interna en el
Convento de las Agustinas de Gracia, donde se formaban las nobles doncellas
abulenses tuvo que volver a casa debido a una enfermedad.
Santa Teresa,
debido a las graves enfermedades que padeció, luchó cara a cara con la muerte. En 1538 cayó gravemente enferma,
quedando “medio muerta” tras recurrir su padre, Alonso Sánchez de Cepeda, a una
curandera, según Montserrat Izquierdo en su libro “Teresa
de Jesús. Con los pies descalzos”. Poco después, estando en el Convento de la Encarnación,
volvió a estar cerca de la muerte, debido a un paroxismo. Montserrat comenta
que en el convento llegaron a preparar
“su sepultura y hasta celebraron un funeral”. Pero, rezando a San José, terminó recuperándose, escribió Mónica Arrizabalaga en ABC.
La santa andariega también
padeció varias persecuciones, debido a sus disputas con los carmelitas
descalzos. Incluso fue perseguida por la Inquisición, pues se malinterpretó
la obra literaria de Santa Teresa.
La reforma del
Carmelo y los conventos que construyó
Santa Teresa de Jesús
reformó la Orden de los Carmelitas, fundando las Carmelitas Descalzas.
La santa abulense quiso
reformar la Orden de los Carmelitas, intentando seguir el espíritu carmelita de
austeridad, pobreza y clausura. Pero, para lograrlo, necesitaba el permiso de la Iglesia.
Durante dos años, Santa
Teresa se sintió inquieta, debido a las disputas con los carmelitas descalzos.
Pero ella sabía que, si aquello era obra
de Dios, saldría adelante. La espera quizá fue un poco larga, pero recibió
el permiso eclesiástico. En 1562 el Papa
Pío IV, mediante una bula, autorizó la construcción del Convento de San José en
Ávila.
Santa Teresa fundó 17
conventos. Están en Sevilla, Granada, Beas de Segura, Caravaca de la Cruz,
Villanueva de la Jara, Malagón, Toledo, Alba de Tormes, Ávila, Pastrana,
Segovia, Salamanca, Medina del Campo, Valladolid, Soria, Palencia y Burgos. Son
edificios con realmente bellos arquitectónicamente y donde se percibe una paz
espiritual realmente intensa.
Obra literaria de la
1ª Doctora de la Iglesia
Durante su vida,
Santa Teresa escribió varios libros, y diversas cartas, donde reflexionaba sobre sus pensamientos y vivencias. En
aquellos escritos también contaba sus experiencias
místicas, algo que despertó las
sospechas de la Inquisición. Por ello en 1575 fue acusada, equivocadamente,
de enseñar “cosas de alumbrados”.
Santa Teresa,
pese a todo, estaba segura de si misma. Sabía
que sus escritos realmente eran obra del Espíritu Santo. Recibió el apoyo, y la ayuda, de varios
personajes contemporáneos, especialmente San Juan de la Cruz.
Igual que él, también San Pedro de
Alcántara, fraile franciscano, fue amigo suyo además de su confesor. De
él dijo Santa Teresa: “Este santo hombre me dio luz en todo y me lo declaró, y
dijo que no tuviese pena, sino que alabase a Dios y que estuviese tan cierta
que (es el) espíritu suyo (de Dios) y que si no era la fe, cosa más verdadera
no podía haber, ni que tanto pudiese creer… díjome, que uno de los mayores
trabajos de la tierra era el que ya había padecido, que es la contradicción de
los buenos”.
En 1575 la santa
abulense tuvo que defenderse ante el Tribunal de la Inquisición, y durante 5 años permaneció “presa” en su
convento. Su reforma carmelita, duramente perseguida, estuvo a punto de
desaparecer. Quizá hubiera sido fácil rendirse, al menos si uno no tiene
verdadera fe, y no confía en Dios. Pero Santa Teresa, durante aquellos años,
rezaba esperanzada “¿Qué más queremos que un tan bueno amigo al lado, que no
nos dejará en los trabajos y tribulaciones, como hacen los del mundo?
Bienaventurado quien y siempre le trajere cabe (detrás) de sí”. Miremos al
glorioso San Pablo… quien le tenía bien en el corazón… con libertad se ha de
andar en este camino, puestos en las manos de Dios” (como escribió en su Libro
de la Vida).
En 1580 el Papa
Gregorio XIII, mediante la bula “Pia consideratione”, dio la razón a Santa
Teresa concediendo a los descalzos una provincia propia, separados de los
carmelitas calzados.
El camino de la
perfección de una Doctora de la Iglesia
Como puede verse, Santa
Teresa fue una mujer con grandes ideales. Trabajó por comunicar, mediante la palabra, valores auténticos y
transcendentes. Su obra literaria sirve para darse cuenta de que se puede
tener fe y esperanza.
Santa Teresa de Jesús, durante su vida enseñó como rezar: “nada te turbe, nada te espante, quien a
Dios tiene, nada le falta… solo Dios basta”. Explicaba que Dios se le puede encontrar “entre los pucheros”, en
cualquier momento de la vida, y del día a día. Por ello, como la santa abulense
explicaba, se puede orar con Jesús a
diario, como se habla a un buen amigo,
compartiendo con Él la vida.
Santa Teresa de
Jesús, con una mezcla de genio y paz interior, hizo frente a sus luchas interiores. Para ello, siempre oraba constantemente, contemplaba a Dios y,
además, practicó la caridad en aquellos
momentos donde sintió turbación y persecución. Pues, al fin y al cabo, el
II Mandamiento de Dios es “amar al prójimo como a uno mismo”.
Esta gran abulense,
mujer de honda espiritualidad y gran calidad literaria, siglos después de su
vivencia terrenal, sigue mostrando el camino para seguir a Jesús. En pleno
siglo XXI aún es posible ser buen cristiano. En el Evangelio puede leerse lo
que respondió Jesús cuando le preguntaron ¿Son pocos los que se salvan? Y Él
dijo: “luchad por entrar por la puerta estrecha, porque, os digo, muchos
pretenderán entrar y no podrán”. La `andariega´ es un gran modelo a seguir para
lograr atravesar dicha puerta
Santa Teresa de Jesús
falleció en 1582, dejando un gran legado literario y epistolar y fundando la
Orden de los Carmelitas Descalzos. El Papa Benedicto XVI dijo
sobre Santa Teresa que “nos enseña a ser testigos incansables de Dios, de
su presencia y de su acción”. Por ello, incluso en pleno siglo XXI, con las dificultades de la vida cotidiana “nos enseña a sentir realmente esta sed de
Dios que existe en lo más hondo del corazón humano, ese deseo de buscar a
Dios, de dialogar con Él y ser sus amigos”.
Fue beatificada en
1614, y canonizada en 1622, siendo la primera mujer en ser declarada Doctora de
la Iglesia. Los escritores la veneran como su Santa Patrona. Entre sus
obras literarias destacan Libro
de la vida, Camino de Perfección,
Las Moradas o Castillo
interior, Las
Constituciones, Las
Fundaciones y diversas
poesias. Aquí
pueden leerse otros escritos suyos.